A diario, y con cuidado. Los padres acompañan a sus hijos todas las mañanas a jugar un rato en la única plaza del barrio.
El diseño de espacios verdes es fundamental a la hora de atender el presente de niños y adolescentes. En Loyola Sur existe un solo espacio en el cual los chicos pueden ser chicos, que fue construido por los propios vecinos.
A diario, y con cuidado. Los padres acompañan a sus hijos todas las mañanas a jugar un rato en la única plaza del barrio.
Sentado al solcito, al lado de un árbol repleto de recientes agujeros de bala se encuentra Manuel Árcel Núñez. Cuenta que los tiroteos entre bandas son habituales en este barrio y que la inseguridad es mucha. Pero también asegura que el deseo de la mayoría de los habitantes de Loyola Sur es intentar salvar al menos algo del futuro de los más chiquitos.
Movido por esta misma preocupación, hace tres años decidió tomar cartas en el asunto. Frente a su domicilio, sobre calle Piedrabuena, había un pequeño terreno baldío surcado por las viejas vías del ferrocarril. Nadie hacía nada por ese lugar y el abandono se extendía en realidad a todos los espacios verdes del barrio.
Fue entonces que Núñez decidió limpiar el terreno, nivelarlo y armar un pequeño potrero para todos los niños del lugar. “Es algo que yo hice para los chicos porque acá no había nada. Es una pequeña cosita, en realidad no es mucho, pero necesitaban un sitio donde jugar”, explica.
En este proyecto, mucho tuvo que ver su pasado, ya que hasta los 56 años jugó al fútbol en distintos potreros y en la Liga. Pero en gran parte, la idea de generar un espacio de juego estuvo relacionado con la propia experiencia de sus hijos.
“En este barrio no hay nada para los chicos y nadie hace nada. Nuestros hijos se criaron en este mismo lugar, luego se casaron y se fueron y nunca tuvieron un lugar donde jugar. Así que con un grupo de vecinos decidimos cambiar eso”, cuenta.
“Y es que la plaza los saca de otras cosas, de otros ámbitos. Juegan acá día y noche, sobre todo los fines de semana y se mantienen alejados de la violencia y de las drogas. Piensen que en este barrio anda toda la gente armada. Si te descuidás hasta los mismos nenes están armados. El barrio es muy inseguro, por eso es importante ofrecer espacios para que los chicos sean chicos y puedan jugar”, agrega.
Con ayuda es posible
Cuando Núñez tuvo la iniciativa de montar esta pequeña plaza, contó con el apoyo de la vecinal, la Municipalidad y sus jefes de zona. Hoy también cuenta con ayuda de personal del Polideportivo que se ocupa de mantener la plaza siempre limpia y lista para recibir a los chiquitos.
Sin embargo, todavía hay mucho por hacer. Si bien Núñez considera que los espacios verdes en el barrio deberían ser muchos más, él prefiere enfocar sus energías en el potrero de calle Piedrabuena y explica: “Estos son terrenos pertenecientes al gobierno nacional por ser del ferrocarril, en caso de reactivarse el circuito de vías deberíamos levantar todo. Pero como marcha la cosa, no creo que esto ocurra. Así que ahora estamos viendo si conseguimos unas hamacas y más juegos para los chicos. Además al lado hay otra cancha, un poco más grande y armada para los adultos y estamos atentos a que estos terrenos no sean usurpados”, explica.
“Y por último, también me gustaría conseguir algunos caños para tapar el zanjón que hay en esta calle y poder agrandar un poco la canchita. Así que cualquier ayuda que la gente o el gobierno pueda proveernos será más que bienvenida”, concluye.