“¡Soy! Esa Alfonsina un musical”

Cuando el amor atraviesa el tiempo

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Yamila Manzur como Alfonsina Storni, en la puesta gestada por Gustavo Palacios Pilo y Juan Candioti.

Foto: Gentileza producción

 

Roberto Schneider

Una historia de amor contada a través del tiempo surgida de la mente creadora de Gustavo Palacios Pilo, en el libro y las letras, y Juan Candioti en la música original es el eje que estructura “¡Soy! Esa Alfonsina un musical”, espectáculo estrenado en la sala de Loa Espacio AGM y que apunta a ciertos valores esenciales de la condición humana. Como bien expresaron sus hacedores antes del estreno, en medio del conflicto, “¡Soy!...” descubre dos historias en paralelo: una, la de una chica que intenta ser ella misma en la joven democracia argentina. Y la de otra joven, madre soltera y feminista incipiente que sacude su universo del 1900 sin saber que marcará un rastro profundo en el futuro de muchas otras personas”.

El dramaturgo no se queda en la superficie y demuestra cómo la riqueza de sus personajes reside, como en cualquier arte narrativo, en los niveles que subyacen bajo la condición emblemática de los mismos. Esas mujeres son arquetípicas y esta categoría, a pesar de su acuñación platónica apuntando hacia un cielo de ideas preexistentes, remite en realidad a la suma de experiencias cotidianas acerca de la idea de valor y de soledad y no nace en el cielo, sino en los sufrimientos y goces cotidianos. Se ha señalado que la grandeza de “Madame Bovary” o de “Otelo” reside en que su tipicidad social o moral va acompañada de una fuerte originalidad e individualidad que los dota de vida propia y los hace insustituibles. De tal modo, su carácter alegórico -que expresa ideas morales o sociales latentes o pulsiones subliminadas que confieren universalidad a su arquetipo, trascendiendo lo anecdótico del relato- está a su vez encarnado como en este caso por dos mujeres dotadas de vigorosa y convincente personalidad real.

A través de treinta y una canciones perfectamente eslabonadas, Palacios Pilo dibuja en la escena la propia versión de su obra, que habla del amor, de la soledad, del poder y de la muerte. Como en “Septiembre” le interesa subrayar esas instancias y las enriquece. Sus personajes adquieren la necesaria carnadura dramática, para demostrarnos que podemos amar lo que creamos, lo que nuestro espíritu demanda.

La selección del elenco es impecable. En la función del estreno, actuaron con indisimulable entrega Yamila Manzur, Elisa Candioti, María Inés Aiello, Mauricio Arce, Micaela Aguirre, y María José de la Torre muy bien acompañados por el ensamble para destacar por su solidez, integrado por Mario Beney, Matías Vilca, Rodrigo Ringlestein, Genaro Cicarilli, Alejandro Biondi, Alexis Lasso, Leonardo Echagüe, Rocío Miguel, Janise Eberhardt y Azul Sioli. Los músicos hacen muy bien su labor y son Alejandra Bontempi, Luisina Gioria, Eduardo Rabufetti y Patricia Hein. Juan Pablo Porretti es el autor del acertado diseño coreográfico y de escenografía; en tanto que Iván Póvolo, el autor de la apenas correcta iluminación.

Párrafo aparte para Ignacio Estigarribia, quien tuvo a su cargo el diseño y la realización del vestuario, indiscutiblemente un protagonista esencial del montaje. Respeta con precisión impecable las diversas épocas y combina texturas de telas y colores sumamente apropiados, enriquecidos por los peinados de Morena Vallejos y los correctos maquillajes de Yamila Gutiérrez. La totalidad respira un alto índice de profesionalidad, en la que sólo deberán cuidarse más los bajos tonos elocutivos en los parlamentos (no en las canciones, que se escuchan brillantemente) y en la iluminación de algunos rostros protagonistas que quedan en la oscuridad.