Magalí Tajes en Santa Fe

Nosotros y los miedos

La comediante y escritora se presentará con su primer unipersonal, titulado “Los otros”, en el que explora los monstruos interiores de la sociedad. En diálogo con El Litoral, la autora de “Arde la vida” y “Caos” habló de humor, psicología y un fenómeno en expansión.

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“Es un espectáculo que pisa fuerte en la narrativa y el humor viene a reforzarlo”, afirma Tajes.

 

Ignacio Andrés Amarillo

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Magalí Tajes llega a Santa Fe con su primer unipersonal, titulado “Los otros”. Un espectáculo de comedia que cree que los monstruos más grandes no están abajo de la cama, sino adentro de la cabeza. Será el próximo domingo 13 desde las 20 en el Centro Cultural Provincial Francisco “Paco” Urondo (Junín 2457).

Tajes viene abriendo nuevos caminos: con más de 700.000 seguidores en redes sociales, trabaja como comediante de stand up desde 2013. Publicó “Arde la vida”, su primer libro, en noviembre de 2014 (ya va por su quinta edición) y hace pocos días sacó a la luz su segundo material, “Caos”, con gran éxito de ventas.

Las anticipadas se consiguen en boletería del CCP o con tarjeta de crédito en magalitajesensantafe.eventbrite.com. Los precios son los siguientes: platea preferencial (Fila 1 a 3) $400 (venta exclusiva online); platea baja y palcos $320; generales (planta alta) $280.

El Litoral dialogó con Magalí para conocer más sobre el universo de esta figura ascendente del humor con contenido.

Inconsciente

—Hablás de los monstruos, que los más grandes están en la cabeza de uno. ¿Cuáles son los principales monstruos con los que lidiamos todos los días?

—Son la culpa, me parece, y la imagen. Creo que estamos en una época en la que la imagen importa muchísimo, y los otros (justamente) invaden nuestras decisiones y nuestra forma de vivir. Los grandes miedos surgen de ahí: de la culpa y de creer que la imagen es lo más importante.

—Estudiaste psicología. ¿Cuánto influyó eso en esta forma de ver el humor?

—Creo que muchísimo: siempre me intrigó la mente de las personas. La risa y la psicología tienen mucho que ver, porque ambas dependen de la conexión que uno tenga con el inconsciente del otro. Mi inquietudes y mi manera de hacer humor parten de la misma base, que es cuestionar ciertas cosas que parecen naturales y jugar un poquito con eso.

—Hace poco sacaste tu segundo libro, “Caos”. ¿De qué se trata?

—Es una fiesta en una casa que tiene diferentes puertas. En cada puerta van pasando cosas distintas: hay puertas de textos sociales, hay una puerta de ficción, una que sólo tiene textos de amor; y la puerta del baño, donde están solos, con textos más tristes y vomitivos. Es una fiesta un poco triste, pero caótica: se entiende que todos estamos habitados por diferentes personas y justamente nuestro caos es lo que más nos define.

Volver a pensar

—Últimamente parece que la realidad tiende a ir más rápido de lo que se puede escribir. ¿Cuál pensás que es el desafío del humor en este tiempo?

—Desde mi perspectiva es hacer reír con cosas que también te hagan pensar. Sobre todo en una época de crisis en la Argentina (igualmente, ¿cuándo no estuvo en crisis la Argentina?): creo que para la gente, en el medio de su vida (con 70 millones de problemas), el espacio de la risa es importante de encuentro con ellos mismos; y también te saca de tu vida cotidiana. Te hace mirar para adentro, y también preocuparte menos por pavadas y más por cosas que tengan sentido, como el amor, la poesía o lo que sea.

—¿Cómo es tu proceso a la hora de escribir, y de renovar los monólogos?

—A la hora de escribir, en “Los otros” hubo un director, que se llama Pablo Picotto: con él estuve cuatro meses ensayando, dos horas dos veces por semana. Fuimos construyéndolo desde el lugar de: “Bueno, qué quiero contar yo con este espectáculo”, y después fuimos agregando los chistes. Es un espectáculo que pisa fuerte en la narrativa y el humor viene a reforzarlo. Todo entra mejor con risa, toda situación queda muchísimo mejor si se le agrega humor, y es lo que hacemos. Hacemos pochoclo con el humor, pero también contamos una buena película.

No era de escribir mi material, era de tener una frescura más fuerte en el escenario, pero acá pude lograr las dos cosas: escribir un guión fuerte, que se fue transformando mucho con las actuaciones.

Devolución

—¿Qué cosas te han sorprendido de la respuesta del público? Por ahí decís “con esto los mato” y no pega tanto.

—Eso pasa. Igualmente, cuando se le tiene mucha fe a algo si no impacta a las primeras veces le encontrás la vuelta para que lo haga. Uno se casa con algunos chistes, y por ahí hay que aguantarlo diez, 15 funciones, y encontrarle la vuelta. Hubo chistes que al principio no funcionaban y le encontrábamos la vuelta en el escenario: vas percibiendo cómo está la gente con ese tema, y por ahí tenés que cambiar una sola palabra, o hacer una cara. El humor tiene mucho de que el otro adivine el cambio de sentido.

Igualmente, si un chiste no funciona nunca; después de determinado tiempo lo abandono, porque lo importante es que la pase bien el público.

—¿Y algo que hayas pensado “sólo lo van a entender mis amigos, o cierto grupo”, y luego pegaron?

—Como hablo mucho de mi infancia, hay ciertas cosas que mis amigos súper saben, porque las vivieron, porque fuimos al mismo colegio. Pero la verdad es que si el chiste no aporta... Había un chiste que me encantaba sobre la portera de mi colegio, causaba gracia y todo, pero no era fundamental, y por ahí me robaba tres minutos que, en un espectáculo de una hora 20, si se pueden recortar mejor.

La idea es que la gente se vaya con ganas de volver a ver, y contenta con lo que vio. Más de una hora 20 escuchando a una sola persona es muchísimo.

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La artista es su faceta de escritora, presentando “Caos” en la Feria del Libro de Buenos Aires.

Fotos: Gentileza producción

Incomodidad

—¿Hay algo con lo que no te animes a hacer humor? O que digas: por ahí no es el momento histórico...?

—Lo que pasa es que las cosas para las que no estoy lista para hacer humor no me inquietan todavía. Creo que hago humor con lo que me incomoda y con lo que me cuesta. Quizás sí hay un montón de temas que no toco pero porque todavía no está prendida la llama de eso. Hago humor feminista y político en algún sentido, pero siempre es algo que se desliza y que queda ahí: no hay cinco minutos hablando de feminismo o de política. Se deslizan en medio del todo.

—¿Qué cosas te hacen reír a vos, o qué artistas?

—Artistas de acá me hacen reír mucho Charo López, Pablo Picotto (mi director), Roberto Moldavsky y Martín Pugliese. Ésos son los cuatro que veo de acá, pero la verdad es que cuando una va trabajando de una cosa tiene bastante adivinado el detrás de escena, y te sorprende menos. Así que me termino riendo con lo más básico: videos de perritos, de golpes y cosas así (risas).

Sí, hay algunos artistas internacionales a los que admiro mucho, porque tienen un estilo bastante de humor. Pero en general cualquier cosa que me sorprenda, que vaya para un lado contrario a lo que esperaba, causa el efecto de la risa.

Redes y giras

—Se habla de vos dentro de la camada del “humor 2.0”, a través de las redes (que a veces usás para cosas serias). ¿Cómo te sentís con esas etiquetas?

—Es algo difícil a veces, que piensen que vos sos un producto de la red social. Es cierto que la red social es lo que me empujó y me hizo conocida, pero no me siento una instagramer. Creo que Instagram es un canal de difusión, así como Maluma no es youtuber: usa YouTube para difundir sus videos. Creo que a veces ese mote es el que usa la mayoría de la gente y la prensa, pero no me siento tan instagramer como sí comediante y escritora, algo que hago hace más de cinco o seis años.

—Sacaste el libro, tu unipersonal dando vueltas. ¿Qué se viene para el futuro cercano?

—Lo que me espera es girar con mi espectáculo y con mi libro, que están abriendo puertas para visitar diferentes países de Latinoamérica, y ojalá que en algún futuro también se dé Europa. Nunca sabés cuál es el techo de estas cosas, porque a veces se dan cosas increíbles: el libro salió hace unos días y está número uno en ventas del país. No tenés cabeza para dimensionar todo lo que pueda ser un trabajo artístico.