Tras el incendio

Sigue a paso firme la reconstrucción de la Biblioteca Juglares Sin Frontera

A casi tres meses del siniestro, el espacio cultural de Colastiné Norte recibió una gran cantidad de donaciones, pero aún no alcanza para restaurar lo que el fuego redujo a cenizas. El próximo jueves, en el Mercado Progreso se organizará un festival a beneficio.

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Espacio renovado. La biblioteca continúa abierta a la comunidad, en un rincón que fue acondicionado tras el incendio.

 

Tomás Rico

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Pasaron casi tres meses del incendio de la biblioteca popular Juglares Sin Frontera, ubicada en Colastiné Norte (Los Talas 6021). Lejos de darse por vencida por el devastador paso del fuego, que redujo gran parte de la estructura edilicia y arruinó miles de libros —algunos invaluables e irrecuperables—, Marcela Sabio, narradora oral escénica y fundadora del lugar, sostuvo: “Todos los días me levanto y ya empiezo a pensar qué es lo que tengo que hacer para recuperar lo perdido, y me pregunto si valdrá la pena; pero enseguida alguien me llama y me dice que consiguió tal cosa, y me enchufo de nuevo para seguir adelante”.

El lugar es donde vive Sabio hace más de 30 años, e hizo de su hogar un espacio para los vecinos de Colastiné Norte. “De mi casa sólo me quedó un baño, la cocina y mi habitación, el resto está en función de la biblioteca. La gente se sorprende, pero es un proyecto que surgió así, porque en su momento no había otro edificio para que funcione”, comentó en diálogo con El Litoral.

Ver en cenizas lo que se edificó con amor para la artista fue un golpe al corazón, porque ahí perdió objetos muy preciados, entre libros, títeres e instrumentos musicales que recolectó en sus viajes por los distintos rincones del mundo, y otras herramientas de valor económico, como computadoras y muebles.

“Todos los días uno pelea con un duelo que hay que hacer, porque en lo personal fueron más de 40 años de mi vida, en los que viajé por muchos lugares y conocí a grandes artistas y escritores, quienes me firmaron y obsequiaron libros que no se consiguen más. Todo lo perdido era un patrimonio muy importante que uno donó a la comunidad para que este proyecto colectivo creciera durante ya más de diez años”, señaló Sabio, con pesar en su voz.

La biblioteca popular, uno de los pocos espacios culturales para los pobladores de la zona —donde la familia se reúne en festivales o simplemente se acerca a leer—, empezó un desafío que tiene sus complicaciones. Pero gracias a la solidaridad, se hace un poco menos complicado.

Los libros con su función de alimentar la sabiduría y desechar la ignorancia forman parte de un insumo cultural inmejorable. Por ello Juglares Sin Frontera quiere devolverle a la comunidad de Colastiné Norte su biblioteca popular.

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Reconstrucción. El lugar más afectado por las llamas ya está listo para reedificarse.

Reconstrucción

“Lo primero que hicimos fue separar lo que servía de escombros y lo que no. Había quedado solamente en pie una pared y aprovechamos algunos ladrillos que teníamos para reforzarla”, explicó la narradora oral escénica. Los baños que estaban en el patio también se pulverizaron y quedaron sin utilidad, como también dos árboles inmensos que se sacaron para que no peligre la reconstrucción.

Para que el lugar no se deje de usar y continúe abierta al público, se reacondicionó una sala a la que se le hizo el techo nuevo y se colocaron estantes, donados por una empresa de electrodomésticos, para ordenar la literatura para lectores adultos. Así, está lista para que los vecinos puedan sentarse a leer o bien elegir sus libros para llevárselos a sus hogares.

“Aún falta la luz e instalar más estanterías. Es todo un laburo artesanal para reconstruir con lo que tenemos”, indicó Sabio.

Gran ayuda

“Todos los días nos llega alguna donación. Por la gran cantidad tenemos todo repartido en distintos lugares de guarda”, dijo la narradora. El salón de usos múltiples (SUM) —uno de los pocos ambientes que quedó ileso tras el accidente— está colmado de cajas, ya que recibieron más de 4 mil libros. Pero al no tener más espacio para acomodar libros en los estantes y en el espacio físico, son llevados a escuelas de la zona y al penal juvenil, donde funciona una subsede de Juglares. También la biblioteca recibió estantes y computadoras, pero aún precisan muebles para apilar libros y que no se arruinen.

“Desde la Comisión Nacional de Bibliotecas Populares (Conabip), que tendría que haber sido la primera en prestarnos ayuda porque es el organismo que responde por las bibliotecas populares, nos dijeron que no tienen dinero, pero igual seguimos insistiendo”, comentó Sabio.

Sí recibieron un subsidio del Ministerio de Innovación y Cultura de la provincia, que fue depositado a principios de enero. “Con ese aporte nos animamos a empezar la edificación”, remarcó. También algunos diputados y concejales de Santa Fe brindaron su ayuda económica, luego de un pedido por nota que realizó Sabio. Además, diferentes artistas que ya habían tenía un vínculo con la biblioteca por haberse presentado en los festivales, ofrecieron y acercaron donaciones.

Festival solidario

El próximo jueves a las 21, en el Mercado Progreso (Balcarce 1635), se realizará el Festival por la Biblioteca Popular Juglares Sin Frontera, con el fin de reunir fondos para continuar la edificación y el amoblamiento.

La iniciativa fue de Quimera Producciones Culturales, que unió las voluntades de artistas que se congregarán solidariamente. Además cuenta con el apoyo del municipio local.

La propuesta artística integra una función de títeres “Abracadabra la mar” del grupo Las Mandadas, teatro con la agrupación “No estamos de acuerdo con nada”, unipersonales de Agustín Irigoyen y Carlos Sebastián Lorenzo, narración oral con Puro Cuento; y música, con A.L. Blues (Paraná), Ysabel Tamayo, Dúo Núñez-Ayala y Emparche Ensamble de percusión.

La entrada es un bono contribución de 80 pesos en forma anticipada, y 100 pesos en puerta. Para adquirir de manera anticipada, se venderán en el espacio Toda Santa Fe (Santiago del Estero 3166, Mercado Norte): de 9 a 12.30 y de 17 a 20.30.

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Donaciones. Las innumerables cajas de libros colman uno de los sectores de la casa de Marcela. Fueron tantas las donaciones que algunas se redirigieron a escuelas y al penal juvenil. Fotos: Guillermo Di Salvatore