Tribuna de opinión

“Hachi ya”: palabra testimonial sobre el temor de Francisco

Por miguel porral

Primeras “percepciones-causa”

- “Un resplandor intenso y repentino me volvió a la realidad”.

- “Un farol de piedra del jardín se volvió intenso repentinamente. Las sombras se desvanecen”.

- “Después oscuridad y remolinos de polvo”.

- “El pilar de mi casa oscilaba y el techo se inclinaba peligrosamente”.

- “Una lluvia de vigas y escombros me cerró el paso”.

- “Estaba vestido y me di cuenta de que ‘algo’ me había desnudado”.

- “Se apoderó de mí una gran debilidad”.

- “Me observé todo el cuerpo desnudo cortado por astillas de vidrio, hierro y madera. Me revisé como médico y todo sangraba mucho... Hasta hacerse un charco alrededor de mis pies”.

- “Una astilla de tamaño respetable salía de un desgarrón del muslo”.

- “Algo tibio me mojó los labios, tenía un desgarrón en la mejilla y el labio inferior me colgaba no naturalmente”.

- “En el cuello se me había incrustado un trozo de vidrio; mi mano estaba ensangrentada cuando la retiré riesgosamente”.

- “De mi cuello brotó un borbotón de la carótida. La llamé desesperado a ‘Yaeko San’ y se arrastró ella, ensangrentada, hacia mí”.

- “Había caído una bomba de quinientas toneladas”.

- “Solamente el silencio me comunicó con ‘Yaeko’. Intentaríamos salir de allí”.

Esta primera “causa-percepción” confirma a Francisco su temor a una guerra nuclear. Es inmedible lo no previsto. Sólo un pequeño error tecnológico o dos impredictibles presidentes (el de los EE.UU. y el de Corea del Norte) podrían desencadenarla para desastre total de la humanidad, en un mundo ya bastante castigado ecológicamente.

Segundas “percepciones-causas”

- “Corrimos como pudimos con ‘Yaeko San’ y nos caímos al tropezar con algo... Miramos y... ¡Era la cabeza de un hombre!”.

- “Una casa se derrumbó sobre nosotros, con estrépito ensordecedor cayó a nuestros pies. Vientos intensos, llamas altísimas y derrumbes simultáneos... Nos aturdieron y seguíamos sangrando”. “Yaeko San” se quitó el delantal, me lo anudó a la cintura para amainar mi sangrado y nos dirigimos al Hospital de Hiroshima... Pero, ¿qué podía hacer allí un médico herido como yo? Aún así, mi puesto estaba junto a la gente”.

- “No pudimos llegar. Pedí a ‘Yaeko’ que buscara ayuda... Me saludó con su mano y desapareció entre las sombras... Me sentí solo y derrotado”.

Última “percepción-causa” (por no herir más la sensibilidad).

- Un hombre que pintaba con su brocha una pared -sobre su escalera de obrero- quedó estampado. Su sangre solamente, como quedaron también los átomos de la escalera y de la brocha.

Contundente causa y consecuencia de por qué no se debe dar una guerra nuclear (hoy en día esa sombra ha sido mantenida como auténtico monumento y es vista por turistas que se compungen tal como yo lo hice).

Las “palabras testimonio” son de Diario de Hiroshima de Michihiko Hachiya. Subtítulo: Episodios de Guerra. Editorial Emece, febrero de 1957. Creo que demuestra el temor de Francisco Bergoglio con toda certeza...Tomen conciencia (1).

Nota (1): “In memoriam” de Miguel Ángel Porral, mi padre, que se compró el libro.