La política en foco

La pobreza en el sube y baja

Gabriel Rossini

@taperossini

El presidente Mauricio Macri anunció esta semana que el índice de pobreza en el segundo semestre de 2017 fue del 25,7 % en todo el país, 4,6 puntos menos respecto al 30,3 % de igual período de 2016, y 2,9 % inferior al primer semestre de 2017, cuando era del 28,6 %. En tanto, el nivel de indigencia se ubicó a fines de 2017 en 4,8 %, con una reducción de 1,3 respecto a julio-diciembre del 2016.

La baja se dio en un contexto en el que la economía creció 2,9 % en 2017, mientras que el índice de desocupación bajó desde el 7,6 % de finales de 2016 hasta el 7,2 % en el último trimestre del año pasado.

En el aglomerado Santa Fe, en línea con la disminución nacional, la pobreza descendió del 29,3 % hasta el 26,4 % y la indigencia cayó al 3,1 % de la población. Estos números indican que aún 137.606 personas son pobres y 16.241 son indigentes.

En nuestra región, una de las cuestiones a explicar por parte de los funcionarios es por qué el índice de pobreza es superior a la media nacional, si el índice de desempleo es menos de la mitad del nacional (3,3 % en el cuarto trimestre de 2017 contra el 7,2 %). Una primera conclusión indica, según estos números, que la mayoría de los empleos que se generan tienen ingresos que no permiten salir de la pobreza a quienes lo toman, lo que configura un retroceso social y va en contra de cualquier posibilidad de evolución socieconómica.

Los datos de la baja de la pobreza, si bien son alentadores porque indican una mejora, deben ser puestos en contexto para entender cual es el impacto que tienen en la vida cotidiana de todos.

En primer término hay que decir que el segundo semestre de 2017, más por razones electorales que como consecuencia de un proceso de crecimiento e inversión robusto y sostenido, fue el mejor de todos desde que Mauricio Macri asumió la presidencia. Y la comparación interanual con los de 2016, uno de los peores de los últimos años, no podía dar otra cosa que una mejora, de la misma manera que lo dieron los demás índices de la economía.

En segundo término, hay que recordar que las distintas medidas que se tomaron, al margen de su justicia, estuvieron planificadas para que impacten en el tiempo electoral, más allá de necesidades coyunturales. Por ejemplo la prórroga en el aumento de las tarifas de los servicios públicos, el transporte y la suba del dólar, el aumento de las asignaciones que paga el Estado, etc. Nada que no hayan hecho otros gobiernos.

La cuestión aquí es que todos los aumentos de los precios fueron aplicados sin piedad desde que empezó 2018, razón por la cual, si las leyes de la economía funcionan en nuestro país como en el resto del mundo, el avance del segundo semestre de 2017 dará dos pasos para atrás en el primero de este año. La inflación, que según el presidente es el peor impuesto contra los pobres, en el primer trimestre de este año está cerca del 10 %, con especial impacto en el tema alimentos, lo que indica que la situación para la gente está lejos de mejorar.

La lucha contra la pobreza ha sido puesta por Macri entre sus principales objetivos de gestión bajo el lema “Pobreza cero”, una quimera si tenemos en cuenta que, por ejemplo, en Alemania hay más de un millón de personas que reciben ayuda social para poder cubrir sus necesidades básicas, con tendencia a la suba.

Ahora, más allá de las declamaciones y buenas intenciones ¿las medidas que ha tomado su gobierno van en línea con el objetivo propuesto? No. Desde su asunción han aumentado en porcentajes pocas veces vistos los precios de la economía, que provocaron una importante disminución del poder adquisitivo de salarios y jubilaciones, más allá de que algunos economistas intenten demostrar lo contrario. Para ello, basta salir a la calle y preguntarle a la gente.

El presidente ha dicho que ha hecho cosas que hace cien años no se hacían y que ha tenido que tomar medidas para que en el futuro todos los argentinos estemos mejor. Por lo pronto, habrá que ver cuándo es el futuro para Macri y si la gente tiene paciencia para esperarlo. La épica y la promesa de futuros venturosos a cambio de presentes lleno de privaciones y sacrificios solo servirá para ganar más tiempo. Nada más. Solo la creación de puestos de trabajo de calidad a partir de inversiones productivas servirá para avanzar en serio en la lucha contra la pobreza.