Falta seguridad vial

Niños en riesgo: ¿cómo llegan y se van de las escuelas santafesinas?

Un relevamiento en los establecimientos ubicados en distintos puntos de la ciudad detectó que el entorno escolar no es un lugar seguro para los chicos de la ciudad. La voz de especialistas, padres y directivos.

Motos que circulan por la vereda y sus ocupantes, sin casco; padres que estacionan en doble fila y no usan la senda peatonal y ausencia de inspectores, algunas de las situaciones más graves que se observaron.

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Sin casco. Varias motos circulan por las veredas de las escuelas, muchos conductores no llevan casco y tampoco para los menores que transportan.

Foto: Guillermo Di Salvatore

 

Tomás Rico

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“Siempre estacionás mal, papá”, le dijo una nena de unos 8 años a su padre cuando salían tomados de la mano de la escuela Sara Faisal, a paso apresurado porque el auto estaba estacionado en doble fila. Situaciones como éstas se evidencian en el ingreso y egreso de los diferentes establecimientos educativos de la ciudad, tanto estatales como privados, y ponen en riesgo a los niños.

Es que es tanta la cantidad de vehículos que llega casi al mismo tiempo a un mismo lugar, que el espacio de las calles resulta insuficiente. A esto se suma la mala conducta de muchos conductores y peatones que, a veces, producen accidentes.

“En 2013, Marcos tuvo un accidente de tránsito a la salida del colegio; en la esquina de Moreno y 25 de Mayo un taxi lo chocó. Él cruzaba la calle por la senda peatonal y el taxi dobló y lo impactó en su pierna izquierda, ocasionándole una lesión importante, física y psicológica porque quedó con mucho miedo durante un tiempo al cruzar la calle. Fue un accidente ‘con suerte’ porque el taxi no venía a gran velocidad”, relató Fernanda, la mamá de Marcos.

Observación

Para evaluar cómo es la seguridad vial en el entorno escolar, El Litoral recorrió algunas escuelas, ubicadas en distintos puntos de Santa Fe. Para el relevamiento se eligieron, teniendo en cuenta las diferentes zonas donde se ubican, la Unión y Benevolencia Dante Alighieri (microcentro); la escuela Sara Faisal (sureste); la Nº 19, Juan de Garay (noroeste); la Falucho (oeste); y la Sagrado Corazón de Jesús (suroeste). Se consultó, también, a padres y docentes de otros establecimientos.

Para cada escuela se consideró la puerta de acceso al centro educacional, como también las vías circundantes al punto de ingreso y egreso. En este entorno se analizaron las conductas de los padres y madres, en relación al respeto por las normas de tránsito al momento de dejar o retirar a sus hijos y la infraestructura vial existente o ausente.

¿Estacionan en lugares indebidos? ¿Respetan el espacio destinado a los transportes escolares?; en el caso de las motos ¿usan el casco todos los ocupantes? ¿Cuántas personas se trasladan en el motovehículo?

Por otra parte, ¿hay señales de tránsito, ya sea horizontal y/o vertical? ¿están presentes los inspectores de tránsito para ordenar la movilidad y dar seguridad a los alumnos?

¿Qué se detectó?

—La escuela Unión y Benevolencia Dante Alighieri, ubicada en calle 25 de Mayo entre La Rioja y Tucumán (pleno microcentro), cuenta con un lugar exclusivo para el estacionamiento de los transportes escolares, espacio demarcado por dos conos, pero hay conductores que estacionan igual (ver foto).

En la cuadra no se puede estacionar: está prohibido —hay línea amarilla—, de igual manera los padres paran por algunos minutos para buscar a sus hijos. En cuanto a la señalética vial hay carteles verticales que indican la proximidad a un establecimiento escolar, además frente a la puerta de acceso hay una barrera de contención. Al estar su edificio del lado derecho, los niños no tienen necesidad de cruzar de calle para subirse al auto, siempre que los padres logren estacionar en la misma cuadra. La presencia de dos inspectores de tránsito en el horario de salida de los alumnos hace que no haya autos en doble fila y que la permanencia, de los que no respetan la prohibición de estacionar, sea esporádica.

—En la salida del colegio primario de la Sara Faisal (25 de Mayo entre Moreno y Corrientes) no hay semáforo, los embotellamientos se repiten a diario y la ausencia de inspectores hace que las normas de tránsito se respeten menos. Cuando se realizó la observación, el lugar destinado a los transportes escolares —donde hay un cartel que indica horario exclusivo— estaba ocupado por vehículos particulares y ninguna de las tres combis que llegaron al establecimiento pudieron estacionar en su ubicación de privilegio, por lo que tuvieron que estacionar en doble fila y bajar a los alumnos allí. La calle por la que salen los estudiantes (25 de Mayo) es angosta y los vehículos que transitan por la cuadra deben circular por un estrecho espacio, que obliga a los conductores a pasar sobre el cordón cuneta, el cual está hundido. Situaciones parecidas se dan en el jardín de infantes del Sara Faisal, con puerta de acceso sobre calle Moreno, a la vuelta de la primaria, donde se evidenció en varios casos el cruce de calle de papás con sus hijos por el medio de la calle (ver foto).

—En la escuela pública Nº 19 Juan de Garay, con su puerta de acceso sobre la avenida Blas Parera entre Regimiento 12 de Infantería y Larrea —una de las arterias más transitada de la ciudad— el principal problema vial que se observó lo protagonizan las motos, que es el vehículo utilizado por la mayoría de las personas que retiran a los alumnos. Varias motocicletas circulan por la vereda, muchos llegan sin casco y se van de la misma forma con los menores a bordo, y en algunos casos transitan con más de dos personas, algo que la norma de tránsito prohíbe. Si bien en la esquina de Blas Parera y Larrea hay un semáforo peatonal, y está marcada la senda, muchos padres y niños eligen cruzar por mitad de cuadra. En relación a la infraestructura en el entorno del edificio, no hay valla de contención entre la calle y la puerta principal. Sí hay señalética vertical para advertir a los conductores que se acercan a una escuela.

—La escuela Nº 18 Falucho, está ubicada sobre la avenida López y Planes, con su puerta de acceso cerca de la ochava de Iturraspe. La mayoría de los padres retira a sus hijos en moto, pero sólo algunos traen consigo el casco y varios circulan con más de dos ocupantes. En cuanto a los que llegan a pie, pocos respetan el semáforo peatonal que está en la intersección con Iturraspe, cruce en el que la senda peatonal está despintada. Además, no hay señalización en las avenidas colindantes (López y Planes e Iturraspe) para prevenir la existencia de un establecimiento educativo. Sí hay dos vallas de contención que delimitan la traza vial de la vereda.

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Cruce indebido. Al ingreso del jardín de infantes del Sara Faisal un padre cruza junto a su hijo por mitad de cuadra. Una situación que se repite en varios establecimientos que tienen su puerta de ingreso del lado izquierdo de la calle.

Foto: Flavio Raina

¿Inspectores?

“No tenemos capacidad para mandarle inspectores a todas las escuelas de la ciudad. Tenemos determinadas 20 escuelas como críticas por seguridad vial, la más importante histórica es la escuela Gálvez de calle Blas Parera, y también siempre están presentes en el IPEI, en Unión. Mandarle a todos es materialmente imposible”, sostuvo Ramiro Dall’Aglio, secretario de Control del municipio.

Además, agregó que la tarea de los inspectores es el de “ordenamiento” y sólo en cuestiones graves se labran multas.

Por otra parte, Dall’Aglio señaló que la idea es estar un tiempo en cada escuela y que después de ello las propias instituciones tomen el tema y hablen con los padres.

“También solicitamos que las escuelas separen el horario de ingreso en las que tienen gran asistencia de alumnos. Donde hay colaboración de las escuelas los problemas se van resolviendo”, remarcó. A su vez, cuestionó que un padre cruce por el medio de la calle con un chico, “si esto pasa, como sociedad estamos complicados. Son cosas que no la va a resolver el inspector”.

¡Educación vial desde el jardín de infantes!

Lucas Navarro (*)

Es una frase simpática, que la repiten tanto funcionarios como la comunidad en general, pero les propongo analizar más a fondo el tema y su puesta en práctica en nuestro país. Para empezar la educación vial no es gratis, nos cuesta dinero a todos los argentinos, se debe capacitar a los docentes, proveer a las escuelas de recursos materiales y destinarle horas cátedra. Los niños empezarían desde el jardín a incorporar conceptos ideales sobre un tránsito ficticio ya que la realidad está puertas afuera. ¿Qué vemos en la calle? Padres que estacionan en doble fila, no respetan zonas amarillas de estacionamiento ni ciclovías, no llevan a los niños en sillas de retención, no usan cinturón y hasta hablan o envían mensajes por celular mientras conducen. Por otro lado se ven niños en transportes escolares sueltos, casi sentados en las ventanas, o sentados en unos tablones con cinturones instalados precariamente. Completan la escena aquellos niños menores transportados en moto, sin casco o llevando dos menores en el mismo vehículo. Entonces pregunto ¿es lógico invertir dinero en educación vial? ¿los niños aprenden más de sus docentes o de sus padres? ¿no es irónico exigirle a las escuelas educación vial si luego como adultos responsables no cumplimos las normas de tránsito? ¿debemos esperar a que toda una generación reciba educación vial para que disminuya el número de muertes por tránsito? Analicemos cómo lograron otros países disminuir las víctimas fatales por el tránsito: existen leyes que obligan al uso de cinturón, casco, sistemas de retención infantil y transportes escolares seguros, pero lo más importante es que se aseguran que se cumplan esas leyes, con controles efectivos, sostenidos en el tiempo y multas o sanciones acordes, proporcionales a la falta e ineludibles. Luego de asegurarse todas estas medidas instituyeron un plan de educación vial, no antes como pretendemos en la Argentina. No parece razonable delegar en la escuela, los deberes que tenemos como educadores en nuestra propia familia. Debemos ser el ejemplo de los más pequeños, respetar las normas de tránsito y a los demás usuarios de la vía pública, de esta manera dejaremos un sólido legado que tomarán nuestros hijos y lo replicarán con nuestros nietos. Como me enseñó el Dr. Juan Carlos Beltramino, médico pediatra “así como a nadar se aprende en el agua, educación vial se aprende en la calle”. Basta de excusas y frases bonitas, respetemos, cumplamos y demos el ejemplo.

(*) Médico pediatra. MP 4133

Secretario del comité de prevención de lesiones. Filial Santa Fe de la Sociedad Argentina de Pediatría

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¿Cambió la situación?

El accidente de tránsito que en 2014 ocasionó el fallecimiento de Agustina Montero, alumna del colegio Sagrado Corazón de Jesús, conmocionó a la comunidad educativa de la ciudad y puso en alerta la seguridad vial. La adolescente fue atropellada por un colectivo al cruzar, sin percatarse de la luz verde del semáforo, para ir a la librería ubicada en la esquina opuesta a la de su colegio, a pocos metros al sur del cruce con Mendoza.

Teniendo en cuenta este caso, El Litoral dialogó con Silvia Brugnoli, vicedirectora del segundo ciclo del primario, para conocer si algo cambió en relación a la seguridad vial en la zona del colegio, desde aquel fatídico accidente. “Hace algunos años solicitamos el semáforo de la esquina, porque antes de la muerte de la alumna se produjo la muerte de una docente y en ese momento no había semáforos”, recordó.

En este establecimiento, ubicado en calle San José, entre Primera Junta y Mendoza (suroeste de la ciudad), hay una zona exclusiva para transportes escolares que, al momento del relevamiento de El Litoral, estaba ocupada por autos particulares. El estacionamiento en doble fila congestiona el tránsito, tanto en el ingreso como en el egreso de los alumnos. “Cuando vienen los inspectores ya es otra la actitud de los padres, sino la hora de la salida es caótica”, remarcó Brugnoli y señaló que cuando se van los alumnos, junto a otra directiva, se ubica en la vereda para controlar. “No los dejamos cruzar solos, evitamos que los papás los hagan cruzar llamándolos desde enfrente porque eso es algo común. Mientras el alumno está en la cuadra del colegio está bajo nuestra responsabilidad”, dijo.

En relación a la concientización vial que se brinda desde la institución, la vicedirectora sostuvo: “En la materia Formación Ética y Ciudadana, dentro de los contenidos se enseña educación vial, todos los años se repasan”.

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Mal estacionado. Entre los conos, ubicados para señalar la exclusividad para los transportes escolares, un auto mal estacionado.

Fotos: Mauricio Garín

Problema cultural

Una conclusión a la que se puede llegar, tras observar los 15 y 20 minutos que dura el acceso y egreso de los alumnos a las escuelas de la ciudad, es que hay en la ciudad un problema cultural. Quién es el responsable, es discutible ¿Es el Estado, por no exigir con más firmeza el cumplimiento de las normas de tránsito y no garantizar un espacio público más ordenado? ¿Son los adultos, que llegan con los minutos contados, no cruzan por un lugar seguro, no respetan espacios prohibidos, y no colocan el casco protector o el cinturón de seguridad a sus hijos?

En realidad, las responsabilidades se reparten entre todos los actores. Aunque es casi imposible abarcar todas las escuelas, la presencia de inspectores de tránsito en el entorno escolar ayudaría a mejorar la transitabilidad y la seguridad de los más chicos. También, medidas estructurales que ordenen el estacionamiento en los alrededores. Y, obviamente, un cambio de conducta radical de los padres, que son el reflejo de los más chicos.

La frase con la que comienza este artículo es tajante. Una niña retando a su papá por estacionar mal marca que algo se está haciendo mal.

La mirada de padres y docentes

- Como mamá de tres niños del colegio Inmaculada “protesto cada día por el mal manejo que tenemos todos en la vía publica: papás que estacionan en doble fila obstruyendo totalmente la circulación y niños que cruzan por cualquier lado. Para colmo, desde mi óptica, todo se vio complejizado aún más con la remodelación del barrio Sur. Se redujeron dársenas de estacionamiento, calles y veredas al mismo nivel que exponen a mayor riesgo a los niños, y en días de lluvia la zona se vuelve intransitable. La señal de tránsito de ‘No estacionar’, existe. El problema es que nadie previó dónde hacerlo...”.

- Una mamá que lleva sus dos hijos a La Salle contó que el principal problema que tienen “son las dos ciclovías que habilitaron alrededor del colegio, porque no hacen más que entorpecer el tránsito en las horas pico de entrada y salida de los alumnos, que son muchas a lo largo del día porque hay varios horarios”. Como se sabe, está prohibido para los autos circular y estacionar sobre ellas. “Es un caos y eso aporta muchísimo, lo lamento por los ciclistas, pero me parece que no corresponde instalar ciclovías atrás y adelante de un colegio porque no hay lugar para estacionar”.

- “El colegio Calvario está ubicado entre dos anchas avenidas, como Suipacha y Urquiza, que además están semaforizadas. Si bien esto ayuda a la fluidez del tránsito, son muy transitadas (incluso por colectivos) y las inconductas de muchos padres ponen en riesgo a los chicos: son habituales los cruces a mitad de cuadra y el estacionamiento en doble fila, u ocupando el lugar destinado al transporte escolar”, contó un papá. Los diferentes horarios de entrada y salida, según nivel de escolaridad, es una medida que reduce embotellamientos, pero no los evita. La infraestructura vial es buena: las avenidas se repavimentaron hace pocos meses, las sendas peatonales están bien marcadas y la escuela tiene barrera de contención.

- Una profesora de una institución educativa del barrio sur de la ciudad le contó a este medio lo que observa cada jornada: “Diariamente asisto a mi lugar de trabajo al cual concurren niños, adolescentes y adultos estudiantes y observo una gran congestión vehicular. Los autos particulares estacionan en doble fila y en la mano izquierda; los transportes escolares generalmente estacionan en doble fila y hacen descender a los niños del lado de la calle; no se respeta al peatón, ni la senda peatonal; los automovilistas no son respetuosos con las rampas para las personas con discapacidad y generalmente estacionan frente a ellas. En relación a las señales de tránsito, algunas están en mal estado y sería necesario su renovación y la incorporación de un semáforo. En muy pocas ocasiones hay inspectores, y cuando están no dirigen el tránsito, sino que labran actas”.

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Inspectores. La única escuela que se observó con inspectores para ordenar el tránsito fue la Unión y Benevolencia Dante Alighieri. El Municipio envía agentes a 20 escuelas a las que considera “críticas” en materia de seguridad vial.