Mesa de café

Como una escuela de todas las cosas

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Por Remo Erdosain

-Yo entre Inglaterra y Croacia hincho por los ingleses -declara Marcial a boca de jarro para escándalo de José y de Quito, el mozo, que sigue creyendo que el mejor candidato a la presidencia de la nación es Luis Patti.

El cura Ramón lo mira de reojo pero no dice nada; aprender a callar a tiempo es uno de los rasgos de sabiduría de la iglesia católica. Yo hago como que no escuché nada, pero el que sale a la cancha porque no puede con su genio es José.

-Yo no apoyo a los ingleses ni aunque tengan razón -descerraja y luego agrega: -son nuestros históricos enemigos, los ocupantes de las Malvinas, los traficantes de esclavos, los creadores del colonialismo, la Pérfida Albión, como muy bien se dijo en su momento.

-¿Terminaste? -pregunto.

-Si de los colonialistas ingleses se trata puedo seguirla toda la mañana -responde José.

-Me parece innecesario -dice Marcial- es más, con la mitad de lo que ya dijiste alcanzaba y sobraba.

-¿Alcanzaba y sobraba para qué?

-Para probar que sos un anacrónico y reaccionario y que en la materia Historia la nota más generosa que te pueden poner es un cero. Por otra parte, no me sorprende que un peronista como vos apoye a Croacia, el país que dio más nazis después de Alemania.

-Yo no me atrevería a meter a todos los croatas en la misma bolsa -dice el cura Ramón.

-No los meta cura, que total ellos tarde o temprano se encargarán de meterse.... o nos vamos a olvidar el rol que desempeñaron los croatas en el siglo veinte... y si alguien no se acuerda, pregunten por Perón y López Rega, dos señores que tenían debilidad por contratar croatas para su seguridad personal y para realizar las faenas sucias que tanto le encantaban.

-Esta conversación no lleva a ninguna parte -digo.

-Todos los caminos y todas las charlas llevan al mismo lugar -dice el cura Ramón y le guiña el ojo a José.

-Yo también creo que esta charla no lleva a ningún lugar, sobre todo cuando hablamos de Inglaterra, un lugar que nos habría correspondido si en 1806 no hubiéramos cometido el error de echar a los ingleses.

-Lo tuyo bordea los limites de la traición a la patria -exclama José.

-Y si escucharas mi opinión sobre Malvinas, es decir, mi certeza de que no son argentinas ni las vamos a recuperar nunca, directamente pedirías mi ejecución sumaria.

-Nosotros no ejecutamos a nadie -responde José- no somos como los Libertadores que vos admirás, que fusilan sin juicio y ejecutan civiles en los basurales.

-Los desmanes de la Libertadora -responde Marcial- son actos de beneficencia al lado de las salvajadas cometidas por las Tres A cumpliendo las órdenes del jefe mayor.

-Yo en este tema, si se me permite, voy a estar, con la prudencia del caso, del lado de José -dice el cura Ramón- echar a los ingleses en 1806 fue una acción santa y las Malvinas son argentinas le guste o no les guste a los ingleses e incluso a los kelpers.

-Los ingleses en este tema ya dieron su opinión -digo- ¿o acaso nos olvidamos que nos ganaron la guerra? ¿O ustedes, nacionalistas, creen que una guerra se pierde gratis?

-Podemos perder un a guerra, pero no vamos a perder la voluntad de luchar por lo que nos corresponde -responde José.

-Con todo respeto cura -dice Marcial- me parece que su ojeriza contra los ingleses no proviene de la política sino de la religión, es decir, más que estar en contra de los ingleses usted está en contra de los protestantes.

-Esos problemitas mi querido Marcial -responde el cura- los hemos resuelto hace muchos años, así que tus chicanas no me alcanzan. Además, tené presente que la Inglaterra católica dio grandes hombres al mundo...

-¿Por ejemplo?

-Te menciono a dos o tres y con eso ya me doy por hecho: Chesterton, Belloc, el cardenal Newman... un lujo para la humanidad.

-Digan lo que quieran -insiste Marcial- pero si en vez de ser colonizados por los españoles con los símbolos de la cruz y de la espada hubiéramos sido colonizados por los ingleses, hoy tendríamos un nivel de vida parecido a Australia, Canadá o Nueva Zelanda, sin embargo, las cosas se dieron mal y estamos donde estamos: no nos podamos sacar de encima la herencia de la colonización española y, lo que es peor aún, no nos pudimos sacar de encima el peronismo.

-Con todo respeto -dice el cura Ramón- me parece injusto atribuirle al peronismo todos los males que azotan a la Argentina, me parece injusto e intelectualmente indigente y hasta cómodo... para muchos en efecto, resulta cómodo colocar todo lo indeseable de esta nación en un solo lugar.

-¿No me va a decir cura que ahora se hizo peronista cumpliendo las órdenes del compañero Papa, secretario general de la Unidad Básica de Santa Marta?

-Yo no necesito consultar al Papa para opinar; aunque no lo creas hijo mío, en la iglesia hay más libertad de lo que vos sos capaz de imaginar y de la que vos alguna vez hayas conocido.

-Todo lo que quiera -digo- pero si la memoria no me falla ustedes fueron los creadores del “Cristo Vence” contra el peronismo, la consigna que aglutinó a toda la oposición contra Perón, incluso a los ateos más rabiosos.

-Hay que ver el contexto y la situación -responde el cura- lo que yo te puedo decir es que para 1955 existía en nuestra patria una lesión objetiva a la libertad y entonces actuamos en consecuencia... no fuimos nosotros los que le declaramos al guerra al gobierno, todo lo contrario. Demasiada paciencia le tuvimos, tanta, que los amigos de Marcial nos decían cómplices de la tiranía.

-Y razones tenían para ser amigos -digo- después de todo Perón les dio la enseñanza religiosa y les garantizó que jamás aprobaría una ley a favor del divorcio...

-Cosa que finalmente hizo- dice el cura- y legalizó los prostíbulos y nos quemó algunas iglesias... pero bueno... nosotros a esas diferencias ya las olvidamos...

-Sí, pero en el camino a Perón lo excomulgaron.

-Pero después se lo aceptó en la iglesia, un lugar que Perón nunca debió abandonar.

-Haciendo memoria -digo- hace sesenta o setenta años atrás la Iglesia Católica condenaba el divorcio, la enseñanza laica e incluso la democracia, pero que yo recuerdo o haya leído, no me consta que hayan hablado en contra del aborto.

-¿Será que entonces las mujeres no abortaban? Pregunta Marcial con sonrisa traviesa.

-Siempre hemos condenado el aborto, porque siempre hemos defendido la vida -responde el cura Ramón.

-¿O sea que siempre propiciaron cárcel para las pobres mujeres que abortaban?

-Para nosotros la única cárcel es el pecado y el pecado está en la conciencia y en el corazón de cada uno y no en una celda. No estamos en contra del aborto para negar la libertad: estamos en contra del aborto porque defendemos la vida.

-Palabras, palabras -digo- pasando en limpio siguen propiciando la cárcel o cualquier castigo parecido para los que no obedecen.

-Vos no obedecés a la Iglesia y sin embargo jamás pediría la cárcel para vos porque pensás distinto; no sólo no pediría la cárcel sino que tampoco te condenaría porque no estés en la iglesia Católica .

-Usted no me condenaría porque soy su amigo.

-No, no porque seas mi amigo, sino porque sos un hombre, una persona, y Jesús nos enseñó que toda persona es sagrada, que toda persona, desde la más humilde a la más poderosa, vale, porque todos son, somos hijos de Dios.

-No comparto- concluye Marcial.

-Yo no necesito consultar al Papa para opinar; aunque no lo creas hijo mío, en la iglesia hay más libertad de lo que vos sos capaz de imaginar y de la que vos alguna vez hayas conocido.

-¿No me va a decir cura que ahora se hizo peronista cumpliendo las órdenes del compañero Papa, secretario general de la Unidad Básica de Santa Marta?