ROMAN POLANSKI

Mirada que perturba

En mayo, llegará “Basada en hechos reales”, nuevo trabajo del director polaco cuya vida estuvo marcada por la tragedia y la polémica. El repaso por vida y obra de un cineasta cuyas películas incomodan tanto como su historia.

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En la figura de Polanski confluyen una vida personal controvertida, trágica y un arte inconformista, expresado a través de observaciones que estremecen.

Foto: EFE

 

Juan Ignacio Novak

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“La vida imita al arte mucho más que el arte imita la vida”. La frase de Oscar Wilde tiene numerosos ejemplos, pero en la figura del cineasta Roman Polanski encuentra resonancias particulares. Es que su filmografía refleja una existencia tumultuosa, trágica y polémica.

El director, de 84 años, sigue activo y el 3 de mayo se estrenará en Argentina su último trabajo, “Basada en hechos reales”, sobre una novelista de éxito con un bloqueo creativo y su relación con una joven que aparece en principio como una confidente.

La primera película que le otorgó a Polanski proyección internacional (nominación al Oscar incluida) fue “El cuchillo bajo el agua” (1962). A través de este drama psicológico, el director estableció una de sus marcas autorales: la capacidad para desarrollar climas de malestar y nerviosismo. En el caso de “El cuchillo...” sitúa la acción en un barco en altamar (lo cual provoca una atmósfera opresiva) donde tres personas establecen una lucha de poder con inesperadas derivaciones.

Después dirigió “Repulsión” (1965) un thriller que por momentos vira al surrealismo y abre una mirada punzante sobre el sexo, la locura y la crueldad. En el film, Catherine Deneuve interpreta a una mujer reprimida a quien los varones le provocan a la vez atracción y repugnancia. Cuando se queda sola en un departamento, empieza a tener alucinaciones y a sumirse en la locura.

El Oso de Plata en el Festival de Berlín consolidó a Polanski, que empezó a mostrar su mirada inquietante. Algo que quedó definido con nitidez en “Cul-de-sac” (1966), comedia negra con elementos del teatro del absurdo.

El terror

En su siguiente película, el cineasta polaco demostró que su dominio de los recursos cinematográficos iba más allá de una mirada pesimista de las relaciones humanas. “El baile de los vampiros” (1967), no sólo es una sátira de las películas de terror de la Universal y la Hammer (toma sus códigos y los subvierte hasta confluir en la antológica secuencia de la danza) sino que se sostiene en una eficiente maquinaria de sustos.

El pulso cinematográfico de Polanski quedó plenamente expuesto en “El bebé de Rosemary” (1968) que lo convirtió en director de moda a fines de los ‘60. Esta historia sobre cultos satánicos cerca del Central Park es un desplazamiento pausado al infierno que sigue la premisa de que lo que se sugiere es más aterrador que lo que se muestra. En efecto, el espectador nunca ve al bebé que da título a la cinta si no es a través del personaje de Mia Farrow, sin embargo al final queda con la sensación de haber rozado el mal.

Y en este punto es donde la tragedia entra en la vida de Polanski, que luego se traducirá en el nihilismo que caracterizó a sus trabajos. El asesinato en 1969 de su joven esposa, Sharon Tate, definió no sólo su vida, sino también su arte. De hecho en su “Barrio chino”, émulo setentero de los policiales negros de los ‘40, el final oscuro lo tuvo como artífice principal. El guionista Robert Towne propuso un happy end, pero Polanski insistió con introducir el elemento trágico.

En 1977 a la tragedia personal se sumó el escándalo cuando lo acusaron de violación, lo cual lo llevó a no regresar nunca a Estados Unidos. Desde entonces, siempre en Europa, rubricó filmes llenos de altibajos y búsquedas estéticas, narrativas y temáticas como “Tess” (1979), “Piratas” (1986), “Búsqueda frenética” (1988), “Luna de hiel” (1992) y “La muerte y la doncella” (1994) y “La última puerta” (1999). Lo más destacable de estas dos décadas fue la incorporación de una musa que aparece con frecuencia en sus películas: Emmanuelle Seigner.

Pianistas y escritores

Recién en 2002 un veterano Polanski volvió a descollar cuando filmó “El pianista”, en la cual debió apelar a sus demonios internos, esta vez su infancia en los campos de concentración nazis. El film es un relato descarnado centrado en las tribulaciones del músico polaco Wladyslaw Szpilman quien tras su confinamiento en el ghetto de Varsovia intenta sobrevivir sin abandonar la música.

La película, que se nutre de una actuación monumental de Adrien Brody, quien asumió un desafío incluso físico para responder a las exigencias del personaje, ganó tres Oscar entre ellos el Mejor Director, una categoría en la cual competían ese mismo año Rob Marshall, Martin Scorsese, Stephen Daldry y Pedro Almodóvar.

Tras este film, Polanski dirigió “Oliver Twist” (2005), inspirada en la novela de Dickens, donde no aparecen sus rasgos autorales, “El escritor oculto” (2010), que tampoco posee su sello a pesar de ser un sólido thriller, la fallida “Un dios salvaje”, que recrea las tensiones entre dos matrimonios que se reúnen para hablar sobre una pelea que han mantenido sus hijos en un parque y “La piel de Venus” adaptación de una obra teatral. Resta ver si en “Basada en hechos reales” recupera sus mejores registros.

Documentales

Existen un par de documentales que exponen las partes más controvertidas de la vida de Roman Polanski, ambos dirigidos por Marina Zenovicha. Uno es “Roman Polanski: Wanted and Desired” (2008), una mirada al escándalo que determinó la marcha de Estados Unidos de Roman Polanski, cuando fue condenado por estupro al mantener relaciones sexuales con una menor en 1977. El otro es “Roman Polanski: Odd Man Out” (2012) que sigue el arresto en Suiza del cineasta Roman Polanski en 2009, por el caso de abuso sexual en 1977.