Los alumnos hicieron carteles, fotos y videos con consignas a favor de la no violencia. También pintarán un mural en Peñaloza al 7500. Foto: Mauricio Garín
La idea fue que alumnos de 1º a 5º años de este establecimiento leyeran cuentos literarios y reflexionaran acerca de la violencia física, psicológica, de género y la discriminación.
Los alumnos hicieron carteles, fotos y videos con consignas a favor de la no violencia. También pintarán un mural en Peñaloza al 7500. Foto: Mauricio Garín
Mariela Goy
Un policía custodia la puerta de la escuela que vive momentos tensos desde que un tiroteo en el barrio dejara parapléjico a un pibe. El temor a una represalia se respira denso en las calles de Pompeya. Cuentan que mientras el guardia custodia el ingreso o algún patrullero circula por la zona, los “dealers” tampoco se aparecen por la esquina. Y así la vida escolar del secundario Nº 528 Jorge Luis Borges arranca más tranquila con sus 320 adolescentes dispuestos a desafiar esa realidad, estudiando, aprendiendo y construyendo para sí mismos un futuro diferente.
En ese contexto complejo, tratar en las aulas la problemática de la violencia se hace quizá más indispensable que hablar de ecuaciones o del Descubrimiento de América. Por eso, la escuela Borges tomó seriamente la propuesta de Abordaje Integral de la Violencia que lanzó este año la Región IV de Educación para todos los secundarios.
“En el barrio hay muchos conflictos y droga y nuestros alumnos están expuestos continuamente a esos flagelos. Hay bandas que se enfrentan y terminan en peleas y a los tiros. Nuestros chicos son como el jamón del medio del sandwich. A veces vienen golpeados, muy agresivos, cuentan cosas difíciles y tienen manifestaciones violentas naturalizadas: la bala, el muerto en la cuneta son parte de su vida”, sostuvo Claudia Suppo, directora de la escuela Borges y profesora de Literatura.
Los adolescentes trabajaron en base a los cuentos “Patrón” y “El marica” de Abelardo Castillo, que los invitó a analizar la violencia de género y el maltrato a un homosexual. Mientras que a través de “La intrusa” de Borges se metieron en el mundo de la mujer como objeto, y con el texto corto “Los ojos de Celina” de Kordon analizaron el régimen matriarcal de una mujer que envenena a su nuera.
Tras reflexionar sobre los relatos, los chicos elaboraron videos, afiches con dibujos y frases, fotografías que expusieron el jueves pasado en una jornada de cierre de la primera etapa de trabajo. Se invitó a dos escritores jóvenes -Juan Claudio Medina y Sara Nadalutti- quienes compartieron sus poesías y experiencias de vida con los alumnos.
Consignas constructivas
Los jóvenes fueron proponiendo ideas constructivas acerca de cómo mejorar el ambiente escolar y el de sus casas y cómo hacer para que haya menos agresiones entre ellos. Los estudiantes más avanzados están llevando adelante un proyecto sobre bullying destinado a sus compañeros de 1º año. “Hay mucho maltrato físico y verbal entre los más chicos, y discriminación por la moda, por la forma de ser, porque es orejón, narigón o petiso. Suelen ser muy agresivos. Nosotros éramos así cuando entramos a la escuela pero ahora que estamos más grandes, tenemos que dar el ejemplo”, dijeron Hernán, Ezequiel, Melani y María, alumnos de 4to año.
Por su parte, Juliana y Guadalupe, del mismo curso, trabajaron sobre el cuento “Patrón”. “Era un hombre malo, que compró a una chica y la hizo su mujer porque quería tener un hijo. Esto pasa en la realidad: no así por la fuerza, pero hay hombres que agarran a las chicas como si fueran de su propiedad. También hay trata de personas. Lo bueno es que al final ella se venga de él, pero lo malo es que abandonó a su hijo”, reflexionaron las jóvenes.
Cuando la realidad supera la ficción
“Se nos ocurrió usar la literatura de ficción como disparador para que los chicos se suelten y hablen de la realidad que tienen que vivir, que es muy dura. La ficción permite ‘decir cosas’ como si éstas les estuvieran pasando a los personajes, aunque en el fondo están hablando de ellos mismos. Entonces podemos analizar su propio discurso, que es contradictorio, difícil, ‘cuentan pero esconden’, no denuncian porque tienen miedo a la represalia. En cambio, hablando en clave de ficción, las pueden decir sin miedo”, explicó Suppo.
El año pasado, la escuela perdió a un alumno. Lo mataron de un balazo un fin de semana. “Era un chico que tenía muy buena conducta y notas”, aseguró la docente. El caso está sin resolverse. “Cuando vos a los chicos los hacés mirar desde afuera, desde un cuento, recién ahí toman conciencia de lo que les está pasando y del valor que tiene la vida”, indicó la directora.
El año pasado, abordaron la obra “El Principito”. “Algunos chicos se pusieron a llorar a mares y no sabíamos por qué. Hasta que de a poco fueron desarmando cosas muy fuertes que les pasan. Hay muchos chicos sin mamás, que crecieron con los abuelos y que se van mudando de familia en familia. Viven en ‘clusters’, es decir, en ramilletes de familias que se unen para defenderse o subsistir. Tenemos un alto índice de ausentismo porque los chicos se quedan a cuidar los hermanitos cuando los padres trabajan o ellos mismos también son albañiles y vendedores de flores”, describió. Y se quedó con una frase que le escuchó decir a una alumna: “Un grano de arena hizo que esta escuela sea para mí una playa de paz”.
Foto: Luis Cetraro
Un programa que está dando frutos
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