A 240 años de su nacimiento

General San Martín: un hombre al que nada le fue fácil

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San Martín exaltó el honor como un valor supremo para quienes lo rodeaban, hizo del sacrificio de su vida privada una ofrenda a su objetivo libertario. Sin embargo, fue víctima de calumnias e injurias.

Ilustración: Lucas Cejas

Cnel. Luis Chizzini Melo

Cuando evocamos a San Martín, lo referimos como el “Padre de la Patria”. Pero ¿qué sabemos de su vida? ¿Cómo lo ven nuestros jóvenes a través de casi dos siglos y medio? ¿Qué nos infiere su imagen?

Nacido en Yapeyú, territorio del Virreinato del Río de la Plata -creado dos años antes de su nacimiento-, decide volcar a su tierra su formación militar -adquirida en diferentes teatros de operaciones de Europa-, en busca de la libertad e independencia de su tierra natal.

Su ingreso a la Escuela Militar, se produce el día 15 de julio de 1789, un día después de producirse la Revolución Francesa cuyo lema fue “libertad, igualdad y fraternidad”, como nos enseñaron tantas veces en la escuela, a las que se agregan los términos “propiedad privada y seguridad” menos difundidos.

Llega a Buenos Aires en marzo de 1812, dos años después de la Revolución de Mayo de 1810, en pleno desarrollo de las operaciones para buscar apoyo en todo el territorio del virreinato, junto a hombres de armas como Holmberg, Alvear entre otros que llegaron a sumarse a la campaña libertadora. Hasta el momento las respuestas de las campañas militares eran de diferente suerte pero sin resultados políticos. La llegada de estos patriotas es mirada con desconfianza hasta que demostraron sus aptitudes.

De Granaderos, Logias e Instrucciones

Nada le fue fácil. Primero le reconocen el grado de teniente coronel con el que llega de España y luego se le encarga la creación del Regimiento de Granaderos a Caballo. Elemento que organizó, formó, adiestró y con el que obtuvo el primer y único triunfo de sus tropas en el territorio que hoy forma la Argentina, el Combate de San Lorenzo. Tarea difícil la de fabricar los equipos, conseguir la donación de caballos, arneses, armamentos; además de instruirlos y capacitarlos para que estos gauchos de distintas provincias puedan desenvolverse en combate. Esto trajo implícito la elaboración de un código de honor con el fin de hacer previsible el accionar de sus hombres. Fiel ejemplo de esto fue la reacción del sargento Cabral dando su vida para salvar a su jefe.

La necesidad de acuerdos y alianzas se consolida en la Logia Lautaro creada por San Martín y otros patriotas y se disuelve con la finalización de la campaña. Sí, agrego que varios de los oficiales pertenecían a las diferentes Logias Masónicas que funcionaban en esa época en Buenos Aires. Tanto el historiador Pacífico Otero como Benjamín Vicuña Mackena (chileno), manifiestan que San Martín trae dos elementos poderosos: los métodos de las sociedades secretas y la estrategia. Por ello me atrevo a afirmar que Lautaro más que una organización masónica fue política y prestó grandes servicios a la Independencia.

Las instrucciones reservadas que el director supremo Pueyrredón le imparte a San Martín fueron poco difundidas, pero San Martín las llevó a cabo durante su campaña hasta llegar al Perú.

Una vida ejemplar

El prestigio de San Martín luego de San Lorenzo hizo que Belgrano lo pida para que lo secunde en la conducción del Ejército del Norte. Como en Buenos Aires habían decidido su reemplazo, el destino quiso que en Salta, San Martín se diera cuenta de que era imposible avanzar por el norte hasta Perú. Objetivo que desde un comienzo entendió que era necesario para lograr la Independencia. Así queda plasmado en la carta a Rodríguez Peña de 1814, en la que pide ser designado gobernador de Cuyo para organizar su gloriosa campaña para liberar a Chile y Perú.

San Martín exaltó el honor como un valor supremo para quienes lo rodeaban, hizo del sacrificio de su vida privada una ofrenda a su objetivo libertario. Descuidó su salud en pos del objetivo impuesto, evidenciando subordinación personal a la misión encomendada.

Otra característica, fue su rechazo a lo material e indiferencia a los honores. Fue víctima de calumnias e injurias.

Su convicción de no desenvainar su sable en contra de sus hermanos, fue el mejor mensaje que traspasó a sus contemporáneos.

Su esfuerzo y entrega fueron reconocidos por Chile y Perú, además de nuestro país. En 1880, durante el gobierno de Avellaneda, fueron repatriados sus restos como respuesta a su testamento en que pedía que su corazón descansara en Buenos Aires.

Hoy, en noventa y dos países se le rinden homenajes con diferentes monumentos. En las escuelas militares del mundo se estudian sus campañas, por su audacia, ingenio y valentía.

Mi pregunta es qué sabemos del Padre de la Patria, cómo vemos hoy a nuestros grandes próceres que dieron sus vidas por ideales para formar una patria libre y soberana. ¿Se los considera triunfadores o se los trata como a uno más, cubriéndolos en un marco de indiferencia? Qué hace falta para compartir y aprender sobre los valores positivos que trasmitieron nuestros próceres y los que nos legara el general San Martín, sin olvidar que fueron hombres con las mismas virtudes y defectos de cualquier ser humano.

La Asociación Cultural Sanmartiniana, rinde homenaje al “Padre de la Patria” como lo hace desde 1959, año en que se creó por ciudadanos que comprendieron el legado del General.

Tarea difícil la de fabricar los equipos, conseguir la donación de caballos, arneses, armamentos; además de instruirlos y capacitarlos para que estos gauchos de distintas provincias puedan desenvolverse en combate.

Su ingreso a la Escuela Militar, se produce el día 15 de julio de 1789, un día después de producirse la Revolución Francesa cuyo lema fue “libertad, igualdad y fraternidad”, a las que se agregan los términos “propiedad privada y seguridad” menos difundidos.