Mónica Ritacca
Cada una de las actividades que se desarrollan en la intersección de Av. Peñaloza y French está volcada a servir a la comunidad en las formas más variadas.
Mónica Ritacca
María Víttori
Soledad Víttori
Una parroquia, una escuela, un jardín de infantes, un centro de salud y una sede de Cáritas constituyen el epicentro en donde las necesidades de Pompeya Oeste son atendidas diariamente.
En la parroquia Nuestra Señora del Rosario de Nueva Pompeya, un grupo de sacerdotes se dedica no sólo a la educación de jóvenes que aspiran a la vida católica, sino que también recorre la zona intentando prestar auxilio en lo espiritual y social de la gente.
A pocos metros del ingreso al templo funciona una de las sedes de Cáritas. Allí, 45 personas trabajan todos los días para cubrir las necesidades básicas de una población cada vez más carente y castigada. Comenzaron a trabajar para el barrio el 14 de noviembre de 2009. Y desde entonces su esfuerzo aumentó de la mano de una realidad económica cada vez más brutal.
Durante la recorrida, la tranquilidad de la mañana se vio interrumpida por una mujer que, concentrada y a paso determinado, iba y venía tapada por enormes pilas de ropa que trasladaba desde un cuarto de clasificación a otro, en donde una larga cola de personas la esperaba.
Se trata de Miriam de Díaz, una de las colaboradoras del lugar. En un tono de voz que denotaba varias horas de trabajo, contó que los lunes y los miércoles, Cáritas trabaja con la entrega de ropa a personas de la jurisdicción y alrededores.
“Es un barrio con una realidad muy difícil. Son familias muy vulnerables, con muchas carencias. En el caso de la entrega de ropa y calzado, a veces no damos abasto. Las familias son numerosas, tienen muchos niños, y todos ellos necesitan de nuestra ayuda”, dice.
“Hoy estamos atendiendo a unas 150 familias de toda la zona. Es muy doloroso cuando nos pasa que la gente viene a pedir y no tenemos qué darle. Nos vamos a casa con la sensación de que no llegamos a cubrir las necesidades que ellos tienen, que sólo podemos ayudarlos en lo básico. Y en la época de frío, la situación es todavía más desgarradora”, lamenta Miriam.
Pero la tarea de este grupo de personas no termina allí. De lunes a viernes, de 7 a 12, funciona en el edificio un servicio de guardería y los sábados 9 a 12 abren las puertas de un comedor destinado a brindar desayuno y almuerzo a los pequeños que sólo cuentan con la comida que proveen en las escuelas.
A los 25 niños menores de tres años que asisten a la guardería, y a los 200 que son atendidos en el comedor, hay que sumarles los cientos de chicos que participan en los talleres de deportes, arte y música durante toda la semana. Todo esto, gracias a unas pocas personas que trabajan de manera anónima y dependen de la solidaridad de todos los santafesinos.
Espacio reducido
Ahí mismo, sobre Peñaloza al 8200, desde 1970 presta sus servicios el Centro de Salud de barrio Nueva Pompeya. Se trata quizás del dispensario más pequeño de la ciudad. Su tamaño es tan reducido que apenas pueden dos personas caminar por el pasillo que lleva a los consultorios.
Viviana Servidio, una de las enfermeras, cuenta que están atendiendo pacientes de unos siete barrios y que algunos días el trabajo se hace muy difícil.
No sólo la sala de espera no resulta apta. Existen sólo dos minúsculos consultorios, en los cuales los profesionales de las más variadas ramas deben turnarse para atender con las máquinas y mobiliario que puedan caber en el lugar.
“La psicóloga, por ejemplo, tuvo que irse a atender a otro lado, ya que el lugar en el que ella atendía se armó con una pared improvisada de durlock y los pacientes no tenían la intimidad que requiere este tipo de tratamientos”, cuenta Viviana.
Miguel Ángel Bravo es uno de los doctores que colaboran en este centro de salud y explica: “Desde hace tiempo reclamamos por este problema edilicio, más de diez años. Somos cuatro profesionales médicos, más un odontólogo, enfermeras, un bioquímico y la psicóloga. Y en concreto, tenemos sólo dos consultorios para atender a toda la población del barrio”.
El problema no es de sencilla solución, ya que al pertenecer el terreno a la parroquia, cualquier proyecto que pretenda la ampliación del dispensario requiere de la gestión de los propietarios del predio y del gobierno.
Para ayudar
Los interesados en colaborar con Cáritas pueden comunicarse al (0342) 4892640 o presentarse en avenida Peñaloza al 8200. Hace falta ropa de abrigo, calzado, medias y ropa interior para niños. También es bienvenida cualquier ayuda para el servicio de comedor.