Remo Erdosain —Lo de Boudou es una vergüenza -exclama impaciente Abel que acaba de leer un título de tapa de un diario. —Acá hay otras cosas que deberían darnos vergüenza y no los chismes fogoneados por el diario de Magnetto -responde José, con el pocillo de café en la mano. —¿Se puede saber a qué te referís? -pregunta Marcial con una leve sonrisa dibujada en el rostro. —A los fondos buitre que pretenden garronear nuestras soberanía. —Me lo sospechaba -dice Marcial, con tono resignado. —A los fondos buitre y a los cipayos que los defienden de adentro -agrega José sin dejar de mirar a Marcial. —Yo creo que se puede compartir la posición del gobierno de negociar en Nueva York desde posiciones de fuerza sin necesidad de soportar a un tipo como Boudou. —Lo tuyo me parece equilibrado; no estoy del todo de acuerdo con lo que decís, pero es una posición moderada -dice Abel. —Yo no comparto -interviene Marcial- con el delito no se puede ser moderado. —No te entiendo. —Sencillo: si un delincuente roba y asesina no puedo en nombre de la moderación criticar el asesinato y disculpar el robo. —No sé adónde querés llegar -dice José algo impaciente. —Muy fácil: Boudou es una vergüenza y las negociaciones que estamos haciendo en EE.UU. también dan vergüenza, todo da vergüenza, vergüenza que este señor ocupe el cargo que ocupa; vergüenza que quede a cargo de la presidencia de la Nación cuando esta buena señora sale de gira por el mundo; vergüenza que en doce años hayamos declarado dos default... vergüenza por mí, por mis hijos y por mis nietos... y pensar que alguna vez, antes de que llegaran ustedes, estuvimos entre los diez países del mundo. —Ahora si seguimos así, vamos a estar entre los diez últimos —Lo siento mucho por ustedes, pero nos tendrán que aguantar hasta que nos vayamos. —Por suerte no falta mucho. —No estés tan seguro- responde José. —En esto te doy la razón, no estoy tan seguro, porque si siguen así, no sé si van a llegar a 2015. —Lo que decís me suena a destituyente. —Que te suene como te parezca; en estos tiempos los gobiernos se destituyen por sus errores, no porque alguien los destituya como en la época de los militares, uno de los cuales, tu jefe, fue un maestro en ese arte. —Maestros hemos sido en el arte de la justicia social y la soberanía política; somos los únicos que nos acordamos de los pobres y los únicos que sabemos gobernar, por esa sencilla razón no nos vamos a ir en 2015 -afirma José. —En eso tenés razón -digo-, se va Cristina, pero puede venir Scioli, Massa o Randazzo, lo cual viene a ser exactamente lo mismo. —O Kicillof -agrega José. —¡Bingo, cartón lleno! -exclama Marcial —El otro día sacaba cuentas -reflexionaba Abel- y me desayunaba que en los últimos veinte y cinco años los peronistas gobernaron veintitrés y la oposición dos. —Y sin embargo -dice Marcial- siempre se las arreglan para hacernos creer que todos los males del país provienen de esos dos años. —Como dijera el general -responde José- no es que nosotros somos buenos, sino que nuestros enemigos son mucho peor que nosotros. —No hagamos tantas historias y vivamos en tiempo presente -digo- un default es lo peor que nos podría pasar a los argentinos en estos momentos cuando toda la actividad económica está cayendo y, por lo tanto, lo único que crece es el desempleo, la inflación y la pobreza. —No es lo que piensa la gente -observa José- las encuestas dicen que la compañera Cristina crece en popularidad. —Como crecía Galtieri cuando se mandó la jodita de Malvinas -observa Marcial- después los mismos que ayer lo apoyaban, hoy se suman a su cortejo. —Lo que a mí me parece irresponsable es que altere toda una estrategia económica porque los índices de las encuestas -índices siempre engañosos- la favorezcan -dice Abel. —A mí no me extraña para nada: son peronistas, se comportan como peronistas y hacen cosas de peronistas -sentencia Marcial. —Yo no me atendría tanto a las ideologías y prestaría más atención a los hechos -digo- y los hechos dicen mucho más que los relatos -afirma Abel. —Habló el discípulo de Comte -digo. —Discípulo del sentido común, con eso me basta y me alcanza. Presten atención: seis pesos para darle de comer a los chicos pobres es un hecho elocuente; que el vicepresidente esté procesado por dos causas, es un hecho, un hecho vergonzoso claro está; que estemos en default es un hecho; que jueces de Estados Unidos estén investigando las cuentas de Lázaro Báez que es decir las cuentas de Él y Ella, es un hecho, que los funcionarios de la gloriosa Cámpora ganen sueldos cuyos montos más modestos arrancan con sesenta mil pesos por mes, es un hecho; que en el mundo se nos caguen de risa por los papelones que hacemos, es un hecho. —También es un hecho que somos el único gobierno que se acuerda de los pobres. —Éste es el mejor chiste que escucho desde los tiempos del circo de los Sarrasani reconoce Marcial. —La historia nos va a dar la razón. Hoy, nos calumnian, pero mañana nos van a extrañar y doble contra sencillo que dentro de cuatro años Cristina está de vuelta en la Rosada. —Dios me libre y me guarde -digo. —Tal como se presentan las cosas, debería darse por muy bien pagada si no termina entre rejas. —Como en el 55. —En esa época era ella era muy chiquita -responde Marcial- y por lo tanto inimputable; ahora es diferente, aunque una buena estrategia de defensa, una estrategia realista sería declarada inimputable. —No me parece gracioso lo que estás diciendo- reprocha José. —¿Porque va a ir presa o porque es inimputable? —Por las dos cosas. —Vos José sos un amigo, así que quedate tranquilo que si llegaras a ir preso te vamos a ir a visitar y te vamos a llevar cigarrillos, yerba y, si movemos relaciones, hasta podemos conseguirte visita íntima -promete Marcial. —Como dice el general -recita Abel- para el amigo todo, para el enemigo ni justicia y vos, José, sos un amigo. —Hablan porque las palabras son gratis. Les guste o no vamos a seguir gobernando nosotros, entre otras cosas porque ustedes ni siquiera tienen la habilidad de ponerse de acuerdo. Lo de Lilita Carrió el otro día fue aleccionador, no le gustó lo que decía Solanas y se mandó a mudar. —Yo no sé qué pasa entre Carrió y Solanas -dice Marcial- pero ése no es mi problema porque mi candidato es Macri, que cada vez cosecha más adhesiones, por lo que sospecho el año que viene va a ganar de orejita parada. —Será tu candidato -dice Abel- pero no es el mío. —Yo todavía no digo ni que sí ni que no; todavía falta para las elecciones de 2015 -digo. —Y tu candidato ¿cuál es José? —El que designe la compañera Cristina. —Me lo imaginaba -murmura Marcial y levanta los ojos al cielo.