Dinero, narcotráfico y complicidades

La detención de un traficante santafesino involucrado en los allanamientos de diciembre pasado en Goya, que hasta ahora había logrado eludir a la Justicia, puso de relieve un entramado que incluye a la policía y al poder político de Corrientes.

Germán de los Santos

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Fortunato Mariano Montenegro fue detenido la semana pasada por orden del juez federal de Reconquista Aldo Alurralde. Era uno de los narcos que nunca pudo ser atrapado en el operativo en el que en diciembre pasado irrumpió en Goya el gobernador correntino, Ricardo Colombi, y ordenó aprehender al entonces jefe de Drogas de Santa Fe, José Moyano. Fue una escena desopilante. Los policías que iban a detener a un supuesto narco terminaron presos.

El gobernador protestó por el incordio que padecieron los testigos que los policías de Santa Fe levantaron en la capital correntina, a 280 km de Goya. Pero eso, pareció ser más una excusa para detener los allanamientos, cuando los efectivos estaban por irrumpir en un haras de Javier López, alias “Cabeza”, quien acopiaba la marihuana en la sede del Jockey Club.

Montenegro era parte de este entramado. Pero hasta la semana pasada, nunca pudo ser atrapado. Tras la irrupción de Colombi se alejó del negocio narco pero al tiempo volvió. La Policía Federal seguía sus pasos y escuchaba sus conversaciones.

Montenegro enviaba marihuana camuflada en cubiertas de autos desde Corrientes hasta Santa Fe tres veces por semana. Los viajes eran cada vez más frecuentes. Como si fuera una empresa de fletes, que aprovechan los kilómetros recorridos, regresaba en su VW Amarok modelo 2016 a Corrientes con cocaína.

Desde que empezó esta investigación, la Justicia federal sospecha que estas organizaciones interprovinciales actúan bajo el amparo del poder político y sobre todo de la policía. Montenegro llevaba 22 panes de marihuana escondidos en cubiertas de autos. Este joven de 28 años, nacido en Reconquista, vive en un edificio de departamentos muy lujoso de la capital correntina.

Sus padres están asentados en Santa Fe, adonde -según las fuentes de la investigación - disfrutan de un muy buen pasar económico. Se sospecha que la prosperidad de esta familia se debe a las ganancias del narcotráfico. Por eso, se empezó a investigar una causa paralela por supuesto lavado de dinero.

En enero pasado, el mismo juez procesó a dos policías que estaban involucrados con otra organización, pero que la ruta de la droga era la misma: Corrientes-Reconquista-Santa Fe.

Gustavo Miguel “Pelado” Gribaldo y Ariel Walter “Gordo” Bustos, ambos policías de la Unidad Regional I, con sede en la capital provincial, fueron detenidos en septiembre de 2016 por efectivos de la Policía Federal por orden de Alurralde.

En ese momento, también fueron apresados Carlos Roberto Arce y su concubina, Romina Andrea Sánchez, quienes habían realizado diversos viajes en ómnibus desde Santa Fe hasta Reconquista, para trasladar los estupefacientes. Los dos policías eran proveedores de “Anteojito” Arce, quien figuraba en una lista de “intocables” de la policía, junto con otros supuestos narcos de la zona.

En una serie de escuchas telefónicas, la Justicia federal detectó que Gribaldo protegía a distintos distribuidores locales y evitaba que fueran investigados, a cambio de una cuota fija en dinero en efectivo que cobraba de forma mensual.

Bustos, según la investigación, era el encargado de conseguir nuevos vendedores para que comercializaran los estupefacientes en las ciudades de Santa Fe y Santo Tomé, así como en el norte de la provincia.

Bustos fue detenido el 21 de septiembre de 2016 cuando se dirigía a encontrarse con Arce e intercambiar 300 gramos de cocaína por 30.000 pesos. Según las fuentes, se sospecha que parte de la droga que vendían estos dos policías provenía del secuestro de estupefacientes que realizaba la propia fuerza provincial.

En enero pasado, el mismo juez procesó a dos policías que estaban involucrados con otra organización, pero que la ruta de la droga era la misma: Corrientes-Reconquista-Santa Fe.