Obra superlativa en la Sala Marechal

La potencia del arte

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Desde la abrumadora presencia de la soledad, el vacío y una triste cotidianeidad se destila el encuentro de estos dos hombres en el mundo. Foto: Manuel Fabatía

 

Roberto Schneider

“El trinche... el mejor futbolista del mundo” se presentó en la Sala Marechal del Teatro Municipal. El texto fue escrito por el consagrado dramaturgo, ensayista y director argentino radicado en España Jorge Eines y José Ramón Fernández, con el fin de retratar primero la figura de Tomás Felipe “Trinche” Carlovich, considerado por muchos expertos como el mejor futbolista de toda la historia. La obra que ahora se presentó resulta una puesta en escena de instantes de la vida del afamado personaje rosarino y su encuentro con un joven periodista con el que se reúne para armar un partido homenaje. Así el Trinche, el hombre, se transforma en personaje de su propia vida, y esta magnífica obra construye una mirada ficticia anclada en la más cruda realidad.

Los juegos de infancia, las miserias y los pequeños instantes de gloria de un jugador de fútbol, la mirada de los otros, la dura convivencia con un entorno social casi pueblerino, son fragmentos del recorrido propuesto por los textos que permiten reconstruir el paisaje interior del jugador. Un paisaje en el que, finalmente, la más clara certeza reside en la potencia del arte, en la capacidad del ser humano para sobrellevar, con su oficio, la tarea de vivir.

Desde la abrumadora presencia de la soledad, el vacío y una triste cotidianidad se destila el encuentro de estos dos hombres en el mundo. Una equilibrada y ascética escenografía se transformará en otros espacios más. Ternura, desencuentros, emoción e incomunicación y también un indisimulable contacto con la pasión hila el crecimiento. Hay en “El Trinche...” un concepto del teatro en profundidad, un texto bello, dolorosamente poético, que habla sobre la sinrazón del ser humano, sobre nuestras miserias, nuestras penas y nuestros instantes sublimes.

Ese texto profundo de Eines y Fernández permite establecer la presencia de un personaje -magníficas actuaciones de los actores Claudio Garófalo (también soberbio cantante) y Lucas Ranzani (emotividad pura, dicción perfecta y absoluta entrega)- de carne y hueso, verdadero, con historia y motivaciones, con hastío y anhelos, víctima y verdugo, como todos. Y hay un desarrollo dramático que participa de la emoción, de las ideas y del interés hasta dejar al espectador comprometido.

El montaje soberbiamente dirigido por Jorge Eines nos introduce en los cada vez más complejos estratos de una personalidad para terminar componiendo una historia rica y compleja, construida sobre la base de aristas y sutilezas: el enfrentamiento del ser humano con su universo más íntimo.

Una apuesta difícil, la de reivindicar el teatro de la palabra en un tiempo de imágenes espectaculares; la de plantear problemas profundos en una época de banalidades consumistas; la de hablar del individuo, en días de tensiones sociales. Un reto del que los hacedores de “El Trinche...” salen más que airosos. Hay en escena dos actores que ofician el milagro de la transmutación. Con sus comprometidas y entrañables interpretaciones destierran por momentos el dominio de la palabra y con el fluir de los silencios, la intensidad de los gestos o la hondura de sus trabajos convierten el texto en vida, en carnalidad mensurable, tangible, en teatro. A través de sus rostros y de sus cuerpos resumen la verdad, la vulnerabilidad. Para que el espectador se sienta parte de ese paisaje en el que la palabra juega con un ritmo cuidado, con un rigor impecable, donde sobrevuela una tenue emoción, una sutil poesía del sufrimiento o la vida misma.