De la Redacción de El Litoral
El Ministerio de Salud de la Nación acordó con las grandes cadenas de supermercados que disminuyan la cantidad de sal en sus panificaciones. En Argentina, se consume el doble de sal de lo recomendado y esto tiene consecuencias negativas en la presión arterial y otras enfermedades.
De la Redacción de El Litoral
[email protected] La mayor parte de la sal que consumimos está oculta en los alimentos procesados. Con el objetivo de reducir el agregado de sodio en la elaboración del pan, el Ministerio de Salud de la Nación firmó un convenio con la Asociación de Supermercados Unidos, que reúne a las cadenas más grandes del país, como Coto, Walmart, Jumbo y Día. Esta estrategia se desarrolla en el marco de la Semana Mundial de Concientización sobre el Consumo de Sal y de la iniciativa “Menos sal más vida”, que busca prevenir enfermedades cardíacas, renales y la hipertensión arterial, principal factor de riesgo de los accidentes cerebrovasculares. En este marco, ya se firmaron acuerdos con panaderías artesanales de todo el país y con la industria alimentaria para la reducción voluntaria y progresiva de la sal contenida en alimentos procesados. Un argentino consume -en promedio- 11 gramos de sal, un poco más del doble de los 5 recomendados por la Organización Mundial de la Salud (OMS). La sal y los niños El lema de este año de la semana mundial apunta al consumo de sal por parte de los más pequeños. Por eso, la Organización Panamericana de la Salud/Organización Mundial de la Salud (OPS/OMS) insta a la industria de alimentos a reducir la sal en sus productos, especialmente los que son para niños, y a dejar de publicitar productos salados orientados al público infantil. También se interpela a padres y a niños a “limitar la sal oculta”; para ello se sugiere comer platos preparados en el hogar con ingredientes frescos. “La mayoría de nosotros ni siquiera somos conscientes de la cantidad de sal que comemos. Eso se debe a que la mayor parte de la sal que consumimos está oculta en los alimentos procesados. Una parte de la solución es que la industria de alimentos procesados reduzca la sal en sus productos. La otra parte es usar menos sal en la cocina y que los niños coman más alimentos frescos preparados en casa”, dijo Branka Legetic, asesora de la OPS/OMS. El hecho de que los niños y los adolescentes estén en una etapa de formación también supone una oportunidad. “El gusto por lo salado es una preferencia adquirida, por lo que los padres pueden evitar que los niños desarrollen el gusto por la sal desde un principio”, agregó Legetic. El alto consumo de sal tiene un efecto sobre la presión arterial y puede predisponer a los niños a enfermedades como la hipertensión, osteoporosis, asma y otras enfermedades respiratorias, obesidad y cáncer de estómago.
En cifras 11 gramos de sal diarios consume en promedio un argentino, un poco más del doble de los 5 gramos recomendados por la Organización Mundial de la Salud (OMS).