Diego Latorre en Luzhniki

“Argentina fue un equipo mareado”

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Latorre con El Litoral en el estadio, previo a la final. Sigue pensando que Lucas Mugni tenía un futuro extraordinario, como alguna vez lo confesó públicamente al tildarlo de “crack”.

 

Enrique Cruz (h)

(Enviado Especial a Moscú, Rusia)

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Alguna vez, recuerdo que fue en Paraguay y en un partido de la selección, Diego Latorre tuvo una sentencia con Lucas Mugni: “Es un crack”, dijo. Se lo recordé ahora. Y enseguida apuntó a la cuestión mental, eso que a veces termina disminuyendo o destruyendo lo que potencialmente está en condiciones de brindar un jugador de fútbol, sobre todo aquellos que tienen la dura misión de construir juego, algo significativamente más difícil que destruirlo.

La opinión de Diego Latorre sobre la selección fue contundente: “Tuvimos un entrenador sin convicción ni idea, que terminó mareando al equipo, sin un plan claro y con los jugadores como víctimas, empezando por Messi. Cuando Messi no encuentra refugio en lo colectivo, termina padeciendo en la cancha”, dijo en su momento.

Sobre Francia, destacó su “contundencia” por encima de algunos errores defensivos que a Latorre lo extrañaron. “Croacia no tiene nada que reprocharse, pero llegó a esta instancia sin ser más que sus rivales. Tuvo una gran fortaleza anímica y dos grandes jugadores como Modric y Rakitic”, señaló, trabajando para la TV Pública y escribiendo en La Nación y El País.

Dijo que esperaba más del Mundial y dejó una sentencia: “Se juega con poca soltura y demasiada prudencia. Creo que el calendario apretado y la falta de tiempo para trabajar, termina conspirando con la posibilidad de un juego más vistoso y elaborado”.

Se lo veía siempre junto a Oscar Ruggeri y Enrique Macaya Márquez, un hombre que cuenta con el récord Guinness de mundiales: lleva cubiertos 16 y es una cifra avalada por Fifa. Arrancó en el de Suecia de 1958 y cuando tuvimos la posibilidad de acompañarlo en la entrega de una distinción que le hizo la Conmebol, acá en Moscú, contó la anécdota de cómo hizo para llegar a ese país, hace 60 años. “Viajé en un DC-7 turbohélice que no tenía autonomía y paraba en todos lados para reabastecer, Porto Alegre, San Pablo, Río de Janeiro y Dakar, y entraba en Europa por Italia. Era una aventura, tanto que pensábamos que el avión nos dejaría en Hamburgo y terminó en Frankfurt. Después alquilamos una camioneta que subió a dos ferries, primero a Dinamarca y finalmente a Suecia. Y todavía faltaba el milagro de llegar a Malmö. No sabíamos ni cómo se escribía. Ahí estaba la Selección Argentina”, contó ese día Macaya, para regocijo de los presentes.