Enrique Cruz (h)
(Enviado Especial a Santiago de Chile)
Se terminó la Copa América y Enrique Cruz tiene que volver...
Enrique Cruz (h)
(Enviado Especial a Santiago de Chile)
Se siente una sensación muy rara cuando uno llega al final del camino (dicho sea de paso, 35 cuadras caminando por la avenida Pedro Valdivia hasta el hotel anoche, después de cenar cerca del estadio, porque era más fácil que bajara un plato volador a que apareciera un taxi libre). Se sienten el deseo de volver y lo extenuante del viaje; y esto se mezcla con la satisfacción del deber cumplido, con la tristeza de un resultado que no fue el mejor (uno es hincha de la selección y quiere que esos colores, nuestros colores, triunfen en cualquier parte del mundo) y el retorno a la rutina diaria, que afortunadamente no es tal en el caso de los periodistas por el derrotero propio de una actividad que no hace de la rutina, precisamente, un hábito.
Queda también cierta melancolía por los buenos momentos vividos, que afortunadamente fueron muchos. Y también quedan deudas que hay que salir a saldar de inmediato cuando la computadora de la sección Deportes esté lista para volver a tener este ocupante viajero.
Viáticos y físico agotado, un regreso que ya se apura y otra vez, en menos de un año, esa mezcla de un poco de todo por una nueva final perdida. Si uno siente desazón y bronca a la vez, imagino cómo estarán algunos jugadores. Cuando se sienten estas cosas, no hay fortunas económicas que puedan sopesar el sentimiento de frustración y pena.
Será la misma (frustración) que van a sentir los (las) que estarán esperando mi regreso para mirar las manos en lugar de la cara (ya sé que no soy lindo pero no es para tanto) y ver si por fin tienen ese deseado paquete de regalo para hacer añicos de una manera desaforada, haciendo fuerzas con la lengua entre los dientes y sin detenerse a disfrutar de un envoltorio efectuado con tanta delicadeza y atención por parte del vendedor y traído con tanto cuidado por parte del comprador.
Es que son así, voraces depredadoras de papeles que envuelven ese regalo tan deseado. Lo único que esperan... Por eso también me da bronca el resultado de esta final, ese penal de Higuaín que debe estar alineado con los planetas allá arriba o ese tirito de Banega bien atajado por Bravo... Ya me frotaba las manos pensando que el regalo iba a ser el título...
Ahora habrá que comprar algo.... ¡Qué pena!
Dejá nomás
por Romina Santopietro
¿Vas a volver? Porque pusimos en alquiler tu escritorio, a ver si algún lector quería vivir en primera persona la adrenalina de una redacción a full y tenemos varios interesados.
¡Ah! Y esta depredadora también es re bruja y marca ciertas cositas divertidas del diario de viajes:
1) Para regalar el título, tendrías que ser parte de la Selección, mínimamente.
2) Si llegás a volver con un regalo primorosamente envuelto, quedaré pretrificada por la sorpresa.
3) En cuanto a si sos lindo... a veces sos simpático.
4) "Y también quedan deudas que hay que salir a saldar de inmediato cuando la computadora de la sección Deportes esté lista para volver a tener este ocupante viajero"... Textual. Tuyo. Leé más arriba.
"A confesión de parte", decía una de las primeras entregas de este anecdotario de viaje. "Deudas"... lo prometido es deuda. No diré más.
Sí Cruz, todo lo que escribas es usado en tu contra. Jajajaja!
Si no traés el licor de oro... ¡no vuelvas!