Bruno y Mauro tienen bien ganado sus lugares...

Los hermanos Pittón, los pistones de Unión

Aparecieron, crecieron, se quedaron y resurgieron. La historia de estos chicos, a los que nadie resiste en el club.

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Mauro y Bruno Pittón están haciendo historia en Unión, como alguna vez ocurrió con los hermanos Zanabria o los López, entre otros.

Foto: Manuel Fabatía

 

Enrique Cruz (h)

Más que sus carreras futbolísticas, habrá que decir que en la vida misma los Pittón van de la mano por el simple hecho de ser hermanos. Pero la escasa diferencia de edad entre ellos (apenas un año y medio), los convierte en contemporáneos para hacer lo que más les gusta y saben, que es jugar al fútbol.

El caso de Bruno es muy particular. Con 20 años, Unión le permitió que fuera a explorar horizontes en Sportivo Las Parejas, club en el que si bien consiguió el ascenso al Argentino A, tuvo que pelearla bien de abajo y hasta llegó a ser suplente en ese equipo. Volvió a Unión, Madelón lo empezó a poner y el 26 de abril del año pasado, Gerardo Martino, ya en sus últimos días como entrenador de la selección argentina, lo designó en una preselección para los Juegos Olímpicos de Río. Después vino la Copa América de Estados Unidos, la renuncia del Tata luego de perder la final con Chile y todo quedó desbaratado. Pero en menos de dos años, Bruno pasó de pelear la titularidad en Sportivo Las Parejas, a ser titular en Unión y hombre apuntado por el seleccionador de turno. Mucho, ¿no?

La carrera de Mauro es diferente, más lineal y hasta con una propensión más natural al crecimiento. Ya Madelón lo tenía apuntado cuando en la pretemporada de comienzos de 2016 lo ponía en el equipo presuntamente titular, todavía con Mauricio Martínez y ya con Acevedo en el plantel. Y cuando a fin de año se fue, Mauro se había ganado su lugar en el equipo, al punto tal que en aquel último partido con Sarmiento de Junín, la noche del 1 a 0 y la renuncia de Madelón, la figura del equipo había sido el rubio volante central convertido en un verdadero todo-terreno.

Los vaivenes del equipo también dejaron secuelas en el rendimiento individual de los Pittón. Y hasta perdieron la titularidad. Zárate le había ganado el mano a mano a Bruno, mientras que Magallán empezaba a destacarse por encima de Mauro. Hasta que la vuelta de Madelón hizo que los dos volvieran a tener el nivel de antes. Vino Balbi para discutirle la titularidad a Bruno como por el otro lado se buscó a Damián Martínez para que compita con Brítez. Sin embargo, el rendimiento de Bruno Pittón ha ido ganando en solidez, no sólo para la marca sino también para esas apariciones a “todo vapor” por izquierda para colocar centros. Y otra cosa en la que Bruno mejoró un montón: la pegada. Ha ejecutado muy bien los tiros de esquina y los tiros libres, incluso algunos de ellos con peligro de gol latente para el arquero contrario. Y se sabe cuánto significa, en el fútbol de hoy, ese gran detalle de las jugadas de pelota quieta para aprovecharlas y vulnerar el arco rival.

Mauro da la impresión de ser un jugador que no tiene techo a sus 23 años y que puede alcanzar un nivel de excepción en la medida que se lo proponga. Con Acevedo se entienden muy bien, aporta mucho para la marca porque es un buen recuperador, pero lo más interesante es lo que propone a la hora del juego. Sabe ocupar espacios que se producen en el terreno rival y esto lo convierte en un factor sorpresa interesante y para capitalizar. Quita en terreno propio y en el avance del equipo, por más que sea vertical, tiene aire y piernas suficiente para correrse rápidamente a una posición ofensiva y peligrosa para la defensa adversaria.

Uno es defensor y el otro es volante de contención, o sea que no ocupan esos puestos que se cotizan como puede ser el de delantero, por ejemplo, donde los goles hacen crecer exponencialmente el valor de los jugadores. Pero el aporte que le hacen al equipo es digno de destacar y valorar. Y como habitualmente se dice en estos casos, son un ejemplo para los chicos del club que vienen de abajo, un espejo en el que se deben mirar para darse cuenta -máxime con un entrenador como Madelón que se fija bastante para abajo- de que nada es imposible en el fútbol y que todo depende de ellos.