Lucas Landa se fue de la cancha silbado, como si se tratara del “demonio” que le hizo perder el partido a Colón. Y no es así. Ojalá este plantel tenga, en su fuero íntimo, la forma de sacar adelante esta situación que es muy preocupante. Foto: Mauricio Garin
Hace un año, Colón se debatía en el torneo de Primera con un planteo defensivo-contragolpeador muy criticado, diseñado por un técnico (Osella) que armó una estructura consciente de las debilidades y necesidades extremas que tenía aquél equipo. Lo puso en la punta del torneo durante más de la mitad del recorrido de aquellas 30 fechas y sólo le faltó un punto para salvarlo. Fue a la final con Atlético de Rafaela y allí se desnudaron todas las limitaciones, por lo cual terminó superado y descendido.
Con el mismo Osella se buscó cambiar la tónica del equipo en el torneo de la B Nacional. Se habló de un Colón distinto, que iba a ser más ofensivo. Poco de esto ocurrió. A algunas bajas sensibles (Alcoba, Meli, Graciani, Luque y Videla) no se las reemplazó debidamente. Los mismos dirigentes admitieron que no se “compró” bien. La estrategia no varió demasiado, el equipo siguió priorizando el orden y la solidez defensiva por encima de todo. Los cuestionamientos llovieron sobre Osella. Y Colón, al menos, tenía un patrón de juego. Amarrete quizás, de escasísimo lucimiento, pero patrón de juego al fin. Se terminó yendo Osella y el equipo ascendió con Merlo. Cuando el ex presidente amagó con traerlo de nuevo —producido el desprolijo alejamiento de Mostaza—, llovieron las voces en contrario, desde adentro y desde afuera. Y Osella no volvió.
Lejos de hacer una defensa de Diego Osella —para quien esto escribe, un técnico que hizo un buen trabajo en Colón—, lo reflejado sirve de introducción para explicar la manera casi alevosa en que este plantel de Colón fue perdiendo jerarquía. Lejos de levantar el nivel del equipo, la vuelta a la máxima categoría marcó un retroceso. Entre aquél Colón que se fue al descenso y éste de 2015 hay marcadísimas diferencias de jerarquía. El proceso se dio exactamente a la inversa. Volver a la A no trajo, como consecuencia, un mejoramiento en el plantel, sino un empeoramiento. Y aquí radica la gran preocupación si se mira hacia el futuro.
El pasado inmediato de Colón ya fue analizado a fondo, desde adentro y desde afuera. Me cuesta comprender cómo dos personas que estuvieron en el fútbol y lo “mamaron” desde adentro, no hayan sabido advertir las cosas que fueron pasando. Pero preguntarse hoy por qué motivo se sostuvo la continuidad de Merlo, por qué no se pensó mejor a la hora de reforzar el equipo, por qué no se avizoraron las fallas cometidas en el proceso de preparación para corregir a tiempo y no empezar el campeonato con tantas dudas, carencias y condicionamientos, parece ya inútil. Ahora hay que empezar a acertar de una buena vez para que el futuro no se transforme en otro fantasma para el pueblo sabalero.
La realidad es que este plantel está lleno de limitaciones. Es verdad que si Lucas Landa no cometía el inaceptable error que cometió, quizás Colón no perdía. Pero también es cierto que no había un correcto escalonamiento defensivo en esa jugada puntual y que este equipo no admite un solo error de la defensa porque arriba es inmensamente débil.
No creo que haya sido el mejor partido, como dijo Javier López, pero entiendo que el primer tiempo de Colón fue aceptable. Claro que el concepto se debe a la actitud y a cierto manejo de la pelota, pero nunca a la cantidad y calidad de las situaciones creadas. Llegó poco y nada en ese tiempo. Y en el segundo, a partir del gol de Larrondo, la búsqueda se hizo a los “ponchazos”. Pudo haber sido empate y se rescata el amor propio y la actitud, pero no alcanza con eso.
Uno vé hoy a este equipo y piensa que si no es el peor plantel desde 1995 —año del anterior ascenso— a esta parte, “le pega en el palo”. Es la conclusión luego de seis partidos jugados, con el riesgo y el peligro de anticipar algo que luego se puede revertir, porque de fútbol se trata. Pero es difícil que con tan poco, Colón pueda cambiar rotundamente su imagen. Llegaron refuerzos que ni siquiera van al banco, con lógicas y fundamentadas dudas en cuanto a su nivel futbolístico. Y es alarmante la carencia de alternativas en determinados sectores de la cancha, como por ejemplo ocurre en ataque.
Ojalá este plantel, sumergido en sí mismo y sacando fuerzas de adentro del grupo, pueda borrar de un plumazo todo esto que un simple periodista piensa. Ojalá. La realidad hoy indica otra cosa. Y marca que Colón nunca tuvo un plantel tan pero tan limitado como éste.