Lars Nicolaysen
dpa
En en la cumbre del volcán, situado a unos 200 kilómetros de Tokio, fueron encontradas hoy 31 personas que sufrieron paro cardiorrespiratorio, según informaron los rescatistas.
En la jornada del domingo sólo pudieron ser rescatadas cuatro de las 31 víctimas, ya que los equipos de rescate tuvieron que interrumpir su labor por las continuas erupciones y la fuerte concentración de azufre.
Además, otras 40 personas sufrieron lesiones, algunas de ellas graves.
La cima de este volcán, situada a 3.067 metros de altura, es una de las cotas más deseadas por los montañistas. El sábado a mediodía, cuando comenzó a escupir ceniza el volcán, unos 250 senderistas se encontraban cerca de la cumbre.
Las densas nubes de ceniza y humo que salían del cráter se expandieron por más de 10.000 metros. “Era un infierno”, explicó un superviviente lo sucedido. Sobre las montañistas caían cenizas y rocas. “Algunas eran tan grandes como coches”, explicó Sayuri Ogawa, que había guiado hasta la cima a un grupo de senderistas. “Creía que iba a morir”, dijo este hombre de 43 años a los reporteros.
“Se escuchó un estruendo como cuando truena y el cielo se oscureció por el humo”, relató el administrador de un refugio cercano a la agencia de noticias Kyodo. Las personas comenzaron a correr. “Entre nosotros había personas a las que se les incendió la mochila”, explicó otro superviviente.
“A mí me cayeron piedras en la mochila y en los pies. Con ese aire tan caliente apenas podía respirar”, dijo Takao Kamata, de 60 años, a la televisión NHK. Kamata dijo que entonces sólo pensó en su familia, se disculpó por su probable muerte y se despidió.
Pero Kamata sobrevivió, según contó, porque con las manos tapó la boca aunque dejaba pasar un poco el aire para no ahogarse. La mayoría de las personas pudieron descender de la cima por su propio pie. Decenas permanecieron en la montaña, algunas de ellas graves.
En los refugios, en los que muchos buscaron protección, también se vivieron escenas dramáticas. El canal NHK mostró imágenes de video de supervivientes en las que se escuchan gritos en la oscuridad ante la caída de piedras en el tejado. “En nuestro albergue se derrumbó el tejado. Nos refugiamos en la planta baja y protegimos nuestras cabezas con colchones”, informó un escalador.
El peligro de las continuas erupciones y los gases tóxicos condujeron a que se interrumpiera el operativo de rescate. En la mañana de hoy 550 miembros de la unidad de rescate prosiguieron su labor.
El primer ministro Shinzo Abe envió a los militares para ayudar. Los primeros supervivientes fueron trasladados a un lugar seguro con helicópteros. Sin embargo, para 31 excursionistas la ayuda llegó tarde.
Cuatro de los cuerpos fueron recuperados. Se encuentran en un edificio que anteriormente albergó una escuela, según informó la televisión NHK, que en la noche (local) de hoy seguía sin mencionar la palabra muerte.
Las tareas de rescate tuvieron que interrumpirse nuevamente por la tarde debido a la formación de azufre y a las persistencias erupciones y estaba previsto que prosiguieran este lunes.
A mediados de mes hubo actividad en el volcán, pero nadie previó una erupción tan inminente, dijo un funcionario del servicio meteorológico nacional en Tokio.
La erupción se produjo en un momento en que muchas personas se encontraban en la región para observar la coloración de las hojas con la llegada del otoño.
Las autoridades advirtieron a las personas que viven en un diámetro de cuatro kilómetros que se pueden producir más erupciones.
El Ontakesan hizo erupción anteriormente en 1979. En aquel entonces, lanzó 200.000 toneladas de cenizas. Otra pequeña erupción se produjo en 1991. En 2007, se produjeron varios temblores.
dpa