Tinelli encarna la última revolución del show televisivo. Con su Showmatch juntó a todos los géneros, desde el humor al musical y la ficción, en un reality amorfo atravesado por la política y la caridad. FOTO: Gentileza Ideas del Sur.
Por Roberto Maurer
Tinelli encarna la última revolución del show televisivo. Con su Showmatch juntó a todos los géneros, desde el humor al musical y la ficción, en un reality amorfo atravesado por la política y la caridad. FOTO: Gentileza Ideas del Sur.
Roberto Maurer
Los distintos universos de la imagen y el sonido se están fusionando con la atropellada digital, que hace temblar a nuestras costumbres, como la de sentarse a mirar televisión de un modo que había permanecido invariable desde los tiempos de “Operación Ja Ja”. El control remoto, el color y el cable fueron las grandes innovaciones producidas durante décadas, pero los tiempos se apresuraron.
Se derrumba el anciene régime en la medida que van desapareciendo los límites que separaban a la vieja televisión de Internet. Los expertos nos anuncian una sola pantalla y múltiples plataformas. Netflix acaba de estrenar su segunda serie de producción propia, “Marco Polo”, y en un mismo momento puso a disposición de sus clientes los diez capítulos de una primera temporada. El público on demand crece, y está formado por aquellos que no soportan la idea del viejo ritual que nos obligaba a esperar una semana y un día y hora determinados para ver el capítulo de una serie o una telenovela.
CATEDRAL
Año tras año, la televisión abierta pierde público, y no es una revelación de especialistas ni pitonisas, lo indican los números. La gran final del “Bailando 2014” ya puede ser vivida con algún sentimentalismo, el que se reserva a un mundo que se apaga. Cuando apareció la locomoción eléctrica, hubo un artesano que clavó una última herradura a los caballos que tiraban del tranvía.
Marcelo Tinelli encarna la última revolución del show televisivo. Con su Showmatch juntó a todos los géneros, desde el humor al musical y la ficción, en un reality amorfo atravesado por la política y la caridad. Pero si antes acariciaba 40 puntos, este año un promedio de 20 es considerado un éxito. Son cambios en la línea de flotación que auguran naufragio. No es inminente, pero está escrito. Showmatch simboliza y resume la televisión que conocimos, y la despedida de la temporada fue particularmente espléndida y emotiva, con todos los participantes desparramados informalmente en el suelo, más la gran familia de Tinelli, los perritos, los concurrentes habituales, unidos y sonrientes, y los cuatro finalistas entrelazados, besándose y toqueteándose con amor: verdaderamente, la imagen de un mundo feliz.
Cuando llegue el apocalipsis mediático, será la última catedral. Sugestivamente, fue el Showmatch que terminó más tarde de sus últimos doce años: concluyó a la 1.59.
EL CIRCO GANA
Con el voto de casi un millón de personas, el triunfo de Anita Martínez y el Bicho Gómez sería la consagración de la comicidad circense sobre las excelencias de la danza profesional. A lo largo del año, hubo quienes los repudiaron como a una pareja bizarra de demagogos escatológicos, con sus chistes vulgares y discursos en defensa de las mascotas que no tienen voz y de los encargados de la limpieza de la sala de ensayos que se levantan a la cuatro de la mañana para ir a trabajar.
Otros objetaron el triunfo de un sueño relacionado con la protección de los perros sin considerar la existencia de niños sin techo. Pero la mayoría, es evidente, fue conquistada por la simpatía y humildad de los ex artistas de circo. Dejaron en el camino a Eleonora Cassano, Maximiliano Guerra, Hernán Piquín y Cecilia Figaredo, partenaire de Julio Boca: el Gran Ballet de la Argentina rendido a los pies Tinelli. Un título: “Firulete y Cañito derrotan a Nureyev e Isadora Duncan”.
ABRIL
Para esta temporada se anunciaba humor político, como aquel proporcionado por “Gran Cuñado”, pero el miedo resultó injustificado, ya que sólo hubo algunas parodias inofensivas y flechas de despecho lanzadas por Tinelli. Tal vez su venganza fue oblicua y consistió en entronizar al traidor Martín Insaurralde, aunque su esposa Jésica Cirio finalmente pagó caro: luego de eludir el voto del público durante todo el torneo, en la semifinal la mayoría silenciosa la borró brutalmente de la corteza terrestre.
Hubo un momento en que se apostaba por Peter Alfonso, inclusive se sostuvo que ya estaba todo arreglado, pero le llegó la eliminación.
El jurado de este año no llegó a extremos escandalosos, la inquina entre Moria y Nacha se mantuvo dentro de la civilización, y se acepta que las manifestaciones de adolescencia senil de Soledad Silveyra -apareció envuelta en una bandera de Racing- forman parte de la cultura nacional.
Al mostrar los premios, Tinelli destacó que eran obra del mismo platero que trabajó en cálices para el Papa. “Trabaja para el Papa y para nosotros”, afirmó. Tal vez, en la próxima diga “para nosotros y el Papa”. Ya está anunciado, “en abril estamos en el aire”, dijo, rematando la acostumbrada serie de bromas con Adrián Suar.