Estaba prófugo

Cayó el matador del joven que quería cambiar de vida

Fue capturado en la ciudad de Rafaela. Está acusado de un crimen ocurrido en enero en Barranquitas.

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Tras tareas de inteligencia personal de las TOE, se pudo ubicar al sospechoso en Rafaela, oculto en una vivienda.

Foto: Danilo Chiapello/archivo

 

Redacción de El Litoral

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La Compañía Tropa de Operaciones Especiales (TOE) de la Policía de Santa Fe detuvo ayer a un hombre de 23 años que se encontraba prófugo de la Justicia por homicidio en el que resultó víctima Mario Rodríguez, ocurrido en enero de este año en barrio Barranquitas.

Luego del homicidio, a pocas cuadras del hecho, se había detenido a un hombre a quienes los testigos sindicaron como uno de los autores de los disparos. Pero según los testigos eran dos los autores, y el segundo estaba prófugo desde ese momento.

Tras las tareas de inteligencia e investigación correspondientes, este grupo de élite de la Policía logró identificar al hombre y determinar que el mismo se encontraba viviendo en la ciudad de Rafaela, por lo que se montó un operativo de vigilancia para arrestarlo.

Este jueves, la Compañía TOE realizó un allanamiento en un vivienda ubicada en Lincoln 1700 de la ciudad de Rafaela, localidad donde actualmente residía, y junto a efectivos de la Unidad Regional logró su detención.

El caso

Mario Rodríguez, de 24 años, falleció el 15 de enero de 2018 en la puerta de su casa, ubicada en Estrada y Domingo Silva de Barranquitas.

El nombrado tenía en claro que sus “tiempos violentos” habían terminado. Quería una vida mejor para él, para su compañera, y sus dos pequeños hijitos.

Desde hacía algunos meses, el dinero que llevaba a su casa provenía de su trabajo como albañil. Así fue como entre ladrillos y cemento fue madurando la idea del cambio. El tiempo de los problemas con la ley y los vicios, debían quedar definitivamente en el pasado. Había que dejar de ser uno de “los Gallinitas” (mote con el cual se conocía al grupo en el que estaba). Para ello, mucho ayudaron también las horas de reflexión en la iglesia evangelista.

Aquella jornada, Mario había llegado de otra dura jornada bajo el sol en una obra en construcción.

Luego de un baño reparador se instaló en la puerta de su domicilio, en Domingo Silva y Estrada, con lo que más quería en el mundo: su bebé de tres meses, al que tenía entre sus brazos. Ese tierno acto fue lo último que hizo en vida.

De repente aparecieron en escena dos individuos en moto, los que cubrían sus rostros con cascos y ambos portaban armas de fuego.

La aparición de estos sujetos tomó por sorpresa no sólo a Mario, sino a muchas otras personas que estaban con el. No hubo tiempo a nada.

Tras lanzar una serie de insultos los recién llegados iniciaron un ataque a tiros. En medio de la balacera Mario abrazó a su bebé y alcanzó a ponerlo a resguardo dentro de la casa. Luego intentó escapar a la carrera por detrás de una montaña de escombros. Pero fue en vano.

No menos de diez proyectiles lo alcanzaron en distintas partes de su cuerpo. Finalmente, cayó unos metros más adelante. Mientras estaba agonizando los agresores se acercaron y lo remataron con varios disparos a quemarropa.