Réquiem de Mozart

Una fusión de seis coros para una magnífica obra

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El maestro Siminovich, siempre innovador, hizo uso de su gran inteligencia y por supuesto de su gran disposición para lograr que los diferentes coros produjeran un sonido parejo y sin baches.

Foto: Gentileza Coro Polifónico

Lilia A. Bachini

Varios coros de distintos puntos geográficos de Santa Fe como la Agrupación Coral de Santo Tomé; la Agrupación Coral de Esperanza y el Coro de la Universidad del Centro Educativo Latinoamericano, de la ciudad de Rosario; y de provincias aledañas tales como El Carmina Gaudí, oriundo de Paraná; la Sociedad Haendel de Buenos Aires acompañaron a nuestro distinguido Coro Polifónico en una grandiosa y magnífica obra de Mozart, el Réquiem, que fuera interpretado en todas sus secuencias; románticas, dulces y tristes, reflejando así los distintos estados de ánimo del genio musical austríaco.

La imponencia del “Dies Irae” (Ira de Dios), el “Rex tremendae”, el “Confutatis” y el “Lacrimosa”, que parece éste último desprenderse de los demás movimientos, imprimiéndole una “dulce tristeza” hizo que se cambie de clima y como una metáfora “se aquietaran las aguas”.

Quisiera destacar que la fusión de coros fue un gran acierto. El maestro Siminovich, siempre innovador, hizo uso de su gran inteligencia y por supuesto de su gran disposición para lograr que los diferentes coros produjeran un sonido parejo y sin baches, que subyugó al público hasta explotar éste último en un gran aplauso de pie y vitorear ¡bravo, bravo, bravo! Se notó claramente que al maestro Sergio Siminovich le encanta jugar con la música, innovar y presentarnos siempre una novedad o más bien diría un sello distintivo desde la dirección coral. Ese sello nos invita siempre a crear, a innovar a crecer en espíritu musical y de los otros.

El cuarteto solista compuesto por Fernando Morello (bajo), Susana Caligaris (soprano), Laura Leal (contralto) y Roberto Nadalet (tenor) también tuvo una actuación destacada en todas sus intervenciones, luciéndose en este cuarteto el timbre y una clarísima emisión del bajo, Fernando Morello.

La música y el público

El Réquiem de Mozart es una obra que tal vez hubiera necesitado ejecutarse con instrumentos de la época, u originales, pero la modernidad fue avanzando hasta el resultado obtenido. La música (en cualquiera de sus géneros) cuando está bien ejecutada “nos llega hasta el alma” y éste ha sido un claro ejemplo de una magnífica interpretación. Los seguidores de la música, generalmente no asisten a los conciertos con espíritu crítico, sino para deleite y goce o para desconectarse de aquello que nos rodea cotidianamente. Les aseguro que la música bien interpretada tiene un poder curativo que se extiende sobre nuestras almas como una medicina terapéutica, mucho más si se trata de una obra del genio de Mozart, puesto que el “Agnus” contiene elementos “tangueros”, transformando el texto original en un casi tango perfectamente ejecutados con las mismas figuras que su contenido original, seguramente dispuestas de manera diferentes para que florezca un tango emanado de un Réquiem de Mozart.

En resumen ¡éste sí que fue un concierto didáctico! Nos mostró cómo cuando se trabaja con seriedad y profesionalismo una obra, siguiendo todas las indicaciones que nos presenta, no puede haber margen de error. Lo que si puede ser a “Piaccere” es la expresión, que a mi juicio es muy subjetiva, porque está en sintonía de quién la dirige y en eso hay distintas opiniones. Allí se termina el “metro”, porque en esa área no hay reglas, sólo espíritu.