El Litoral
“Tengo 30 años de experiencia como taxista y la verdad es que ya perdí la cuenta de los asaltos que he sufrido. Hasta con armas de juguete me han robado...”, dijo hoy José Eduardo Ríos (52) mientras soporta una interminable cola en la farmacia del hospital Cullen.
Nadie de los presentes en el nosocomio imagina que ese hombre delgado, que habla en un tono bajo y que tiene colocado un yeso en su brazo izquierdo, hace apenas algunas horas terminó de esquivar a la muerte.
Quizás en semejante trayectoria se explique la asombrosa calma que muestra José a la hora de narrar los detalles de lo sucedido.
“No me lo esperaba”
“Ayer a la tarde estaba trabajando en el taxi y, aproximadamente a las 19, la empresa me manda a buscar un viaje en el supermercado que está en Javier de la Rosa y Gral. Paz. En el lugar había una señora con unos bolsos la que me pidió que la lleve hasta Larrea y Avellaneda.
Cuando llegamos a destino la mujer me pide que avance unos 50 metros hasta donde quedaba su domicilio. Yo no pensé nada raro porque había gente por todos lados. La mujer estaba bajando los bolsos y en eso aparece un muchacho el que me abre violentamente la puerta del auto.
El tipo me empezó a gritar para que le entregue la plata, porque si no me iba a pegar un tiro. Yo ya tenía el auto puesto en primera y entonces comencé a avanzar. Entonces el vago efectúa un disparo que pegó en el auto. Pero luego hizo un segundo disparo que me pegó en el brazo. Pese a estar herido yo seguí la marcha hasta French y Alberdi, donde siempre hay unos policías comunitarios. Apenas los vi les conté lo que me había ocurrido y ellos me ayudaron.
Me trasladaron hasta el hospital Cullen donde me hicieron placas y otros estudios. Ahora están viendo si me van a extraer el proyectil.
La zona del asalto