Por Silvia Mugica
Que el pronóstico del tiempo no anunciaba buenas noticias, era una realidad. Que la gente nada le importaba las posibilidades de tormenta, también otra.
En la ruta, la paciencia de los conductores se puso a prueba una vez más en estas cuatro noches; al parecer nadie quería perderse la cartelera artística que proponía la jornada.
Todo listo. Todo preparado
Adelante del escenario, en el predio, miles de almas, una pegada a la otra, sin posibilidad de que entrase nadie más. Si hubiera sido un colectivo, la clásica frase del chofer: “Corriéndose para atrás, que en el fondo hay lugar” no hubiera sido una opción. Es que el Balneario estuvo colmado en su capacidad y por más buena voluntad que se tuviera, no cabía nadie más.
Detrás del escenario, en el sector de la cocina, la incesante labor de los que desde tempranas horas se había apostado en sus puestos de trabajo. Pescado frito, asado, empanadas, guiso de arroz, fueron algunos de los platos a degustar. Al costado, la carpa dispuesta a recibir a los artistas antes o después de su actuación para ser agasajados con esas exquisiteces.
Adelante y atrás del escenario, casi en simultáneo para no perderse detalle alguno, otro de los clásicos de esta festividad, Juan Carlos, fotógrafo oficial del festival, quien inmortaliza los inolvidables momentos de cada edición.
Y desde la Comisión Organizadora, el presidente comunal Andrés Vallones, Rubén Bengoechea, Angélica Maidana, y todos sus colaboradores, el mismo interés por hacer que cada engranaje de este festival funcionara a la perfección y el logro de ese objetivo. Todo listo. Todo preparado.
Que arranque el show
Jugando de locales y colmados de expectativas, Víctor Battiglini y Los Diableros fueron los responsables de inaugurar la cuarta luna del festival. Con ritmos alegres y clásicos temas del cancionero popular, los jóvenes oriundos de Sauce Viejo dejaron alma y vida en el escenario, disfrutando de su actuación y complaciendo a un público que no dudó en aplaudirlos.
Enseguida, la danza brilló con el Ballet Comunal de Sauce Viejo, de impecable indumentaria y bajo la dirección de Cecilia y Diego Cervantes, los bailarines deleitaron a la gente.
Luego, llegó el momento del recitado de la mano de Raúl Vázquez, quien compartió su “Homenaje a los Isleros”, escrito por Jorge Alberto “Pinino” Vázquez. Con seguridad y voz firme, Raúl creó el clima necesario para lograr la atención y el silencio de la platea, que aplaudió sin pausa su paso por el festival. Uberfil Concepción también formó parte del recitado, con improvisaciones que se ganaron el respeto de la gente.
Los Majestuosos del Chamamé hicieron que los sapucays se hicieran sentir apenas comenzaran a ejecutar sus instrumentos. Los entrerrianos, se encargaron de sostener el clima festivo con acompasados chamamés y pasodobles. Ganadoras de un concurso de sapucay, llegaron Beatriz y Ramona, quienes lanzaron al viento su tradicional grito de júbilo para que desde la platea, como en un eco, volvieran multiplicados los sapucays de la gente al unísono. Una verdadera fiesta chamamecera que parecía no querer terminar.
Salta no quiso quedarse afuera de esta velada y tuvo sus representantes con Canto 4. “Sombra herida” fue el tema que terminó con la espera de sus seguidores para continuar con “Cuando ya nadie te nombre” y “Recuerdo salteño”.
Éxitos
Pasadas las 23 y bajo un estricto y exagerado operativo de seguridad detrás del escenario que restringía la labor periodística, impuesto por el artista, Abel Pintos desarrolló su show.
Desde San Justo, Iván Faisal fue el encargado de continuar la velada. Con su profundo mensaje y su amor por nuestras costumbres y el canto litoraleño, el santafesino dejó su huella en la cuarta luna festivalera, llevándose en aplausos el cariño de la gente.
Nadie quiso perder su ubicación para seguir formando parte de esta fiesta. Y es que la grilla del espectáculo prometía darles el gusto a todos los amantes del folclore.
El reloj no había marcado las 2 de la madrugada cuando, desde La Rioja, los integrantes de Las Valijas llegaron con temas como “Domingo santiagueño” y “Mi abuela bailó la zamba”, entre otros.
Ritmos alegres, en los que la concurrencia participaba activamente con el baile y el canto, fueron los protagonistas de la actuación de los riojanos.
No podía estar ausente uno de los grupos que supo formar parte de ediciones anteriores del Festival del Pescador con notable éxito. Guitarreros, encargados del broche de oro de la cuarta noche. Sumamente festivaleros, con una inteligente elección del repertorio mantuvieron la fiesta hasta el final, sin pausas. Los salteños se mostraron distendidos, en complicidad con el público que no dejaba de cantar con ellos y aplaudirlos.