Se llama Nicolás Marcipar Idelsohn...

El hijo de santafesinos que sueña en La Masía

Tiene 10 años y Barcelona lo reclutó y lo llevó a entrenar en el mismo lugar que alguna vez empezó a recorrer su camino Lionel Messi. Sus padres, ambos nacidos en nuestra ciudad, viven en España desde hace 19 años.

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Arrancando con pelota dominada y ya observando el panorama. Este zurdito es hijo de santafesinos y es jugador del Barcelona. Entrena en La Masía, uno de los centros de captación de futuros cracks más importante del mundo. De ahí salió Messi.

Foto: El Litoral

 

Enrique Cruz (h)

No es una historia más y el tiempo, sólo el tiempo, dirá cuál es su final. Pero lo que está viviendo el pequeño Nicolás Marcipar Idelsohn es algo muy poco común y que a sus 10 años acepta —no sólo él, sus padres santafesinos también— como algo que tiene que experimentar con intensidad y que seguramente le servirá para seguir creciendo, porque es un niño todavía y son muchas las etapas que deberá ir “quemando”.

¿Quién es este pequeño?, el hijo de Javier Marcipar y Muriel Idelsohn, dos santafesinos que hace 19 años se casaron y se fueron a vivir a Barcelona. Javier, el papá, es ingeniero civil, nacido en calle San Luis, entre Catamarca y La Rioja, en el centro de la ciudad, a la vuelta de la plaza de las palomas y en la misma casa que aún viven sus padres. Y Muriel es vecina del queridísimo Lucho Catania, “que es una especie de tío para ella, vive al lado de la casa de sus padres y casi podría decirse que nos vio crecer a los dos”, cuenta Javier.

“Me salió una beca en el ‘99 para ir a estudiar a Barcelona. Yo ya estaba recibido y me especialicé en estructuras inflables, algo medio raro”, comenta entre risas Javier, cuando cuenta esta historia que lo tiene al pequeño Nicolás —hermano mellizo de Paula— como el gran protagonista.

Ellos viven en Sant Cugat, que es como un barrio de Barcelona por su cercanía —a apenas 5 kilómetros— pero se lo ubica al nivel de municipio. Tiene casi 90.000 habitantes y en un club de allí, Nicolás empezó a dar sus primeros pasos en el fútbol, hasta que, imprevistamente, llegó a su vida el Barcelona.

—¿Cómo se dio lo de tu hijo, Javier?

—Barcelona divide sus divisiones formativas en tres estamentos. Hay uno de ellos que son especie de escuelas, pero los chicos no compiten. Después, está La Masía. Y dentro de La Masía, hay una categoría que se llama Preferente. Barcelona participa en esa Liga y allí jugaba Nicolás, en un equipo de Sant Cugat, hasta que lo vieron. La historia comenzó el año pasado, cuando me llamaron para invitar a Nicolás, que tenía 9 años en ese momento, a practicar tres meses en La Masía. Le dijeron que era un premio y que lo querían conocer. En marzo, me volvieron a hablar y me dijeron que lo iban a incorporar, así que desde agosto está entrenando en La Masía, ya en forma permanente.

—¿Ya compite para el Barcelona?

—¡Claro!. Es lo más “profesional” que puede haber para un nene de esa edad, compite en torneos nacionales y ellos juegan con chicos que son uno o dos años más grandes que ellos. Es una filosofía del Barsa, la de ponerles un nivel de exigencia mayor. Y a esa Liga la juegan para ganarla. Y después van a jugar a torneos de otros lugares de Europa y a competir contra los equipos que juegan en la Champions, como Juventus, París Saint Germain o Manchester. Los visten con la mejor ropa, van a los mejores hoteles, le dan lo mejor.

—¿Ya lo conoció a Messi?

—Sí, claro. Ocurre que por tres años más, los chicos van y vienen en taxis, los buscan, los llevan a entrenar y luego los devuelven. Y lo hacen por la tarde, mientras que el plantel de Primera se entrena de mañana. A partir de los 14 años ya tienen que vivir en La Masía, porque allí los entrenamientos son en doble turno.

—¿Cómo juega Nicolás?

—Es zurdo, lo hacen jugar de lateral izquierdo, es fútbol 7 a esta edad, hasta que llegan a juveniles. Es habilidoso y muy rápido. Obviamente, para estar ahí le vieron otras cosas. Por ejemplo, ellos piensan en un estilo de juego y buscan chicos que puedan entender la dinámica de ese juego, que entiendan el partido y que sepan cómo hacer y en qué momento. Hay una escuela de juego y buscan nenes que encajen en ese estilo. Valoran mucho la forma de pararse y la manera de darle un paso a su compañero.

—Todo papá cree que tiene un Messi en potencia en su hijo y me imagino tu caso, siendo que está en el lugar que alguna vez estuvo él...

—Es muy simple: ellos te transmiten que hay que disfrutar de esta experiencia y a todos nos dicen que así como nos llevan, nos echan. Nos explican que de aquí a llegar a ser profesional es muy difícil, por más que los grandes jugadores pasaron por ahí. En el último partido que fuimos, al lado mío había gente que tenía anotada una lista con los nombres de los nenes. Ellos son los captadores del club y me explicaron que ellos buscan por toda Europa a nenes que sean mejores que los que están. O sea que, quizás, aparezca un zurdo que juegue mejor que mi hijo en algún lugar de España y ocupará su lugar.

—Así que te “activan” llamándote y te “desactivan” cuando te explican de qué se trata el camino de los chicos...

—No les crean la expectativa de que es un Messi, más bien es todo lo contrario. Te dan todo, ropa, zapatillas, hoteles... Y como padre tenés que hacerte esa idea, de que esto es temporal. Ellos exigen siempre un poco más de lo que podés dar. Y eso es muy difícil, porque la sensación de fracaso puede ser constante. Es un ejercicio muy interesante para los chicos y para los padres, el de entender que hay que superarse siempre.

—¿No le temés a que ese nivel de exigencia tan grande sea contraproducente en un chico tan pequeño?

—Es que desde la primera entrevista fueron claros: le dijeron que aún haciéndolo perfecto, es posible que también se tenga que ir porque, quizás, haya otro nene zurdo que lo haga mejor que él. Y va a quedar el otro. Ellos se van a quedar con cuatro zurdos de toda España, así que tenés que ser realmente distinto.

—¿Qué cambios notaste en Nicolás desde que entró a La Masía hasta ahora?

—No ví un cambio tan grande en él, quizás un poco más nervioso por más que no es de ponerse nervioso en los partidos. A él le da vergüenza decir que juega para el Barcelona, no lo dice en la escuela, es tímido, no le gusta que sus amiguitos vayan a ver los partidos. Parece mentira pero hoy es así. Allá, en La Masía, es muy hermético todo. Los padres no entran, no van a los entrenamientos. Es el club y los chicos, nadie más.

Camina por los mismos lugares que Messi y transita el mismo recorrido que alguna vez le tocó a él. Si llega o no, el tiempo lo dirá. Pero Nicolás, este hijo de santafesinos, está viviendo un sueño que debe ser, a no dudarlo, el de cualquier pequeño de 10 años que ama el fútbol.

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Con su mamá Muriel Idelsohn y su papá Javier Marcipar. Ambos son de nuestra ciudad, eran novios y el destino los llevó a radicarse hace 19 años en una ciudad muy cerquita de Barcelona, donde nació Nicolás.

Foto: El Litoral

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Con el micro del Barsa y a punto de iniciar uno de sus viajes. Representan al club por toda España y el resto de Europa. Una experiencia única. Foto: El Litoral

  • En la primera entrevista son muy claros: así como te llevan, te echan. Hay que hacerse la idea de que es temporal. A Nicolás lo llevaron tres meses a prueba y después lo incorporaron. Quiere decir que le vieron cosas distintas a cualquier nene de su edad. Pero puede ser que aparezca otro en algún lugar de España o del mundo que sea mejor. Y en ese caso, ocupará su lugar”.

Javier Marcipar

Padre de Nicolás