Enrique Cruz (h)
A Osella le tiraron un fierro caliente a principios de año. “Hacéte cargo, no te traemos nada (sólo vino Videla y por el lesionado Caire) y si nos vamos al descenso, que sea lo más dignamente posible”, le dijeron. Casi lo salva, metió 30 puntos y estuvo puntero durante la mayor parte de las 19 fechas de vida del torneo. El equipo supo a qué jugar: bien ordenado atrás, le cedió pelota y terreno al rival y supo cómo atacar. Practicidad y contundencia ofensiva y defensiva fueron sus argumentos. Hizo pocos goles, le marcaron muy pocos, le sacó “jugo a las piedras” y priorizó el esfuerzo sobre todos los otros aspectos que hacen al juego. Pero su mérito fue el de inculcarles una idea futbolística —posiblemente exenta de belleza— que le dio resultado.
Con el descenso consumado y su continuidad definida, las obligaciones para Osella cambiaron. Pudo armar el plantel, le trajeron doce refuerzos y la gran mayoría fueron los jugadores que pidió. El protagonismo ahora es distinto. Ya no es el plantel desarmado que encontró en enero, sino la necesidad, en otra categoría, de intentar algo diferente. Por eso, también, buena parte de los refuerzos son de mitad de cancha hacia adelante. No se fueron Curuchet y Alario. Y sumó a Telechea, Pavón, David Ramírez, Becerra y Cristian Llama, que son jugadores con evidentes rasgos ofensivos. Está claro que la idea fue nutrir al plantel de variantes que, en el otro equipo, no existían. Por ejemplo la de contar con un enganche.
Pasaron dos partidos y si bien es poco para sacar conclusiones definitivas, resultan suficientes para marcar algunos aspectos que tienen que ver con lo táctico y estratégico. A saber:
* 1) Osella debe definir una estrategia. En el torneo pasado, la premisa fue el retroceso ordenado y la salida rápida en contragolpe, utilizando la velocidad y potencia de Graciani y la rapidez de Luque. Ahora, en otra categoría y ante rivales distintos, habrá que encontrar alternativas.
* 2) A propósito de esto, el partido con Instituto fue un síntoma: los cordobeses hicieron todo lo contrario de la gran mayoría de los equipos que vinieron en el torneo pasado a Santa Fe. Y Colón, ante un rival que se replegó y se defendió, no tuvo muchas ideas ni claridad.
* 3) En la definición de esa estrategia, es clave que el equipo se adelante veinte metros en la cancha.
Esto fue lo que se vio con Gimnasia en Jujuy. Colón hizo el gol, manejó bien la pelota unos diez o quince minutos y punto. Todo lo demás se basó en el retroceso defensivo y en el rechazo de la pelota lo más lejos posible. O sea que no tuvo un patrón de juego claro y se limitó a aguantar.
* 4) La pregunta es: ¿se modifica esto con los mismos jugadores o hay que echar mano a los que están afuera y con otras características para producir el cambio?. En nombres, si bien Colón tiene dos “5” (Poblete y Marcos Fernández), más un volante mixto como Garnier en el medio, los de arriba tienen alma de delanteros (Callejo, Alario y Villarruel). Ocurre que los dos de afuera (Villarruel y Callejo) se preocupan demasiado por la vuelta y no arriesgan lo suficiente a la hora de ir al ataque.
River no será una medida clara de lo que vendrá en Colón, porque Osella anunció que mañana pondrá un “mix” en San Luis. Seguramente aparecerán algunos jugadores que no serán titulares el lunes, cuando en el partido con Nueva Chicago se deba mejorar una imagen que, hasta ahora, no ha sido convincente desde la propuesta. Esta vez, a diferencia del plantel anterior, Osella tiene material como para intentar algo diferente. Es posible que la cantidad de jugadores que vienen del torneo anterior (en el equipo que jugó en Jujuy, eran todos viejos conocidos de Osella salvo Broun, Lazzaroni, Garnier y Callejo) tengan todavía los resabios del estilo futbolístico que utilizó el técnico en Primera. El mismo lo dijo. “Hay que cambiar el chip”. Empezando por el propio Osella.