La política en foco

Oficialismos en busca de futuro

Pese a lo que dicen las matemáticas, los diputados del frente que gobierna la provincia van a intentar tratar la reforma constitucional, en sesión especial el 29 de agosto.

Luis Rodrigo

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No hay religión, ni legión de militantes, de partidarios o de fieles que no se conforme con una buena promesa de futuro. Pero para que el presente se soporte, la promesa de futuro ha de ser creíble. Sin esa sensación de verdad, sin esa falsa seguridad que permite hacer de tripas corazón ante las injusticias de hoy pensando en el paraíso de mañana, todo se derrumba.

Se le puede decir a un trabajador que este año su salario no alcanzará la suba de la inflación, que terminará perdiendo plata. Que quedará diez puntos por debajo en la carrera con los precios, y que sin embargo debería estar tranquilo, conforme incluso, sólo porque conservará su empleo. Lo que no se le puede proponer es que, a sabiendas de que no tendrá el aumento que necesita, deberá además de su presente, resignar su futuro.

Los partidos políticos, los movimientos, las corrientes de opinión y los nombres de los colectivos que aglutinan a las personas bajo alguna idea venturosa a alcanzar, necesitan -sobre todo puertas adentro- de la imaginaria certeza del futuro. Todos necesitan estar condenados al éxito.

¿Qué dijo el actor político más dinámico de 2018 cuando vio que el Senado dejaba al país con una legislación de 1921? Que “será ley”. Y sin dudas que con esa convicción, sí lo será.

Tanta pasión en la calle no tiene la misma fe en los despachos, en los bloques y en las bancas. Cuando se dispone de los medios del Estado, o al menos de su administración pasajera, esa sensación de poder asegurarse unas buenas porciones del futuro aumenta. Todo oficialismo debe contar con un proyecto político, con un candidato que permita continuar. Y si no lo tiene, se lo inventará con mayor o menor suerte.

Matemáticas

Esta semana, los bloques opositores en la Cámara de Diputados de Santa Fe volvieron a decir que no habrá reforma de la Constitución. Y que las matemáticas no le dan al oficialismo. Que será un error forzar el escenario al punto de llamar a darle media sanción -con un tratamiento sobre tablas y la Cámara en Comisión, en una sesión especial- al proyecto de la Casa Gris que declare la necesidad de la reforma de la Constitución. Sin embargo, socialistas y radicales frentistas van a ir hasta el final. Acaso para encontrarlo y así poder comenzar a construirse otro futuro.

El proyecto de reforma con reelección del gobernador Lifschitz permitió ponerle al Frente Progresista, Cívico y Social una sensación de futuro durante tres años en los que no faltaron los recursos. El último será más complicado, entre otras cosas, porque la Nación ha vuelto a castigar a Santa Fe al borrar el fondo sojero, que sin dudas sí que era solidario. Unas pocas provincias (las sojeras) ponían la riqueza de su suelo y todas recibían su parte. Ahora, ni eso.

Tormentas y cuadernos

A nivel nacional, Cambiemos ensaya teorías meteorológicas para que la población se diga resignada que siempre que llovió paró, y habla de tormentas, como si no hubiera ninguna relación entre su gestión y el desastre económico. En todo caso, la Casa Rosada busca guarecerse mientras ve cómo la fracción opositora más numerosa pasa por su momento más crítico. Quienes proclamaron durante doce años para sí una condición transformadora de las estructuras productivas y de poder deben tener unas condiciones morales superiores al orden a doblegar. O serán inexorablemente parte de aquél.

La coima crea vínculos y en cualquier momento, el kirchnerismo dirá que los riquísimos empresarios de los cuadernos son presos políticos. Más allá de chicanas, la expresión de la ex presidente Cristina Fernández de Kirchner que califica al trabajo periodístico de Diego Cabot y su equipo como el de un “grupo de tareas”, además de merecer más repudios de los que ha cosechado, es una forma peligrosa de banalizar al terrorismo de Estado.