Macri y los gobernadores

Las porciones del ajuste

El jefe de Estado de Córdoba pasó por la Casa Rosada para hablar de lo que implicará el acuerdo con el FMI en las provincias. Santa Fe, por ahora, no está en la agenda.

Juan Schiaretti se entrevistó ayer con Mauricio Macri; hoy lo hacía el puntano Alberto Rodríguez Saá. El cordobés no hizo declaraciones ayer tras salir de su encuentro en la Casa Rosada, al que también asistió el ministro del Interior, Rogelio Frigerio. Fue el primero tras la firma del acuerdo con el Fondo.

La Casa Rosada trabaja el estrecho margen político para las aún no detalladas condicionalidades del FMI; los jefes distritales no ignoran que parte del recorte será en obras públicas nacionales en territorios provinciales; también saben que los recursos de asignación no automática son un arma discrecional que el presidente usará para compartir los costos políticos del ajuste en el año electoral.

Si hay consensos será por vía de los espantos comunes. La semana pasada ya pasaron por Buenos Aires (antes de la firma del entendimiento) el tucumano Juan Manzur, el sanjuanino Sergio Uñac, el chaqueño Domingo Peppo, el rionegrino Alberto Weretilneck y la santacruceña Alicia Kirchner. Frigerio atendió por su parte a los gobernadores Gildo Insfrán (Formosa), Rosana Bertone (Tierra del Fuego) y Omar Gutiérrez (Neuquén).

¿Miguel Lifschitz no está en la lista? Mañana se verá en Córdoba -por los 100 años de la reforma universitaria- con varios de sus pares. El anfitrión podrá comentarle al santafesino algo de lo que vendrá, si es que Macri se lo anticipó en reserva.

Por ahora, el ministro santafesino de Hacienda, Gonzalo Saglione, viene recordándole a quien quiera oír -desde su cuenta de Twitter- que Santa Fe sigue esperando con paciencia por el fallo que debe cumplir Nación para pagar su deuda a la provincia, y que además el gobierno federal sólo ejecutó en cuatro meses un 10% de los $5.590 millones presupuestados para obras nacionales en suelo santafesino.

De todas maneras, la cuestión central de un eventual y difícil acuerdo se definirá en Diputados cuando se trate el presupuesto 2019 y su suerte estará en manos del peronismo. En particular, del massismo y de Diego Bossio, que tiene los eventuales votos necesarios para “consensuar” con el oficialismo y poder determinar quién suma su cuota -y de cuánto será- en el recorte que para los distritos no será menor a los $100 mil millones.

En esa línea, estarían trabajando Horacio Rodríguez Larreta y María Eugenia Vidal, dos viejos conocidos de Massa que ya se han encontrado “casualmente” con el ex intendente de Tigre. La Ciudad Autónoma y la provincia de Buenos Aires han sido por lejos los distritos más beneficiados por la política centralista de Cambiemos a la hora de rediseñar la coparticipación y asignar obras; los gobernadores (agraciados en menor medida pero liberados del yugo cristinista) no olvidan el detalle cuando hablan con Frigerio.

Como el ajuste bien entendido empieza por casa, Macri está ultimando los detalles de un decreto que recorta salarios de funcionarios públicos. El presidente se ha mostrado reacio hasta aquí a recortar ministerios; las superpoblación de carteras es un flanco débil que ofrece el mandatario mientras reclama racionalidad administrativa.

Desembolso

Federico Sturzenegger volvió a intervenir hoy en el mercado de divisas para “suavizar” las subas del dólar; en una semana más el ministro de Finanzas, Luis Caputo, tendrá en sus manos los primeros U$S 15 mil millones desembolsados desde el FMI y allí se verá cómo aplica la nueva escena en la que los “verdes” no serán vendidos al Banco Central. Ese manejo perfilará no sólo el valor del dólar en el mercado oficial sino la suerte de cada sector económico. De la cotización de la divisa, dependen importaciones y exportaciones, pero también el nivel de inflación que podría alcanzar hasta 4 % este mes.

Recesión

Si se hace el mal “todo junto” como sugiere Maquiavelo, restará ver la sustentabilidad política interna del ajuste. Y eso dependerá y mucho de cómo evolucionen tanto el nivel de actividad (el año terminaría con uno o dos trimestres de recesión) como la inflación que impactará en el vínculo del gobierno con la CGT, pero sobre todo en la capacidad de consumo y los niveles de pobreza. Se estima que en el nuevo escenario habrá aún tasas muy altas (hoy en orden del 40%) y mejor horizonte para la ortodoxia antiinflacionaria del Banco Central, que ya no financiará al Tesoro con Lebacs.