por Remo Erdosain
Por Remo Erdosain
por Remo Erdosain
—Estuve en el norte de la ciudad y la situación de la gente es lastimosa -exclama José que acaba de llegar a la mesa. —Todo depende del cristal con que se mire -responde Abel- porque con la misma caída de lluvia, hace ocho años se evacuaron treinta mil personas y ahora apenas unas quinientas. —¿Y con eso qué querés decir? —Que la gestión municipal está haciendo las cosas bien. —Habría que preguntarles a los inundados qué opinan. —Ése es un argumento demagógico. —Es un argumento de sentido común -subraya José-, cuando hay un drama social hay que preguntar qué es lo que piensan las víctimas, no los que la pasan bien. —Esas víctimas son una ínfima minoría, mientras que cuando gobernaban ustedes eran una mayoría. —Lo que digo -interviene Marcial- es que la lucha contra la “generala” inundación es muy difícil de librar. Continuando con tu teoría del cristal con que se mira, a cada una de las personas a las que les entró el agua y el barro a la casa no le sirve el consuelo estadístico. —De lo que tenemos que hacernos cargo -reflexiona Abel- es que vivimos en una ciudad rodeada de ríos, donde además se levantan casas en zonas prohibidas y, por lo tanto, estas desgracias tienden a repetirse. —Me encanta oírte razonar así -exclama José-, me hubiera gustado que la misma comprensión la hubieras tenido cuando los peronistas gobernábamos la ciudad. —No vas a comparar -exclama Abel-, entonces dejaron un agujero cósmico en la ciudad por donde entró el agua y se inundaron barrios enteros después que los cráneos de la provincia aseguraron que no se iba a inundar nadie. —Yo me acuerdo -digo- que el gobernador Reutemann lo único que atinó a decir es: “A mí nadie me avisó”. —Pregunto -acota Abel- ¿a este muchacho nunca se le ocurrió pensar que el que debía avisar era él? —Yo lo voy a defender a Reutemann -reacciona Marcial. —Siempre lo has defendido -apunta José. —Por supuesto. Y lo voy a defender con datos incontrastables: después de las inundaciones, después que lo criticaron hasta cansarse, a la hora de las elecciones Reutemann sacó más votos que antes en los barrios inundados. —Síndrome de Estocolmo -señala Abel. —Así les va a los amigos socialistas con estas descalificaciones -responde Marcial. —Yo no quiero seguir hablando de lo que pasó hace doce años -explica José- porque lo que me importa es lo que pasa ahora. Puedo aceptar incluso que en materia de protección se ha avanzado en los últimos años, pero a los problemas de la gente hay que resolverlos y me parece injusto que en el Frente Progresista se esté especulando con ayudar o no a la ciudad según mida el pulso de las elecciones. —Lo que decís es mentira -acusa Abel. —Mentira o verdad -digo- éste es un año electoral y las urnas dirán cuál es la opinión de la gente sobre los gobiernos municipales y el gobierno provincial. —Ya que sacás el tema -exclama Marcial-, te adelanto que yo ya estoy jugado. Voto por Torres del Sel y Reutemann, sin dudarlo. —¿No era que no votabas a peronistas? —Ninguno de los dos lo es. Es más, Reutemann, que fue peronista por necesidad, termina su carrera política afuera del peronismo. —En eso estoy de acuerdo con vos -dice José-, Reutemann nunca fue peronista. —Sin embargo -puntualizo-, gracias a su presencia los peronistas pudieron gobernar esta provincia durante dieciséis años. —Ocho -corrige José- porque los otros ocho los gobernó Obeid. —Con todo respeto -expresa Marcial-, el hombre fuerte, en todas las circunstancias, fue Reutemann. —No es tan así. —Es muy clarito -insiste Marcial-, Reutemann no necesitó de Obeid para ser gobernador, pero sin Reutemann Obeid nunca hubiera sido gobernador. —De Obeid -enfatiza José- se pueden decir muchas cosas, menos desconocerle su identidad peronista, su militancia y su compromiso con la democracia, tres valores que Reutemann nunca tuvo demasiado en claro. —Pero a los votos, en esta provincia, los tiene él -responde Marcial. —Depende -digo-, ahora los tiene Torres del Sel. —Es lo mismo. La alianza de Reutemann con Torres del Sel resulta imbatible en esta provincia. —Yo no cantaría gloria antes de victoria -advierte Abel-, nosotros hemos hecho un gobierno decente y llevamos muy buenos candidatos. —Cuando decidan con qué candidato van a ir, seguimos hablando -resalta Marcial. —Todo está muy claro: vamos a ir con Barletta o con Lifschitz; en cualquiera de los casos, se trata de dirigentes con experiencia en la gestión. Y no se puede decir lo mismo de los otros candidatos. —De la moral de Torres del Sel nadie puede decir nada -advierte Marcial. —Tampoco se puede decir nada de su capacidad de gestión y eso es grave en una provincia como Santa Fe. —Reutemann llegó a la gobernación siendo un analfabeto político y tan mal no le fue -recuerda Marcial. —Yo hablo de lo que conozco -afirma Abel-, en la ciudad de Santa Fe, Corral gana de punta a punta, no hay ningún candidato que le pueda hacer sombra. —Mientras no siga lloviendo -provoca insidioso Marcial-, porque otro chaparrón como el que tuvimos hace dos semanas, y para Corral las cosas pueden pasar de castaño a oscuro. Repito: a la “generala” inundación no hay con qué darle. —A mí me preocupa Rosario -precisa José-, pobreza en las orillas, hampa, narcotráfico, inseguridad. Se trata de la segunda ciudad del país. Algo hay que hacer. —Se está haciendo, pero no hay soluciones mágicas -respondo. —Insisto en que es necesario un cambio -opina Marcial-, otra gente, otras maneras de pensar la política. —¿Y vos estás seguro que los que apoyás piensan? -pregunta Abel con sonrisa burlona. —Yo no subestimaría al PRO en esta provincia -advierte Marcial. —En principio -agrega José- los primeros que no deberían subestimar al PRO son los radicales, ya que es muy probable que en el orden nacional voten a Macri. —Eso está por verse -responde Abel al toque. —No hay mucho para ver -contesta Marcial-, la alianza con Macri ya está en las municipalidades, en las comunas y en varias provincias. Además, es el único camino que hay para derrotar al kirchnerismo. —Yo con la derecha no hago acuerdos -manifiesta Abel. —¿Y a vos quién te dijo que Cobos es de izquierda? -pregunta Marcial. —¿Lo vas a votar a Macri? —Si los voté a Angeloz y a De la Rúa, ¿por qué no puedo votar a Macri? -pregunta. —Lo que a mí me parece -digo- es que la política, tal como se la vive en estos tiempos, está relacionada con la eficacia del poder. En la provincia de Santa Fe, el Frente Progresista es una alternativa electoral ganadora. Funciona porque es eficaz, no porque es progresista. El mismo tipo de alianza no corre en el orden nacional, y entonces los acuerdos son otros. Nadie, a esta altura del partido, está dispuesto a condenarse a la soledad de las candidaturas testimoniales. —Por eso se bajó Binner -apunta José-, se dio cuenta de que sin la estructura nacional de la UCR el socialismo no tiene chance. —Y en Santa Fe las tenía no porque fuera socialista, sino porque era el candidato con más chances de votos, votos que en el orden nacional está muy lejos de tener. —Digan lo que digan, las ideologías existen y la derecha también existe -sentencia Abel. —Claro que existen -digo- pero no es el problema más importante de la Argentina de hoy. —No comparto -exclama Abel.