El Litoral
Télam
Rosko, un perro sabueso de tres años y medio, se convirtió en el héroe de la jornada en la ciudad de Ushuaia luego de que las autoridades revelaron que fue el animal quien encontró anoche al joven que se había extraviado mientras caminaba por las inmediaciones del Glaciar Martial, en plena montaña fueguina.
El operativo de rescate finalizó ayer a la medianoche, cuando efectivos de la Policía provincial, Bomberos, Gendarmería y Defensa Civil lograron trasladar a un lugar seguro a Pablo Gómez, de 27 años, quien había sufrido una caída y presentaba lesiones en una pierna y en la cabeza.
“Rosko se separó del grupo unos 800 metros, siguiendo un rastro en medio de la oscuridad y en un terreno escarpado y repleto de rocas filosas. De repente comenzó a hacer círculos alrededor de un sitio y empezó a llorar. Para mí era una señal inequívoca de que lo había encontrado”, relató a Jonathan Gabriel Corales, entrenador del perro sabueso perteneciente a la Asociación Civil Escuela Canina de Catástrofe.
Corales agregó que “cuando nos acercamos y confirmamos que se trataba del chico perdido, se mezclaron todas las sensaciones: angustia, alegría, tensión. El perro seguía llorando y quería lamerlo. Enseguida comenzamos a evaluar su estado. Fueron cinco minutos inolvidables”, recordó.
En tanto que el accidentado fue llevado en “estado de conmoción” y “deshidratado” al Hospital Regional Ushuaia, donde permanecía internado en observación aunque con pronóstico de recuperación “muy bueno”, confirmaron fuentes oficiales.
Preparado
Según mencionó su dueño y cuidador, Rosko es un perro preparado para seguir “rastros específicos” y “encontrar personas vivas”. “Se lo estimula con un olor y él lo memoriza al punto de no olvidárselo más. Después pega el hocico al suelo y camina hasta dar con la fuente de ese olor. Si pierde el rastro también suele levantar la cabeza y buscar a través del viento”, detalló Corales, de 25 años.
El adiestrador recordó que compró al sabueso en 2012, “utilizando los ahorros que tenía para irse de vacaciones”. También contó que aunque pertenece a la entidad que supervisa su tarea, a los perros los entrena en su propia casa, haciéndose cargo de su alimentación y de los cuidados veterinarios, y confirmó que la tarea es “sin fines de lucro” porque “no cobro un peso por participar de este tipo de rescates”.
“Encontrar a alguien perdido y con vida es un regalo que paga todas las horas de esfuerzo y de entrenamiento. También hay que destacar la coordinación de los rescatistas y la velocidad con que se actuó. Sin todo eso a la vez, el muchacho no estaría vivo”, reflexionó el dueño de Rosko.