Enrique Cruz (h)
(Enviado Especial a Tucumán)
—¿Hoy es el día Leo?
—Hoy es el día.
La charla fue en el lobby del Garden Park de San Miguel de Tucumán, enfrente del Parque 9 de Julio en el mediodía de domingo y duró solo eso, porque ya Madelón debía sentarse a la mesa para compartir el almuerzo con sus dirigidos. El enviado de El Litoral, por ese entonces, sólo manejaba un dato: el del pedido del técnico para que el presidente charle con los jugadores durante la semana. No se sabe si fue sólo por el pedido de Madelón o porque Spahn mismo lo resolvió. Pero sirvió. Como también fue clave la forma de planificar el partido por parte del técnico. No tanto en lo táctico, donde no hubo cambios. Sino por la estrategia.
Uno no sabe si contribuyó en un 20, un 30, un 50 o un 1 por ciento, pero que Spahn se arrime a hablar con el plantel fue muy positivo. Así lo entendió el mismo grupo, que invitó al presidente a ingresar al vestuario apenas terminado el partido y en medio del lógico festejo. Spahn dio la cara cuando le está debiendo dinero al plantel. Lleva más de 20 días de atraso con el pago del mes de agosto, sigue poniendo dinero y cada día observa con más preocupación que no hay plata que alcance. Hoy tiene que hacer frente también al pago de cheques que distribuyó a aquellos jugadores que integraron el último plantel y se fueron. “Les pedí a los muchachos que se pongan las pilas para ganar un partido de visitante, porque eso nos permitirá darle impulso decisivo a la campaña poner el Día del Club para generar recursos”, dijo el presidente, palabras más o menos.
“El presidente es un poco tímido y lo invitamos al vestuario”, dijo Nereo Fernández, figura en Tucumán junto con Leo Sánchez y, seguramente, uno de los cinco referentes que mantuvo otra charla con Spahn, el sábado a la noche en la concentración. El equipo cumplió y ganó, ahora llegó el momento de que cumpla el presidente, de quién no dudo que está tremendamente afligido y preocupado por esta situación, no sólo en el atraso con los jugadores sino también con los empleados del club.
Pero volviendo al valor futbolístico y matemático de lo conseguido en Tucumán, uno no sabe si esas charlas con Spahn sirvieron en mucho, algo, poco o casi nada, pero algún aporte hicieron. Y después, lo del técnico, que merece un párrafo aparte porque no creo que Madelón se sienta identificado con esto de salir a esperar y a jugar de contragolpe, regalando protagonismo e iniciativa al rival. Pero lo hizo y gracias a la interpretación de sus jugadores, el libreto salió bien y se ganó bien.
Madelón insiste mucho en el estudio del rival. “Vemos videos, charlamos durante la semana, se los mostramos a los jugadores”, fue una de las frases que el técnico repitió una y otra vez en cada partido de visitante, queriendo convencer —a la prensa y a la gente— de que todo lo que pasaba en la cancha se había charlado y programado. Pero en este partido, ese estudio del rival se profundizó: Unión supo que Atlético se le iba a venir, que iban a soltarse los dos marcadores de punta y que al margen de tener un solo punta de área, tanto Imbert como el “Gurí” García debían acompañarlo e iba a producirse una llegada masiva de los volantes.
El cambio de “golpe por golpe” podía perjudicarlo. Sin embargo, cuando los dos esquemas quedaron perfectamente individualizados en el segundo tiempo (Atlético atacando y Unión contragolpeando), el partido se abrió un poco. Pero Unión lo controló a partir de un posicionamiento perfecto de la línea de cuatro, tratando de salir del área y pararse cinco o seis metros más adelante para que los cuatro de atrás no queden pegados a Nereo.
Otro de los aciertos de Madelón, dentro de esa estrategia de jugar a esperar, fue la de no resignar a que el ataque se produzca siempre con dos delanteros. Cualquiera hubiese pensado que para fortalecer el medio, había que sacar un punta y poner un volante. Sin embargo, Madelón dejó siempre dos arriba y le dio libertades a los volantes (las aprovechó Caballero ante un Malcorra que se quedó sin piernas en el final por el tremendo desgaste cuidando la subida de Casais en el primer tiempo) para que acompañen. Sacó a Guerra —implacable— porque no le servía para jugar de contragolpe, pero puso a Gamba para aprovechar su mayor velocidad. Y reforzó el mediocampo con dos volantes con aire y piernas (Caballero y Bruna), pero sin resignar chances de ataque.
Hay partidos que son “bisagra” y que se recuerdan por lo clave que significan para una campaña. A Kuldeka le pasó, aquí mismo en Tucumán, cuando le empató a San Martín en una tarde-noche en la que se dudaba de su continuidad. Y el corolario de esa campaña terminó siendo el ascenso de categoría de la mano de quién hoy dirige a Huracán. Veremos cómo termina esta historia.
Pero uno se anima a pensar, con las reservas del caso e inclusive aceptando que lo hace con cierto apresuramiento y corriendo riesgos, que en este camino de Unión buscando el séptimo ascenso, el del domingo se lo recordará como un partido casi decisivo.