Fue en el Master de Augusta, en 1968...

Cuando De Vicenzo no pudo ganar por error de un colega

Es una de las anécdotas más famosas que contaba el gran golfista argentino, uno de los deportistas más importantes que tuvo nuestro país en toda su historia.

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Hace 50 años. Roberto De Vicenzo se quedó sin festejar la obtención del Master de Augusta por un error en la tarjeta. Foto: Archivo

 

Tomás Rodríguez

Hace poquito más de medio siglo, el 14 de abril de 1968, en su cumpleaños 45, Roberto De Vicenzo considerado el máximo exponente de la historia del golf argentino y ganador del Abierto Británico en 1967 e inspirador de las siguientes generaciones de dicho deporte en nuestro país, perdió la chance de consagrarse campeón del Masters de Augusta, uno de los cuatro torneos más importante del universo, por un error de anotación de su compañero de juego Tommy Aaron.

El estadounidense le había anotado cuatro golpes al argentino en el hoyo 17, en lugar de los tres que había realizado para el birdie. Pero De Vicenzo jamás revisó sus tarjetas al final de la competencia y las firmó con el golpe de más.

Por las reglas del deporte, el comité del torneo le concedió entidad a lo presentado por el golfista argentino porque registraba más golpes (si eran menos, lo hubiesen descalificado). Por el error, De Vicenzo culminó segundo y le adjudicaron el Grand Slam a Bob Goalby, con quien hubiera jugado un desempate.

Valores éticos

Si no fuese por ese error, en el cual se efectuó un golpe de más, tuvo la posibilidad de adjudicarse el juego. Pese a perder la “chaqueta verde” no se inmutó, fruto de sus valores éticos personales.

Cuando De Vicenzo se enteró del error que había cometido, se limitó a expresar una frase que quedó para la historia: “¡Que estúpido soy!”. Su caballerosidad deportiva quedó reflejado porque nunca culpó ni a Tommy Aaron, quien había completado su tarjeta, ni al comité, que se limitó a aplicar las reglas.

Por ello, el jugador argentino siempre fue respetado y reconocido igualmente en todo el mundo por su hombría de bien, siendo un ejemplo en esta disciplina deportiva, con tal motivo —desde ese momento— fue invitado a participar en numerosos torneos en los cinco continentes, recibiendo la admiración y consideración de los dirigentes, colegas, periodistas y público en general de todo el universo.

Otros éxitos

Debe apuntarse, al propio tiempo, que De Vicenzo fue campeón de majors y también mundial por equipos integrando la selección Argentina en Montreal 1953 e individual del Mundial PGA —antiguamente el torneo universal conocido como Golf Canadá CUP— en tres ocasiones.

En 1967 Y 1970, el Círculo de Periodistas Deportivos le otorgó el Premio Olimpia de Oro. Asimismo, desde 1989 forma parte del Salón de la Fama del Golf Mundial.

Por otra parte, en 1980, la Fundación Konex le concedió el Premio Konex de Platino como el mejor golfista de la historia en la República Argentina; junto al balcarceño Juan Manuel Fangio, quintuple campeón mundial de automovilismo y considerado el mejor piloto de Formula Uno del Siglo XX; el futbolista Diego Armando Maradona (campeón mundial juvenil en Japón en 1979 y de mayores en México en 1986); el incomparable boxeador santafesino Carlos Monzón, titular mundial de peso medio y el tenista marplatense Guillermo Vilas (revolucionó y popularizó el deporte blanco).

Cabe señalar que el PGA Tour Latinoamérica decidió instrumentar el Premio “Roberto De Vicenzo” para los golfistas que obtengan la Orden de Mérito en cada temporada.

Su trayectoria

De Vicenzo nació en las cercanías de la actual Estación Chilavert, en Villa Ballester —al norte del conurbano bonaerense— el 14 de abril de 1923, en un marco de carencias económicas aprendió el oficio de caddie. Allí descubrió su talento natural para el golf y su fortaleza física, que terminaron prevaleciendo y trascendió en la élite mundial de la disciplina.

A lo largo de su infancia y adolescencia vivió en el barrio porteño de Villa Pueyrredón, en una casa sobre la calle Cuenca cerca de la estación ferroviaria de Miguelete, en el límite con el partido de San Martín.

Cuando tenía 9 años de edad se inició como caddie en un club de la zona y en 1933 jugó su primer certamen de golf. Poco después ingresó en el Ranelagh Golf Club de Berazategui, localidad en la que residió desde entonces.

A partir de allí escribiría una carrera increíble en la historia del deporte; ganó 231 torneos, incluidos cuatro certámenes del PGA Tour y el Abierto Británico de 1967, en el cual venció a grandes oponentes como el estadounidense Jack Niclaus y el sudafricano Gary Player y se ganó un lugar en el Salón de la Fama.

Roberto De Vicenzo, el jugador número uno del golf argentino, falleció el 1 de junio de 2017, a los 94 años, por causas naturales, acompañado de familiares y amigos en su casa de Ranelagh. Sus restos fueron inhumados en el Cementerio Parque Iraola de la localidad de Berazategui.

Frases famosas

  • “En 1950 me invitaron a Europa viajando en un viejo barco de la Segunda Guerra Mundial. ‘¿Y si se hunde?’, pensé. Así que invité al riocuartense Antonio Cerdá, Eduardo Blasi y Ricardo Rossi. Si me ahogaba, por lo menos los más destacados rivales argentinos venían conmigo”.
  • “De haber sido boxeador y no golfista, habría sido como los otros boxeadores, Además tendría la nariz más chata porque, ¿quién no le pega a mi nariz”.
  • “El golf fue y es mi vida”.
  • “Uno pierde la fuerza, pero no pierde la mente”.
  • “Un día vino un político a mi cancha de golf y me ofreció un lugar en su actividad. Le expliqué que todos los días llegaba, me tomaba un café y caminaba cinco horas. ‘¡Qué linda vida!’, exclamó. Yo le contesté: ‘¿y usted me la quiere cambiar? Déjese de joder”.
  • “En casa, muchas veces faltaban cosas para comer, entonces me las rebuscaba sacando las pelotas de la laguna del Club Argentino de Migueletes. Le fui tomando el gusto al golf y cuando mamá me mandaba de compras para la casa, iba por las calles de tierra pegándole a las piedras con un palito”.
  • “Lo más importante es la relación humana que gané”.
  • “La vida es difícil y aquel que no aprende va a estar postergado en la escala laboral. Hay que formarse para tener la posibilidad de defenderse de la vida”.
  • “Yo decía que hablaba con el árbol y que, cuando el árbol contestaba, dejaba de entrenar”.
  • “Con la trampa le sacás algo al otro y te sacás todo vos mismo. Una trampa anula lo bueno que puedas haber hecho antes. Si se respetaran reglas, reglamentos y leyes, el mundo sería mejor y la vida resultaría mas agradable. Hay que ser correcto aunque a veces no te convenga o duela”.