Por Remo Erdosain
Por Remo Erdosain
Día nublado. Como dice el tango, “humedad, llovizna y frío”, aunque lo del frío es una licencia literaria. La mesa ha vuelto a armarse. Las vacaciones en algunos, ganas de quedarse en la casa en otros, suspendieron por unas semanas la rutina del café, pero con los idus de marzo todo regresa a la normalidad. —Otra vez en casa -exclama satisfecho Marcial que anduvo viajando por el Viejo Mundo. —Te perdiste uno de los meses más calientes del año -le dice Abel. —No es tan así -responde- en Europa se comentaba lo que ocurría en la Argentina como si fuera un tema local. —¿Y que es lo que se decía? -pregunto. —¿Sobre lo de Nisman? —Y sí, sobre lo de Nisman. —Para ellos no hay duda; al fiscal lo mandó a matar el gobierno. —¿No te parece demasiado simplificador? —Tal vez lo sea, pero vos me preguntaste lo que decían y yo te respondo. Además, a la distancia a veces se ve todo más confuso, pero a veces las cosas se ven más claras. —¿Vos creés sinceramente que lo mandó a matar el gobierno? -pregunta José. —Yo me animaría a decir que lo mandó a matar la Señora -responde- pero el gobierno es algo más que la Señora. —Yo en esto me atengo a los informes -dice José- todo parece indicar que el hombre se suicidó. Ahora bien, si lo que ustedes quieren es desprestigiar al gobierno, es otra cosa. —El gobierno se desprestigia solo -dice Abel- no hace falta que nosotros hagamos nada. Mirá cómo reaccionó tu jefa con la muerte del fiscal. Primero dijo una cosa, después otra; ni siquiera tuvo la dignidad de mandar condolencias a los familiares. —Y encima -agrego- se dedicaron a infamar la memoria del muerto; lo trataron de inútil, de mal profesional, de punto de Stiuso, de homosexual, y ahora andan diciendo que era un borracho. —Yo respeto la memoria del muerto -insiste José- pero no respeto la manipulación que los gorilas quieren hacer con su tragedia. Y aclaro bien, respeto su tragedia y el dolor de sus familiares, pero no me pidan que respete su labor profesional, su deseo manifiesto de imputar a la presidente en una causa que él sabe mejor que nadie que ella defendió a capa y espada. —La habrá defendido al principio -digo- después tengo mis serias dudas. Es más, no tengo dudas, estoy seguro de que quisieron arreglar con la teocracia de Irán y liberar de responsabilidades a los terroristas. —Lo que se quiere saber es realmente lo que pasó -dice José. —Ya se sabe muy bien lo que pasó -interviene Marcial. —¿Y se puede saber qué es lo que sabés vos? —Muy claro: a la bomba la puso la organización terrorista Hezbolá, el conductor suicida fue un señor Ibrahim Berro reclutado en el extranjero, el operador principal se llama Moshen Rabbani acompañado de todos los que denuncia Nisman. —¿Y la conexión local? —La conexión local fue una estratagema de Anzorreguy y el menemismo para liberar de culpas a Irán. Para que te quede claro, hubo conexión local, pero esa conexión local no fue un policía corrupto o un fascista extraviado; la conexión local fue el Estado nacional, que a través de Galeano, Anzorreguy, Pou e incluso el propio Guido Di Tella, trabajaron para limpiar a Irán. —¿Por qué? —Porque son unos canallas, te diría, pero sobre todo porque suponían que no se podía arriesgar la relación comercial con Irán. Ellos instalaron la teoría de que si investigábamos a Irán, se iban a enojar más y nos iban a meter más bombas. —O sea -digo- que el gobierno menemista hizo lo mismo que quince años después hará el kirchenerismo. —Exactamente lo mismo. Menem, apenas se produjo el atentado dio órdenes de investigar a fondo y dar con los culpables. Es más, pidió la pena de muerte para ellos. Pero con el paso del tiempo convencieron -y algunos dicen que con plata- de que no convenía avanzar por ese lado. Y fue allí que se urdió la maniobra de coimear a Telleldín para que apunte al comisario Ribelli y todo quede reducido a una conexión local promovida por policías corruptos y fascistas. —Yo no me acuerdo si fue tan así -dice Abel. —Fue así -responde Marcial- por eso se cae toda la investigación trucha de Galeano y en esa caída Nisman tiene mucho que ver. En ese sentido, podría hablarse de Amia 1 con Galeano a la cabeza y Amia 2 con Nisman investigando a fondo. Allí es que se pone en evidencia las responsabilidades de Irán; allí es cuando las órdenes de captura contra los terroristas de Hezbolá, y todo eso se pudo hacer gracias a la labor de Nisman. —Y la del gobierno de la compañera Cristina que le dio aval para que haga todo eso -agrega José. —Le dio aval al principio, como se lo dio Menem, pero después cambiaron con el famoso Memorándum que no fue más que una cortina de humo para encubrir a los verdaderos criminales. Y eso es lo que Nisman intenta denunciar cuando lo matan. —O se suicida. —Lo mataron. Yo descarto absolutamente la teoría del suicidio. Ésa es una trampa tendida por los responsables de ese crimen. —De todos modos -insiste José- el juez Rafecas, una profesional impecable, no dio lugar a la presentación del fiscal Pollicita. —No confundamos las cosas -digo- estábamos hablando de quién mató a Nisman y no sobre su presentación judicial. Lo de Rafecas habrá que verlo en su momento, ya que Pollicita apeló a una instancia superior, pero otra cosa muy distinta es el crimen de Nisman. —Son temas relacionados. —Están relacionados, pero son autónomos. Puede que Nisman haya estado equivocado, que su presentación haya tenido defectos de fondo y forma, pero el crimen es otra cosa, y sobre eso es poco y nada lo que se dice. —Repito para que se me entienda -dice Marcial-: sobre la Amia lo que hay que hacer es meter presos a los culpables porque ya se sabe todo lo que pasó. Se equivocan los que levantan carteles preguntando sobre la Amia, porque ya no hay nada que preguntar. Pero otro tema muy diferente es el asesinato de Nisman. —A mí no me quitan de la cabeza -repite José- que quieren desestabilizar al gobierno. —El gobierno se desestabiliza solo -respondo-. Está claro que si se verifica que se intentó encubrir un crimen de lesa humanidad o se dieron órdenes de matar a un fiscal molesto el gobierno se va a desestabilizar, como se desestabiliza la vida de cualquier criminal o estafador que lo sorprenden con las manos en la masa. —No comparto -exclama José.