DyN - El Litoral
El reconocido educador santafesino Ovide Menin falleció ayer a los 87 años, en la ciudad de Rosario. Oriundo de la localidad de Coronda, se graduó de Maestro Normal y luego fue uno de los primeros egresados de la carrera de Psicología de Rosario, cuando aún formaba parte de la Universidad Nacional del Litoral.
Menin fue declarado “Ciudadano distinguido” por el Concejo Municipal de Rosario, en reconocimiento de su labor académica centrada en una educación popular y democrática. En 2008 fue nombrado “Maestro de la vida” por el Ministerio de Educación y Cultura de la Nación, donde ocupó el cargo de director nacional de Enseñanza Superior, durante la gestión del ex presidente Ricardo Alfonsín.
Fue maestro y director de distintos niveles de la enseñanza, institutos de investigación así como programas y proyectos de trascendencia nacional e internacional. Se destacó en el ámbito de la psicología de la educación y la salud. Además, se desempeñó como decano de la Facultad de Psicología de la Universidad Nacional de Rosario (UNR) durante dos períodos. En 2002 fue distinguido como Doctor Honoris Causa por la UNR.
Asimismo, durante las últimas dictaduras militares, el doctor Menin fue cesanteado, sufrió la persecución y el exilio. Sus numerosas publicaciones han sido reconocidas a nivel nacional e internacional.
En las redes sociales Facebook y Twitter se suman las expresiones de congoja de parte de ex alumnos, colaboradores, políticos y personalidades vinculadas a la educación. Los restos de Ovide no serán velados ni tampoco se realizará ceremonia alguna, según informaron sus familiares a la agencia DyN.
Homenaje póstumo
“¡Ah! Filomena... Filomena. En el pueblo todos comentan...”
Hoy el círculo se ha cerrado para dar paso a los múltiples personajes que Ovide nos regalara en sus obras, en su epistolario y en sus encuentros: Filomena, Rosita Pirosa, Coronda ocre y azul, la tía Veneranda y ese anecdotario infinito que abarcaba desde su infancia rural hasta su Decanato, sin olvidar el infierno del exilio y, cada cual, con los aditamentos de su verba exacta y de su impronta jovial, atenta, luminosa.
Como una usina de ideas, su mente brillante pergeñó la especialización en literatura infantil, hasta llamarla Maestría en Literatura para niños, porque no estaba de acuerdo con esa terminología descalificante de “infantil” y, desde su decisión, no dejó sitio hasta lograr su creación.
A su lado aprendimos a desmitificar la burocracia educativa, para darle importancia al verdadero rol e incumbencia de los estudios de posgrado, ahuyentando viejos prejuicios crecidos al amparo de la “docta” y hacernos notar lo verdadero de lo falso, como así también lo auténtico de la mascarada que se deshacía ante el menor soplido.
Su campo de experiencia era tan amplio y tan vasto que daba gusto charlar e intercambiar cualquier tipo de temas, pero también había algo clave: su generosidad. Sabía escuchar y sabía dar y en ese intercambio residía la grandeza de su hombría que -como Filomena- alborotó un pueblo, en este caso, una comunidad educativa que honrará su grandeza, al renovar su legado en cada nueva cohorte.
En nombre del Comité Académico, de los egresados y los maestrandos de la Maestría en Literatura para niños ¡Gracias, Ovide! ¡Hasta siempre!
Prof. Mg. María Luisa Miretti, Directora Maestría en Literatura para Niños.
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