Padres y alumnos respaldaron al maestro en una reunión realizada en julio de 2012 en las puertas de la escuela. Foto: Archivo El Litoral
Lo acusaban por el abuso de una alumna de 5º grado, a la que supuestamente le había tocado la cola en un recreo. La Justicia lo declaró inocente de culpa y cargo.
Padres y alumnos respaldaron al maestro en una reunión realizada en julio de 2012 en las puertas de la escuela. Foto: Archivo El Litoral
Juliano Salierno
Treinta meses después de que se iniciara una investigación penal por el supuesto abuso sexual contra una nena de 12 años, la Justicia dictó el sobreseimiento definitivo para el docente Julio Bataglini, de 40 años.
El juez de Instrucción Luis Octavio Silva lo declaró inocente de culpa y cargo, en una resolución con fecha 22 de diciembre de 2014, pero que recién esta semana fue notificada a las partes.
“Fue un golpe muy duro para él y para su familia”, expresó el abogado defensor Gustavo Durando, quien recordó que el caso se inició en mayo de 2012 con la denuncia de la madre de una alumna “por un supuesto abuso que había cometido Julio Bataglini, que era maestro en ese momento en la escuela Ceferino Namuncurá del barrio Yapeyú”.
“A partir de ese momento se inicia un sumario administrativo por el cual se lo aparta del cargo y se inicia una investigación penal. Esa investigación, que recayó en el Juzgado de Instrucción Sexta -que en ese momento estaba a cargo de otro juez-, no fue todo lo rápida que nosotros hubiéramos querido. Es un tiempo absolutamente excesivo para una persona que mientras tanto está cuestionada en cuanto a su honor y probidad, algo que lo afecta directamente en su trabajo”, se explayó el profesional.
“Fuimos amenazados”
A tal punto llegó el conflicto desatado puertas adentro de la escuela, que “tuvieron que abandonar el colegio que amaban, porque los dos daban clases”, dijo en relación a Julio y su esposa Claudia, que también es docente y debió tomar licencia.
Pero no fue sólo eso. El matrimonio además tuvo que mudarse de casa y de barrio “porque fuimos amenazados”, aseguraron.
En aquel entonces y en su ausencia, un vecino les contó que había ido gente que tenía intenciones hasta de quemarles la casa. Estuvieron tres meses viviendo de prestado, de unos amigos y si bien “el colegio no los echó directamente, al no brindarles protección ni nada, no tuvieron más alternativas que irse”, sostuvo el Dr. Durando.
“Yo al recibir un sumario quedé apartado del cargo. Tuvimos que exiliarnos del trabajo y del barrio, nos tuvimos que ir y no podíamos ni siquiera alquilar porque no somos propietarios”, contó el docente.
“Tuvimos que exiliarnos del trabajo y del barrio” declaró Julio Bataglini (centro), acompañado por su esposa Claudia (izq.) y por el abogado Gustavo Durando (der.) Foto: El Litoral
La vuelta al barrio
Julio llevaba 8 años trabajando en el establecimiento y su esposa hacía diez que se desempeñaba como docente en la emblemática institución de avenida Teniente Loza y 12 de Octubre. Sin embargo, ninguna autoridad de ningún rango le devolvió el llamado. “Hasta hoy nunca me citaron del Ministerio de Educación. Yo pedí para hablar con el director provincial de Enseñanza Privada, Germán Falo, después con la supervisora, pero nunca me recibieron. El sistema está preparado para dejarte solo ante estos casos”, declaró Bataglini.
“Nosotros somos del barrio de toda la vida, nacimos en el barrio y estábamos a 6 cuadras de la escuela”, recordó Carolina que afortunadamente volvió a trabajar en junio del año pasado y así retomó parte de su vieja rutina.
Además de maestro primario, Julio es técnico mecánico, pero al tener un sumario tuvo que dejar de trabajar incluso en las capacitaciones que realizaba en otra institución. Tuve que empezar de nuevo mi vida”, reconoció el maestro al que una parte de la comunidad le dio la espalda.
Sensibilidad y responsabilidad