llegan cartas
Corazones de carne
ELENA SUÑÉ
Viernes por la mañana, hora temprana, viajando en el colectivo. El niño de grandes ojos color café, de mirada triste, silenciosamente repartía tarjetitas. No estaba en la escuela... buscaba unos pesitos, seguramente su comida del día o para llevarle a su mamá.
Dolía ver la tristeza de esos hermosos ojitos color café. ¿Desde qué hora estaría en esa faena?
Y cuántos chicos más hay, en otros lugares, con miradas y corazones tristes, sin abrigo, sin comida, sin posibilidades de un porvenir. Cada vez más... Sólo atiné a pedirle a Dios por él, con la esperanza de que sólo el Padre todopoderoso puede hacer el milagro en ese futuro.
Y recordé la reciente e impresionante exposición del Dr. Abel Albino, pediatra y defensor de la vida de los niños -en todas las etapas de la niñez-, en la Cámara de Diputados, el día 17, en el debate realizado sobre el tema salud y aborto. Vibró el aplauso sostenido de los presentes. Y pensé que en la Cámara hay personas que están levantando la voz por los que no tienen voz, como dice la Palabra.
Dios tenga misericordia, convenza de pecado y ponga corazones de carne en lugar de corazones de piedra... Que sean cada vez más los que luchen y breguen por el bienestar de los niños, el futuro del país.
El Dr. Albino terminó su alocución, exclamando el poema de Gabriela Mistral, “Piececitos”:
Piececitos de niño,
azulosos de frío,
¡cómo os ven y no os cubren,
Dios mío!
¡Piececitos heridos
por los guijarros todos,
ultrajados de nieves
y lodos!
El hombre ciego ignora
que por donde pasáis,
una flor de luz viva
dejáis;
que allí donde ponéis
la plantita sangrante,
el nardo nace más
fragante.
Sed, puesto que marcháis
por los caminos rectos,
heroicos como sois
perfectos.
Piececitos de niño,
dos joyitas sufrientes,
¡cómo pasan sin veros
las gentes!