Ignacio Andrés Amarillo
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El celebrado Rubén Viani dirige esta ópera rock producida por la Municipalidad, que le pone impronta local a los sueños de William Shakespeare.
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El jueves a las 21 (con funciones viernes y sábado a la misma hora y el domingo a las 20) se estrenará en la sala Mayor del Teatro Municipal la ópera rock "Espíritu traidor", con producción de la Secretaría de Cultura del municipio local y dirección general y puesta en escena de Rubén Viani. Se trata de una versión libre de "Sueño de una noche de verano" de William Shakespeare, con textos de Joaquín Bonet y música de Francisco Martínez Castro.
Gustavo Angelini, Luciana Tourné y Rubén Von der Thüsen encabezan el elenco que componen más de 40 actores, cantantes, bailarines y músicos locales.
En un parate entre ensayos, y sobre el escenario, Viani le contó a El Litoral las alternativas de la propuesta:
—Este proyecto es un cruce. Hemos armado un único equipo, gente de Buenos Aires y de Santa Fe: Gustavo Palacios, Cecilia Romero Kucharuk, Juan Candioti. Sin ellos no hubiera sido posible; ellos son los que estuvieron en la semana, en el día a día, trabajando cada cosa que nosotros podíamos ver los fines de semana.
Estoy muy agradecido a ellos y a todo el elenco. Estoy profundamente emocionado de que Cultura de la ciudad haya invertido, y acá se trata de un pensamiento personal del cual me hago cargo: si el Estado invierte en cultura está generando identidad. Este “Espíritu traidor” empieza a generar desde el guión, desde los artistas que están arriba del escenario, desde el conjunto de gente que armamos, una identidad.
Hace 20 años, empezaron las escuelas de comedia musical en el país y siempre estaba la impronta americana; de hecho, he dirigido espectáculos americanos. Y de a poco nos empezábamos a dar cuenta de que la producción para esos títulos era gigante y empezaba a haber una enorme necesidad de que apareciera lo propio, lo autóctono.
Y nos dábamos cuenta también de que lo podíamos hacer. Que estaba bueno mirar a Broadway o a Londres, donde vienen haciéndolo hace muchísimo; pero empezaron a surgir un montón de grupos para hacer un teatro más nuestro, más cercano desde el guión, de lo que estamos queriendo decir; desde las canciones y la música. De ahí surgieron muchos espectáculos off.
“Espíritu traidor” tiene que ver con eso: acá hay un gran hacedor en la ciudad que es Gustavo Palacios, hay otra gente que está haciendo comedia musical. Ya lo vienen haciendo, nosotros no estamos inventando la pólvora. Lo bueno es que a lo mejor esto va a dar un empujón a nivel público.
El público que hay en la Argentina de comedia musical realmente no es muy grande.
Cuando uno habla con los productores en Buenos Aires te dicen: “No, yo prefiero hacer texto: son cuatro actores y un biombo; comedia musical dejalo que lo haga otro porque da pérdida”. Y tienen razón. Entonces recontra valoro el esfuerzo que está haciendo Cultura de la ciudad.
Hoy, cuando entré al teatro y vi tanta gente arriba del escnario, poniendo un cable, una lamparita, pintando, pensé (ya que venimos con los espíritus) que había un espíritu de amor, de grupo, de deseo de llegar a un lugar a pesar de las dificultades.
Desarrollo
—¿Cómo se llegó al texto y la música?
—Primero, cuando nos reuníamos con Gustavo Nardi y Patricia Pieragostini decíamos “¿Qué material vamos a hacer? ¿Con qué vamos a trabajar”. No queríamos hacer ninguna obra de las conocidas, y ahí surgió la idea de hacer una versión de algo.
Entonces salió “Sueño de una noche de verano”: yo había hablado ya con el dramaturgo, Joaquín Bonet, también era un título que le encantaba, le gustaba mucho.
Ahí asumimos el desafío de pasarlo a lo que sería comedia musical, que era un desafío enorme: “¿Cómo lo hacemos? ¿Dónde metemos las canciones?”. Después surgió que tuviera una identidad santafesina: el desafío se hacía todavía más grande. A partir de ahí empezamos a pensar, a encontrar cuál podía ser la “idea”...
—Engancharlo a Santa Fe...
—Claro. En “Sueño de una noche de verano” hay un bosque, y acá hay una isla (todo lo que se le llama “la isla”), donde si bien hay diferencia pensamos que podía ser el epicentro. Por otro lado, nosotros no creemos en los duendes, las hadas, no nos pertenecen; pero sí jugamos al juego de la copa, el tema de los espíritus. A partir de eso vimos el tema de espíritus que están anclados en la isla, que no se han podido ir todavía.
Ése fue el puntapié inicial, y a partir de ahí hubo algunos cruces con “Sueño de una noche de verano”, que me parece que funcionaron excelentemente bien.
—¿Y el trabajo con el compositor?
—Con Francisco Martínez Castro hace un montón que trabajamos, damos seminarios por todos lados, y le dije si quería asumir el desafío. Lo aceptó, fuimos trabajando la música de a poquito; cuando la historia estuvo definida, que es el regreso de un rockero a su provincia, ya la música empezaba a tener una identidad. Era de rock. Entonces, por ese camino fuimos.