llegan cartas

Ciudadanos, no súbditos

PROF. MARÍA TERESA REARTE

DNI 6.844.546

Los integrantes de Cambiemos, que dicen representar una “nueva cultura política”, todavía no han entendido que la sociedad civil está compuesta por ciudadanos (cives) no por súbditos.

Recurriendo a un tema vertebral de su gestión, quiero decir que es un sofisma sostener que el mercado es libertad, posibilidades y progreso, porque no lo es para todos, ni en todo. Esa libertad es para algunos; pero no para los más, que quedan excluidos del juego del mercado. Al mercado le importa la demanda; pero sólo la que es solvente. Quienes no lo son quedan afuera, como si por no tener con qué pagar no tuvieran necesidades que satisfacer. Lo cual lo puede comprender quien ejerza la autoridad con vocación política, la cual no se improvisa.

Marcos Peña decía que Cambiemos es “una identidad política”, que surge de “un conjunto de valores” que sus integrantes tienen en común, etc. Es otro sofisma de Cambiemos, porque sus filas están integradas por políticos que, a posteriori de haber militado y aún ser elegidos en otro espacio político, y con diferentes ideas, migraron hacia Cambiemos, defraudando incluso la confianza de sus electores. ¿Esa es la nueva cultura política? ¿Esos los valores que pondera el funcionario macrista? Pero no acaba ahí su “discurso”. También afirma que quieren alejarse de los “liderazgos mesiánicos”. Sin embargo, todo el “equipo” y a coro, se refiere al presidente Macri como si fuera un hombre providencial, elegido para cambiarle la vida a los argentinos. Veamos un ejemplo de los “cambios” de la gestión macrista. La Sra. Carolina Stanley ponderó en un tuit al hombre que puso una parrilla en la puerta de su casa, para ganarse una changa. Y recibió la réplica del aludido: “Me la rebusco con esto. ¿Y el trabajo en serio para cuándo?”, tras lo cual el comentario de la funcionaria de D. Social fue borrado de su cuenta. Y así como éste podría sumar otros casos sociales. Y de los tantos que la Iglesia Católica atiende en sus parroquias y en obras extendidas por el país. Incluso en zonas inhóspitas, a las que sólo van los que se inspiran en el Evangelio. Y no salen en los medios.

Es ingenuo creer en la marcha natural de los procesos económicos hacia un final armónico. Sin negar el rol e importancia de la iniciativa privada, el gobernante tiene la facultad y la obligación de coordinar y orientar el desenvolvimiento de la vida social y de la actividad económica en orden al bien común. Quienes gobiernan la Nación tienen que entender que hay una innegable finalidad que debe guiar la acción de gobierno, que es la de realizar y alcanzar la justicia social. La justicia, señores de Cambiemos, es una exigencia prioritaria para las sociedades, así como la verdad lo es para las indagaciones científicas. Para eso se requiere poner la mirada de la ética política -que debería inspirarlos-, en el horizonte que tienen por delante, en lugar de la mezquina y soberbia pretensión de considerarse intérpretes como lo hace M. Peña de los deseos de los santafesinos, en una provincia productiva, sanamente ordenada, con impulso digno de destacar entre otras áreas en educación, incluso con obras en marcha y no obstante no ser favorecida por el gobierno central del presidente Macri, como no lo fue tampoco por la ex presidenta Kirchner, como es el caso de Santa Fe.

La publicitada capacidad de los funcionarios de Cambiemos tanto como sus energías deberían concentrarse en asesorar al presidente Macri, sobre la forma y la obligación que tienen de pagar la abultada deuda que la Nación tiene con esta provincia. Sobre todo cuando hay una orden de la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Y una propuesta respetable del gobierno provincial para acordar el pago. Los ciudadanos no tienen que dejarse encandilar por los dichos del centralismo porteño, cuyos emisarios están en campaña electoral y de continuo asedian esta provincia. Deben mejor aprender del ejemplo del parrillero que, con toda sencillez y claridad, deshizo el mensaje engañoso de la Sra. Stanley.

Pienso que hay libertad y solidaridad en la sociedad civil. Y aunque movilizado por el afán de un cambio, no creo que el gobierno de Cambiemos esté inspirado por intereses universalistas. Sino por el egoísmo individualista, un poco maquillado, nada más.

Los ciudadanos necesitamos aprender a deliberar sobre los asuntos públicos, y en la esfera pública, que no es lo mismo que asimilar la “opinión publicada”. Se requiere intercambiar ideas, generar hábitos y firmes convicciones, en el ámbito de la vida familiar, vecinal, laboral, profesional, económica, que puedan transformar para bien las estructuras y las formas de vida. Eso se consigue con una revolución ética, que no es lo mismo que la revolución de la alegría con la que el Ing. Macri ilusionó a algunas personas.