Diferentes grupos políticos movilizados en la Plaza Italia

Gris, el tono dominante en la Legislatura

El gobernador no se detuvo a saludar a los simpatizantes socialistas. La Corriente Clasista y Combativa y otros militantes de izquierda protestaron contra tarifazos y despidos.

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El gobernador recibido en la explanada de Legislatura por los jefes de bloque del Senado: Michlig, Traferri y Enrico. Los tres habían compartido con él la Cámara entre 2011 y 2015.

Foto: Luis Cetraro

 

Mario Cáffaro

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Sobre el mediodía, la lluvia era copiosa en la zona de Legislatura. Los técnicos de televisión retiraban los cables que habían utilizado para la transmisión; unos pocos legisladores permanecían en el hall o en sus oficinas y en la puerta solo quedaba el solitario reclamo de uno de los integrantes de ‘Paren de Fumigar’ exigiendo prohibir el glifosato. En menos de tres horas pasó toda la actividad que rodeó a la presencia del gobernador Miguel Lifschitz para leer su mensaje ante las cámaras legislativas.

A diferencia de otros años, la plaza no fue toda socialista. Es más, las banderas de la izquierda sobresalieron sobre los trapos socialistas ninguno de los cuales pedía la reforma constitucional. Contra los tarifazos y los despidos se movilizaron la Corriente Clasista y Combativa, grupos nucleados en Paren de Fumigar y simpatizantes del Frente Social y Popular. Los diputados Carlos Del Frade y Mercedes Meier le hablaron al grupo y fueron aplaudidos.

El gobernador ingresó por Urquiza y bajó raudamente del automóvil sin detenerse a estrechar brazos y fotografiarse con los militantes socialistas que lo esperaban. En cambio, Lifschtiz se abrazó con los senadores Armando Traferri, Felipe Michlig y Lisandro Enrico que habían sido designados por la Asamblea Legislativa para integrar el comité receptor del mandatario.

Los pasos protocolares se cumplieron a rajatabla. La banda saludando el paso de Lifschitz hasta el recinto de Diputados. El saludo de las autoridades, la ejecución del Himno Nacional y cuando comenzó la lectura del mensaje, los músicos y los dragones del Brigadier que se retiraron del edificio. A Lifschitz lo esperó un recinto con demasiadas sillas vacías en los lugares reservados para invitados e incluso barras ocupadas por funcionarios y familiares de legisladores. Apenas cinco de los 22 legisladores que tiene Santa Fe en el Congreso dijeron presente. Ninguno de los tres senadores ni el oficialista Luis Contigiani estuvo. En cambio, se los vio a los justicialistas Alejandra Rodenas, Marcos Cleri y Josefina González; al radical Hugo Marcucci y al macrista Lucas Inccico. En la primera fila, el presidente de la Corte Suprema de Justicia, Rafael Gutiérrez. Más atrás, ya entre ministros y legisladores el procurador de la Corte, Jorge Barraguirre, y los titulares de los dos cuerpos del sistema penal, Jorge Baclini y Jaquelina Balangione. También en primera fila, los intendentes de Santa Fe, José Corral, y de Rosario, Mónica Fein. El ceremonial se ocupó también de darle una silla privilegiada al concejal frentista santafesino Emilio Jatón.

De Legislatura a Gimnasia

Desde la barra, la hora del discurso de Lifschitz fue cortada en 22 ocasiones por aplausos. El más efusivo fue cuando Lifschitz mencionó a Hermes Binner -también en primera fila- por haber ido a la Corte nacional con el reclamo de coparticipación.

Segundas líneas del gabinete y asesores seguían el discurso desde el Senado donde se instaló una pantalla. Afuera, se podía seguir el discurso desde otra pantalla gigante pero la intensidad de la lluvia obligó al rápido despeje de la plaza. En la parte final, largos párrafos de Lifschitz para la necesidad de la reforma constitucional.

Antes de la Asamblea Legislativa sesionaron ambas cámaras. En Diputados, el jefe de bancada del Frente Progresista, el socialista Eduardo Di Pollina, pidió trasladar hasta el jueves el tratamiento de Asuntos Entrados, Preferencias y Orden del Día. En los Asuntos Entrados está el mensaje sobre reforma constitucional del Poder Ejecutivo que recién tendrá estado parlamentario ese día.

Tras la Asamblea, Lifschitz fue al brindis con dirigentes gremiales en Casa Gris acompañado por su gabinete y el presidente de la Cámara de Diputados, Antonio Bonfatti. Juntos luego fueron a la comida socialista en Gimnasia y Esgrima donde fueron oradores de cierre junto a Enrique Estévez.

Las palabras de una hora clave

El discurso del gobernador Miguel Lifschitz se extendió por apenas una hora.

Dos veces usó la palabra “vibrante”. Para cargar con ese adjetivo a la democracia, a la que concibe como un sistema que también “debe incomodar” al statu quo y para recordar la Reforma Universitaria del 18 y su manifiesto preliminar “que todos compartimos”.

Para aludir a las tarifas, a la lucha contra la pobreza, a la seguridad, la violencia y el narcotráfico, usó 5 veces la palabra “complejo”. Pidió no simplificar las respuestas que puede dar el Estado en todas esas materias y aseguró que Santa Fe, desde que gobierna el Frente tiene respuestas diferentes a las que se han ensayado a nivel nacional tanto el anterior como el actual gobierno.

Once veces hubo términos que llevan la raíz “narco”, para hablar del problema del “narcotráfico”, de los “narcotraficantes” y del “narcomenudeo” que ahora Lifschitz pretende pasar a la competencia de los jueces y fiscales provinciales.

Citó sólo a dos autores. Al premio Nobel de economía de 2014 y a un filósofo, precursor del idealismo alemán. “Yo pienso, como dice el Premio Nobel de Economía, Jean Tirole, en una economía del bien común, una economía que busca el bienestar para la comunidad, y que engloba la dimensión individual y la dimensión colectiva de los sujetos”, dijo el gobernador. Aseguró que “hay límites morales al mercado” y que “el Estado y la política son los responsables de poner esos límites”.

“No todo tiene precio. Lo que tiene precio puede ser sustituido por algo equivalente dice (Immanuel) Kant, pero lo que se halla por encima de todo precio, y por tanto no tiene nada equivalente, eso tiene dignidad: la vida, las personas, la comunidad, la patria, el planeta”, expresó.

“Yo creo en una economía de mercado que sea no sólo un espacio de competencia sino también de cooperación. Y en una fiscalidad redistributiva, porque si hay algo que el mercado no garantiza, es justamente redistribución de la riqueza”.

Lifschitz fue duro con “el neoliberalismo” El mundo que viene nos desafía a dejar de lado el manual del neoliberalismo, no sólo el manual de recetas económicas, sino sobre todo el manual de valores, que es el manual del fracaso. El aumento permanente del consumo y la concentración económica no lo resiste el planeta y nos lleva inevitablemente a una catástrofe ambiental y social”.