Claudio Gugnali en el mano a mano con El Litoral. Prometió volver a dirigir a Unión dentro de un par de años. “Ahora, no pienso ni un segundo porque está un amigo y un gran entrenador como Leo Madelón”, señaló. Foto: Flavio Raina
El ayudante de campo de Alejandro Sabella habló de Messi, de Tevez, de Unión y también de Colón. “Me hubiese encantado jugar la final con Brasil, pero si le ganábamos en el Maracaná iba a ser difícil salir...”.
Claudio Gugnali en el mano a mano con El Litoral. Prometió volver a dirigir a Unión dentro de un par de años. “Ahora, no pienso ni un segundo porque está un amigo y un gran entrenador como Leo Madelón”, señaló. Foto: Flavio Raina
Enrique Cruz (h)
Su amigo el “Corcho” Lerman le prestó el coche y Claudio Gugnali se lo quería devolver antes de partir hacia el hipódromo para participar de la fiesta santafesina de hoy. “Lleválo Claudio, ¿qué problema hay?”, le dijo el Corcho a través del teléfono y la respuesta de Gugnali fue muy ocurrente: “¿Y qué querés que haga, que dé vueltas por la pista en el auto?, te lo devuelvo, si apenas termine regreso a La Plata”. Pasaron algo más de dos meses y medio de la final del Mundial y al técnico alterno de Sabella le dan vueltas sensaciones por la cabeza.
—¿Te despertás todos los días y te da vueltas la final con los alemanes por la cabeza?
—No te lo niego. Pero no sólo me da vueltas el partido, sino el agradecimiento permanente de la gente... ¿Sabés qué me dice la gente?, que está orgullosa de nosotros. Y para mí, el orgullo supera al éxito, máxime perdiendo la final...
—Mi opinión es que Messi jugó un muy buen Mundial pero parece que todo el país le reprocha que no tuvo su gran tarde en el Maracaná ese día. ¿Qué te genera ese sentimiento?
—Me da un poco de bronca. Yo también pienso que hizo un buen Mundial y es como dice Sabella: Messi juega siempre bien. Y parece que eso pasa desapercibido para muchos... Estuvimos muy cerca, muy cerca... Ellos llegaron mejor desde lo físico, porque jugaron un día antes que nosotros y les alcanzaron 20 minutos para hacerle los primeros cinco goles a Brasil y luego regularon el ritmo. En cambio, nosotros definimos por penales ante una Holanda durísima, que tiene de técnico a un verdadero crack.
—¿Por qué un crack?
—Porque lo planificó al partido en forma excelente y les debe haber dicho a los jugadores que esperen el momento de definirlo en una jugada. Y la tuvieron en los pies de Robben y ese esfuerzo titánico de Mascherano. Pero el grupo merecía llegar a la final porque fuimos uno para todos y todos para uno. Lo armamos al estilo Sabella.
—¿Cómo?
—Alejandro siempre nos decía: “menos ‘yo' y más ‘nosotros”. Ese fue el ejemplo que le transmitimos a los jugadores. Y volviendo a la final, la preocupación siempre fue, durante el torneo, el equilibrio y hacerse firme atrás. En los últimos partidos nos hicieron un solo gol, que fue el de la final, pero fallamos en la definición. No tengo cosas para reprocharnos. Todos me hablan de los aciertos que tuvimos en los jugadores y yo digo que no hay que olvidarse de Augusto Fernández, que fue el único que no jugó ni un segundo, y sin embargo fue el primero en todo, siempre buena onda... Fuimos felices ese mes y si le preguntás a todos, nos dolía saber que si perdíamos volvíamos a casa y era no sólo por lo deportivo, sino también por lo grupal. Porque irnos a casa significaba no volver a vernos...
—¿Te cambió la vida el Mundial?
—Fue fuerte... Pero los afectos son los mismos, los amigos también... No te voy a negar que si te dicen que se sienten orgullosos de vos, te toca, ¿no?... Mirá, yo sufrí tres derrotas determinantes que no me dejaron tristes. Una fue la del Mundial, otra fue la derrota con Estudiantes ante el mejor Barcelona de todos que nos empató a los 88 minutos y la tercera fue haber perdido el ascenso con Unión.
—¿No te dolió aquello de Jujuy?
—No, porque a Jujuy fueron todos, hasta los que no jugaban, éramos felices, estábamos muy unidos... No me dolió, te lo juro... Para mí, entrenar a Messi y a Di María fue lo mismo que hacerlo con Verón o con la Gata Fernández en Estudiantes o con Marquitos Flores o la Chancha Zárate en Unión. ¿Por qué?, porque son pibes normales, con la necesidad de ser estimulados, respetuosos, sencillos, igual que los otros...
—Haber ido a México a “descubrir” a Basanta, Campagnaro, Rojo, Garay, ponerlo a Lavezzi en el mediocampo, a Di María por derecha, Biglia... ¿Cuál de los “descubrimientos” fue el que más los impactó a ustedes?
—Hubo un jugador que vino y había cambiado algunos aspectos con relación a cómo lo conocíamos, y es Enzo Pérez. Los días previos a dar la lista, Enzo hizo todo lo necesario para merecer un lugar y cuando jugó, lo hizo con una decisión y una presencia notable. ¡Hasta por momentos hizo olvidar a Di María!.
—Cuando escuchás lo que se dice de Tevez, que Messi no lo quería, que el grupo tampoco, que Grondona le había bajado el pulgar, ¿qué pensás?, ¿que son idioteces?
—Se habla demasiado en el fútbol. La verdad es que había buenos delanteros y se hizo difícil elegir. La decisión pasó por Alejandro. Y Grondona jamás nos insinuó una convocatoria. Los aciertos y los errores fueron pura y exclusivamente nuestros.
—El que debió dar más fue Agüero...
—Alguien del cuerpo técnico del City nos dijo: “para nosotros, Agüero es Messi”. Y me acuerdo que yo le hablé de Dzeko, el delantero de Bosnia que juega ahí y nos enfrentaba en el primer partido, y el tipo me dijo que sí, que Dzeko es un gran delantero, pero Agüero es el mejor... No llegó de la mejor manera y se lesionó. No estaba feliz, se le notaba...
—¿Qué se te pasó por la cabeza en Río de Janeiro, la noche previa a la final?
—Uyyyy... Mirá, nosotros somos un grupo de amigos. Julián me recomendó a mí con Alejandro y yo lo recomendé al profe... Somos parecidos, medio maniáticos... Y esa noche nos decíamos: “¡Vamos a dirigir la final del Mundial!, ¿será cierto?, ¿qué hacemos acá?...”. Va a ser difícil que vivamos algo igual.
—Y lo social, Claudio, porque el fenómeno fue importante...
—A mí me sorprendió mucho cuando llegamos al país después de haber perdido la final, fue una cosa de locos, la gente nos aplaudía, no nos dejaba llegar desde Ezeiza al predio... No es normal en esta locura en la que se vive, que la gente te agradezca por haber perdido una final. Al argentino se lo educó de otra manera... Y hay un error, porque estamos creídos que somos los mejores y no es así.
—¿Por qué en fútbol no fuimos los mejores?
—Porque los jugadores no están acá. Fijáte el proceso de Alemania, con un técnico que era ayudante del anterior y el 90 por ciento de los jugadores repartidos en el Bayern Munich y el Borussia. Y no anduvo bien. ¿Te acordás cuando en la Eurocopa iba ganando 4 a 0 a Suecia e Ibrahimovic les metió cuatro goles y empataron?, ¡lo querían echar!... Acá se vive en una vorágine tremenda, los jugadores se lesionan mucho... En Europa, en media hora estás en cualquier parte y acá, bienvenida sea la Copa Argentina pero las distancias que se deben hacer son muy grandes. Nos falta para ser los mejores.
—¿Te hubiese gustado jugar la final con Brasil antes que Alemania?
—Sí, claro. Yo lo veía desbordado a Brasil desde lo anímico, lo emocional... Los jugadores lloraban, estaban que explotaban. Si le ganábamos la final en el Maracaná, nos hubiese costado volver (risas). Desde que empezó el Mundial sabía que el rival a vencer era Alemania.
Claudio Gugnali y la tapa de El Litoral cuando le concedió una entrevista en pleno Cidade do Galo, el predio del Mineiro en Belo Horizonte que cobijó a la selección. Foto: Flavio Raina
“Volver a Unión es pagar una deuda”
“Apostar a las inferiores”
—¿Qué pensás del torneo de 30 equipos?
—Estimula la competencia, pero sigo pensando que más allá de la reestructuración que se haga de los torneos, el futuro del fútbol argentino está en las inferiores. Y ahí, los que trabajan bien son siempre los mismos: Vélez, Lanús, algo de Estudiantes que vendió tres chicos de abajo. Es el único camino.
—¿Es la solución económica de los clubes?
—Acá se reestructuró el tema de la televisión para pagar las deudas y a los tres años, los clubes ya debían fortunas. Es como si en tu casa te entran 5 y gastás por 8, cuando llega fin de año habrá alguien a quién le debés. Y eso es lo que hacen todas las instituciones. Vélez, en ese contexto, es un ejemplo, pelea torneos con jugadores surgidos de inferiores y cada tanto vende y tiene su economía bastante controlada.
"Al fútbol argentino le está costando mucho la muerte de Grondona. Veo su reemplazante en la clase dirigente más joven. A las cosas buenas hay que mantenerlas y a las cosas malas hay que dejar de hacerlas, ese es el camino. En todos lados del mundo hay siempre un argentino que se destaca, pero cuando estamos juntos eso no pasa. El día que aquéllos que se destacan se puedan juntar, seremos mejores como sociedad”. Claudio Gugnali Ex técnico alterno de la selección subcampeona del mundo.