Llegan cartas

¿Y la defensa de la costanera santotomesina?

MARCELO ORBIS

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A tenor de la cantidad de obras hídricas ya ejecutadas en la provincia y otras en desarrollo o etapa de licitación, uno se pregunta: ¿qué pasa con la segunda etapa de la defensa de la costanera santotomesina? En esta zona las crecidas tendrán un alto impacto en los numerosos canales, que sin estar cobijados por un Plan Integral de Cuenca, se construyeron o están en vías de hacerlo.

Esta construcción fue realizada con aportes provinciales y/o nacionales, en la ciudad de Santa Fe y en otras áreas del oeste y norte provincial, con drenaje directo o indirecto hacia el Salado. En muchos casos se procedió al desvío de pendientes naturales para desviar dicho río. Y las obras, en caso de lluvias intensas, incrementarán sensiblemente el caudal y la velocidad del agua, con consecuencias locales que pueden llegar a ser devastadoras.

A modo de ejemplo se puede citar la crecida del año 1966, donde el Salado alcanzó una altura de 6,94 m. en Santa Fe. El pueblo del entonces Santo Tomé debió luchar denodadamente contra tal inclemencia y pese a ello, el agua ingresó al casco urbano inundándose 27 manzanas con 147 familias afectadas. Y también se puede citar la inundación del año 1992, que requirió ingentes esfuerzos para neutralizar las filtraciones, especialmente una subterránea con peligro de derrumbe que hubiera afectado a unas 2.700 personas según estimaciones de la época.

Acuérdense de lo que ocurrió en Santa Fe por la desidia con que se actuó en el año 2003. No permitan que pase algo similar o mucho peor en Santo Tomé; fundamentalmente en lo que refiere a víctimas personales. Por tratarse de una obra que se requiere ‘aguas abajo’ y en el último tramo del río, debiera ser de máxima prioridad.