Danilo Chiapello
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La tardecita del sábado Hugo Nasimbera (62) se encontraba en su casa de Sauce Viejo cuando sintió que alguien hizo sonar la campanita de la entrada.
Ni bien entreabrió el portón observó que del lado de la calle había un hombre y una mujer, muy bien vestidos, quienes preguntaron por el, aunque pronunciando mal su apellido.
- Estamos buscando al constructor, dijeron los recién llegados. “Venimos por un plan Procrear”, agregaron.
El dueño de casa contestó que por el momento se encontraba sobrecargado de trabajo, motivo por el cual no podía aceptar ese pedido.
Lo que jamás imaginó Nasimbera es que dicha conversación era la puerta de entrada a una trampa, que por poco le resultó fatal.
La charla se interrumpió de repente cuando apareció en escena un tercer sujeto, el que cubría su rostro con un pañuelo sirio, dejando solo al descubierto sus ojos.
“¡ No me mirés y metete adentro! ”, gritó el recién llegado a modo de presentación para luego desenfundar un arma de fuego y encañonar al hombre.
A punta de pistola Nasimbera fue obligado a ingresar a la casa, junto a los tres malvivientes. “¡ Queremos la plata... queremos el oro y los dólares !” recordó esta mañana Nasimbera en diálogo con este diario.
“Me llevaron hasta el dormitorio y me maniataron con precintos plásticos. En el camino me dieron golpes en la cabeza y en el rostro. Los tipos estaban como locos, aunque uno de ellos era el que se mostraba como el más violento”, relató.
“Una vez en el cuarto comenzaron a revolver. Abrieron todos los cajones y los tiraban al suelo. Yo no podía más porque me dolían mucho las manos por los precintos. Pero ellos seguían en lo suyo.
A los 15 minutos de estar adentro sintieron ruidos de afuera. Era mi esposa que llegaba en su vehículo, una Ford Eco Sport. Ella abrió el portón, entró y comenzó a llamarme. Entonces le salió al cruce uno de los tipos que se había escondido.
A mi mujer la llevaron conmigo a la pieza y también la acostaron. Yo mucho no podía ver porque me habían tapado la cabeza con una almohada. Igual escuchaba todo lo que decían. Le hicieron sacar todos los anillos y las pulseras. Esas alhajas, y las otras que se llevaron de casa, las guardó en un bolso la mujer que vino con los ladrones.
A cada rato nos decían barbaridades. Que nos iban a matar... que nadie nos iba a encontrar. Que nos iban a tirar al río... Que les digamos dónde estaba la plata.... En un momento a mi esposa le dijeron que apoye la cabeza contra el colchón. Yo pensé que nos iban a matar a los dos. Pero no, era todo un simulacro de fusilamiento.
Después de un rato largo donde revolvieron todo decidieron irse.
Uno de los malvivientes puso en marcha la Eco Sport de mi señora y la condujo hasta un terreno de al lado. Luego todos se fueron a bordo mi camioneta, una Toyota Hilux, color champagne, dominio OIX 614.
Los autores del atraco dejaron abandonado en el lugar el automóvil en el que llegaron, un Fiat Duna de color blanco, cuya patente termina en 004.
Según me dijeron los vecinos ese Duna ya lo habían visto dando vueltas en estos días. Lo lamentable es que nadie hizo nada. Ni la policía ni nadie. Acá todos nos conocemos. Entonces cómo es posible que estos tipos lleguen y hagan semejante desastre.
Estamos viviendo muy mal. Estas cosas no pueden pasar. Lo que vivimos con mi señora fue un infierno, del que nos va a costar mucho recuperarnos”, sentenció.