11º FESTIVAL INTERNACIONAL DE TEATRO MERCOSUR 2017

Córdoba, fuerte epicentro teatral

Córdoba, fuerte epicentro teatral

“Seis personajes en busca de un autor”, de la Comedia Cordobesa. Foto: Agencia Córdoba Cultura

 

Roberto Schneider

Los argentinos no lo dudamos y siempre podemos ratificarlo: Córdoba es una hermosa ciudad. Arquitectura de avanzada, bellísimas galerías, árboles en las calles, las Santa Rita y los jacarandáes en flor, las montañas ahí nomás, cerquita. Un marco escenográfico ideal para el desarrollo de cualquier fiesta, sobre todo una fiesta de teatro. Y Córdoba tiene también a los cordobeses, verdaderos protagonistas de una ciudad y una provincia amadas. Ellos fueron los destinatarios del 11º Festival Internacional de Teatro Mercosur 2017; ellos lo vivieron, ellos lo disfrutaron, ellos desbordaron los diversos espacios, transformándose en el principal rédito de esta undécima muestra. Las cifras son contundentes: cerca de mil artistas -entre estudiantes de música, danza y teatro que dialogaron con artistas del país y del mundo- y más de 50.000 espectadores en todo el territorio provincial ratificaron este ritual que transforma a Córdoba en un indiscutible escenario internacional, federal, itinerante y para todos los públicos.

La reflexión más pura define las palabras de Raúl Sansica, el director del FIT 2017, al afirmar que “vivimos traspasados. Nos traspasan los límites propios, los ajenos, los que nos imponen y los que nos imponemos. La naturaleza humana crea sistemas y los cuestiona de manera recurrente. La contemporaneidad nos enfrenta a preguntas sobre lo más profundo de lo humano. Nuestras tecnologías avanzan más rápido que nuestro desarrollo humanitario y el arte queda atrapado en esas fronteras arbitrarias y casi por acto reflejo se rebela”.

Mientras las políticas de los países se debaten sobre una globalización que los tomó por asalto, cerrando sus fronteras, los artistas -pone de relieve Sansica- buscan instintivamente amplificar sus posibilidades. “Antes de la era de la mega información instantánea, surgieron espontáneamente, como presintiendo que ahí estaba el futuro, los festivales internacionales. El teatro entendió a través de ellos que cuanto más nos acerquemos a individuos y sociedades de otras latitudes, más sencillo será comprender al ser que las habita, entre los que aún sigue habiendo el lugar común de la humanidad más cruda. Los festivales internacionales de teatro proponen una globalización diferente, la del ritual y la del encuentro persona a persona, un modo particular de transitar con otro, que nos produce un intercambio”.

En su discurso más inteligente, Sansica hace especial énfasis en destacar que somos ciudadanos de la Tierra y podemos saber y conocer cualquier lugar del planeta pero no podemos habitarlo. “Entre el cruce de una expresión cultural y otra aparece la frontera y su desdibujamiento simultáneo, aparece el hombre con su condición fronteriza esencial. Inmigrantes de nuestro propio territorio interno, territorialidad arrasada por convenciones pactadas, la teatralidad nos enfrenta y nos contiene. El arte es un continente, que acepta, asimila la diferencia y protege su convivencia”.

Durante 11 días, del 6 al 15 de este octubre, se realizaron más de 150 actividades que acentuaron el cruce de fronteras y estéticas y el protagonismo de escenarios no convencionales y sorprendieron, emocionaron y generaron espacios de reflexión y debate. Con la misma intensidad, el interior cordobés se hizo eco de esta fiesta del teatro con 20 funciones. Se ofrecieron obras de 15 países que deleitaron a los públicos más diversos. Bélgica, Canadá, Italia, España, Portugal, Suecia, Serbia, República Checa, Brasil, México, Ecuador, Cuba, Uruguay, Colombia y Bolivia se cruzaron con cerca de 40 propuestas de Santa Fe, Buenos Aires, Entre Ríos, Salta, Tucumán, Catamarca y Córdoba. Así, una vez más, la Agencia Córdoba Cultura a través del Teatro Real convirtió a Córdoba en escenario del mundo. Colaboraron en esta edición el Instituto Nacional del Teatro y el Consejo Federal de Inversiones, entre otros organismos estatales y privados.

Lo mejor de lo mejor

El FIT comenzó de la mejor manera: con una excelente propuesta de la Comedia Cordobesa, que estrenó “Seis personajes en busca de autor”, de Luigi Pirandello, en inteligente versión de Corina Fiorillo, directora de la propuesta, quien demostró que este autor no envejece y que por el contrario, y al igual que todo genuino clásico, el fluir del tiempo no hace sino engrandecerlo. Lo demuestra esta versión actualizada de una de sus obras más conocidas. Y como para acentuar ese espíritu y ese estilo suyos, que descreen de la realidad para internarse en los dobleces de una mente no racional pero sí lúcida, se mostró en la noche inaugural cómo el teatro se enriquece. La pieza sugiere, mucho, en su desgarradura y en su desolación. En el elenco están los que cumplen con los papeles asignados y están igualmente los que deben andar constantemente por el filo de la navaja, los que actúan de actores, otra duplicidad que Fiorillo remarca con absoluta precisión, y otro doble juego que en sus experimentadas manos se vuelve subyugante, para que el espectador se convierta en copartícipe. Que es lo que Pirandello siempre desea. Un exquisito vestuario, una magnífica escenografía y luces protagonistas y lo demás, la magia del teatro, con un elenco para disfrutar, así, palpable. Se lucen Carolina Godoy, Oscar Mercado, Silvia Pastorino, Pablo Tolosa y Adrián Azaceta en tanto el resto del elenco colabora con indisimulable entrega.

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“Messieur, how embarassing!”, de Italia. Fotos: Agencia Córdoba Cultura

Acaso la puesta más contundente, precisa y preciosa fue la de “Noite”, de Portugal, que con dirección de André Braga conmovió a los espectadores que colmaron las bellísimas instalaciones de la Biblioteca Córdoba para participar de una ceremonia en la que la música interpretada por el DJ André Braga en vivo y las estupendas luces de Francisco Tavares Neves se constituyeron en el mejor vehículo para que los actores y bailarines André Braga, Paulo Mota y Ricardo Machado construyeran con sus cuerpos mucha belleza plástica para, después de casi dos horas, invitar a todos a la fiesta del baile. “Penev”, de La Teta Calva de Valencia, España, demostró que es un meticuloso indagador de un infierno en el que no hay fuego sino sólo frías cenizas que sus personajes -criaturas tan perversas, desesperadas y dignas de compasión como nosotros mismos- resuelven incansablemente en busca de una, apenas, señal de identidad, un indicio que les permita saber si verdaderamente existió aquel ayer que de alguna manera añoran, un nexo entre el recuerdo, quizá ilusorio, y un presente atroz. Excelencias en la dramaturgia de Xavo Giménez y en las actuaciones de un elenco comprometido con la propuesta del autor.

“Still Life (2013)” de Italia deslumbró a partir del riesgo permanente de una puesta en escena con altas dosis de poesía para retratar, como bien dijeron sus hacedores, un himno a la vida, una invitación a ser cada cual, una alarma contra el bullying homofóbico. El espectáculo se inspiró en un terrible ataque a un adolescente romano en 2013, que se quitó la vida colgándose con su propia bufanda. Oculta en los recovecos del infierno, la amenaza pendiente dispara, en cualquier momento, la violencia irreprimible, la palabra que no debió decirse nunca. Fuera y dentro de ese infierno algo acecha... y la potencia del discurso de los italianos patentiza el versátil talento de Stefano Ricci y Gianni Forte para plasmar poéticamente los peculiares fenómenos del hombre y la sociedad que aquél habita, con fuerza y precisión. Anna Gualdo, Liliana Laera, Piersten Leirom, Giuseppe Sartori y Simon Waldvogel son los brillantes actores de un elenco sin fisuras, que fue largamente ovacionado por el público, plumas incluidas. Desde Bélgica llegó “La esclava”, una muy buena propuesta de danza interpretada con magnificencia por Lisi Estarás, una talentosa cordobesa que trabajó junto a Ayelén Parolín. El trabajo es una precisa combinación de la intérprete con una idea coreográfica que permite indagar acerca de la condición humana. “Messieur, how embarassing” (o Señor, qué vergüenza!” trajo desde Bérgamo, Italia, al TTB Teatro Tascabile Di Bergamo con toda la poesía del clown junto al indiscutible talento de los actores Alessandro Rigoletti y Rubén Manenti para agradar a grandes y chicos por igual.

Desde CABA llegó la Compañía Independiente para dar a conocer “Pieza plástica”, del dramaturgo Marius Von Mayenburg, en la que el autor expresa angustias del ser contemporáneo a través de parábolas sobre la relación amo-esclavo, la sumisión y el abuso del poder en una familia disfuncional (cuáles serán las funcionales). El texto es de una poesía y una ferocidad incomparables. Cruel, implacable. Magnífico. Es de una marcada sutileza en el análisis de almas perturbadas hasta la condenación. El director Luciano Cáceres valoriza el contenido de la historia a partir de un exacto juego actoral en el que se lucen Florencia Benítez, Joaquín Berthold, Santiago Magariños, Daiana Provenzano y Julián Calviño en una precisa e impecable escenografía de Augusto Garbelloto y la iluminación de Gonzalo Córdova. Todos entregados a una totalidad que permite vislumbrar el desgarramiento de seres que se aman y se odian y se amarán y odiarán por la eternidad. Ese es su infierno, la reiteración infinita de su esencial odio a la vida.

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“Noite”, de Portugal.

Alguna vez hemos sostenido que actor es quien representa, o sea que sustituye a un personaje ideado por otro, al que encarna. Su personalidad, por lo tanto, queda subsumida a la creación ajena. Es lógico, por lo tanto, que haya entre los intérpretes una profunda inestabilidad, ya que al mismo tiempo su misión es agradar a un tercero, que es el público. Si se agrega a esta reflexión un texto inteligente, profundo, de clara denuncia humana y política, la ecuación cierra perfecta. Es lo que logra, desde la dramaturgia y la dirección, José Luis Arce en “El cura”, presentada por GREyT para narrar con indisimulable intensidad cómo un representante de la Iglesia acusado de pedofilia se prepara para presentarse ante la Justicia. Obra de inmensa dificultad de puesta e interpretación es abordada con estupendos resultados por el mismo Arce, apuntalado por un soberbio elenco de actores integrado por Simón García-onandía, Tomás Gianola, Fer Hache, Marcos Polzoni, Valentina Marello, Cristian Durban, Nora Somavilla, José Halac y Joaquín Torres.

En la cárcel de máxima seguridad de Bouer se vivió con intensidad una función de la Comedia Cordobesa que ofreció a los internos “El avaro”, de Moliere, con un afiatado elenco muy bien dirigido por Willy Ianni y en La Chacarita cobró contundencia la fuerza de la propuesta “Agamenón, volví del súper y le di una paliza a mi hijo”, de Rodrigo García, dirigida con precisión por Sergio Ossés, quien logró poner en escena la virulencia de una pareja en descomposición que muestra las diversas caras del infierno, porque esos seres viven -es un decir- privados de amor, para vivir muertos.

Más de lo mejor

“Cuerpo de mujer, peligro de muerte” se ofreció a sala llena en el Teatro del Libertador. Con dramaturgia de Ana Yukelson, la rigurosa, doliente y exquisita puesta en escena de Cheté Cavagliatto permitió trazar un doloroso itinerario de los femicidios en Córdoba. La propuesta brechtiana puso sobre el tapete un tema doloroso pero no autocompasivo, que no entraña reproche ni queja, que se refiere a muchas mujeres. O todas. O una dolorosa realidad cuando el dolor deja de ser un ornamento y pasa a ser un escalpelo clavado en un presente cotidiano y ominoso que no pueden anestesiar, como a veces se pretende, desde los más altos cargos del poder. Magnífica propuesta de Cavagliatto enriquecida por la labor de un elenco sin fisuras que entiende, junto con Yukelson, que muchas veces el mundo intenta ponerle profilácticos a la emoción y a la verdad para poder sobrellevar los temas más espinosos y angustiantes.

Sobre las excelencias de “Nenúfares. Un espectáculo puto” nos hemos extendido en estas mismas páginas. Sí cabe consignar que la propuesta dirigida por Pablo Tibalt presentada en La Nave Escénica logró una sostenida ovación del público que colmó la capacidad de la sala. Así el elenco integrado por Edgardo Dib, Pablo Tibalt, Lucas Ruscitti y Gerado Casas dejó plasmada en la escena la idea más concreta de cómo en el interior del país se hace el mejor teatro. Indiscutiblemente.

En Espacio Ramona se ofreció “Sucio”, subtitulado como “esas cosas que sólo se piensan en la oscuridad”. El actor y bailarín Nicolás Dellarole seduce con un soberbio espectáculo instaurado en estos tiempos de tanto ruido y tanta furia. Su declaración de principios es el ancla que aún lo mantiene unido a una visión que se pretende racional del enigma de la existencia. Cientos de trapos, objetos fútiles, comentarios atroces, un pequeño rayo de sol, una nube que pasa, alimentan un discurso que enmascara su absoluto terror al vacío existencial. Dellarole concreta en la escena, de manera soberbia, la idea de que éste es el reino de la desolación, subrayada por un humor lacerante, tanto más desolador cuanto más pueril y tierno es el ropaje de su negrura. Eximio bailarín, está acompañado en la escena por el talentosísimo músico Agustín Albrieu Llinas, quien junto a los textos de Nadia Ethel Basanta, el vestuario de Isabel Peralta y la colaboración de Estefanía De Gennaro, Elvira Bo, Victoria Rosso y Maximiliano Gallo construyen una propuesta sumamente movilizadora, fluida, imaginativa y llena de hallazgos, que podrán disfrutar los paladares exquisitos y de la que deberán abstenerse aquellos que no concuerden con discursos de rigurosa y precisa actualidad.

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“Pieza plástica”, de Buenos Aires.

En la Capilla del Paseo del Buen Pastor pudo apreciarse “Proyecto Sade... una comedia erótica”, una versión libre y actualizada de “La filosofía en el tocador” del Marqués de Sade firmada por Alejandro Ullúa, quien también dirigió la propuesta que “puede herir la sensibilidad religiosa, moral e ideológica del espectador”. A través de un diálogo de frases escuetas y filosas los personajes se van desnudando. Es la pura carnalidad animal la que asoma entre los harapos de lo que fue una conciencia. Ullúa no trepida ante nada para enunciar la presencia de esa última realidad física, las secreciones, el trámite fisiológico de la sexualidad, la inexorable putrefacción de toda materia viviente. Obra despiadada, de inmensa dificultad de puesta, logra que los espectadores no permanezcan indiferentes. Para lograrlo, está en la escena todo el talento de Ezequiel Rodríguez, muy bien acompañado por Santiago Magariños, Hervés Segata, Manuel Melgar y Francisco Tortorelli.

Estos son sólo algunos de los múltiples ejemplos que permiten ratificar que el mejor teatro vibró en Córdoba. Como ya expresamos, nada menos que 50.000 espectadores disfrutaron, se emocionaron, discutieron y participaron de un Festival cada vez más necesario. Que ofreció el mejor abanico de las nuevas teatralidades, las más tradicionales, los nuevos dramaturgos, los mejores lenguajes, presentaciones de libros, conferencias, reconocimientos, el teatro físico y performático, con el cuerpo del actor como principal elemento de las puestas en escena. Con temas dolorosamente contemporáneos como la violencia de género, la discriminación, el bullying homofóbico, la falta de justicia, la crítica al consumismo, la política. El FIT Mercosur 2017 bajó el telón hasta el 2019. Lo hizo de la mejor manera: con altas dosis de pasión. Y de trabajo. Mucho trabajo. Chapeau.