POR REMO ERDOSAIN
POR REMO ERDOSAIN
Los sucesos de Tucumán ocupan nuestra atención. Estamos discutiendo desde hace por lo menos una hora y, por supuesto, como corresponde a una verdadera mesa de café, no nos ponemos de acuerdo. —¿No se dan cuenta de que se trata de una maniobra de Magnetto? -exclama José-. Hablé con un pariente que vive en Tucumán y me dijo que está todo tranquilo, que los que marcharon a la plaza son cuatro locos con ganas de armar quilombo. Radicales, zurdos y vagos, todos de la mano como en el 45, me dijo. —Me imagino la identidad política de tu pariente -comenta Marcial-, ni necesito que me lo presentes. Voto cautivo de Alperovich, como antes debe de haber sido voto de Miranda y Palito Ortega. —De todos los que quieras, pero nunca de Bussi. —Al partido del hijo de Bussi, si no me informaron mal -susurra Marcial-, lo financiaron tus amigos para que le quite votos a los radicales. —Yo creo que hay razones para tener bronca por lo que está ocurriendo -dice Abel- quemaron urnas, apretaron fiscales, repartieron bolsones de comida como si fueran Santa Claus y encima demoran el conteo de votos. No le demos vuelta muchachos, estamos ante un fraude escandaloso. —Ustedes son rápidos para acusar de fraude cuando van perdiendo -reprocha José-, pero parece que se olvidan de que en las Paso les ganamos por paliza. —Ganaron, nada más -responde Abel. —Por paliza, y ahora volvimos a ganar; sacamos más de catorce puntos y la prueba de que no hubo fraude es que en la ciudad capital de la provincia y en otras localidades la oposición ganó. ¿Qué clase de fraude es el que practicamos donde perdemos en las ciudades más grandes? —Yo te hago la misma pregunta -digo-, ¿cómo pueden ganar por tantas diferencias si en los lugares más poblados perdieron. —Te equivocás -corrige José-, nosotros perdemos con la clase media y la clase alta gorila, pero en las barriadas populares ganamos. —Ustedes ganan cuando pueden manipular el voto de la pobre gente -digo-, en los centros poblados donde hay más cultura, más información no pueden comprar el voto. —Ese es el argumento de los gorilas de todos los tiempos. Los pobres no saben votar, venden el voto, los únicos en condiciones de votar son los ricos y los intelectuales. —Será el argumento de los gorilas -dice Marcial- pero es también el argumento de los sociólogos y de toda persona con dos dedos de frente. Lo dijo Alberdi hace más de 150 años: el pobre no elige, se vende. —Y hasta es explicable que así ocurra -agrega Abel-; sus necesidades son más fuertes que sus posibilidades de elegir. Si yo estoy muerto de hambre, entre un bolso de comida y un voto, prefiero el bolso de comida. —Si les hacemos caso a lo que dicen, hay que volver al voto calificado. —No es necesario -explica Marcial con una sonrisa- a lo que hay que volver es a la decencia política. —Concretamente -digo- lo que hay que hacer es promover reformas que le impidan a los dirigentes políticos de cualquier signo disponer de recursos para hacer demagogia. El sueldo y nada más para los políticos, un buen sueldo y punto. Nada de fondos reservados, recursos para obras sociales y toda esa parafernalia que lo único que alienta es la corrupción y la manipulación de la pobre gente. —O sea que lo que ustedes quieren es que no haya más planes sociales para los obreros. —No te hagás el tonto ni me corras con la vaina -digo-. Planes sociales sí, pero manejados por un Estado independiente de los partidos y con instituciones que controlen el manejo de los recursos. No es tan difícil explicarlo y no es tan difícil entenderlo. En todo caso, lo que resulta difícil es hacerlo, porque es muy difícil que los mismos beneficiarios de un sistema corrupto promuevan las reformas. —Yo quiero volver a lo de Tucumán -insiste Abel-, es la gota que rebasó el vaso. Lentamente, pero de manera firme marchamos a una democracia cada vez más corrupta. —Lo que ustedes no se aguantan es una democracia donde los que deciden son las mayorías populares, el pueblo concreto de carne y hueso, no el pueblo que a ustedes les dibujan en los libros. —Sinceramente -pregunto- y con la mano en el corazón, ¿vos creés que Insfrán, Alperovich, Beder Herrera, Zamora, son candidatos populares o, por el contrario, no son más que caudillejos corruptos que se valen de los millones que les entrega el Estado nacional para enriquecerse u eternizarse en el poder? —A los gorilas históricamente nunca les gustaron los caudillos, pero a pesar de ellos, los caudillos existen porque atienden a los reclamos populares, interpretan las necesidades de la gente... —Ese es un cuento que ni vos te lo creés. —Ustedes piensen lo que se les dé la gana -replica José-, pero lo que no pueden desconocer es que ganamos en casi todos lados y que en Tucumán cuando se terminen de contar los votos, todo el mundo verá que los peronistas les ganamos a toda la oposición unida por más de quince puntos de ventaja. —No canten victoria -digo-, tal como se están presentando las cosas, el principal perjudicado por todo lo que está ocurriendo es el señor Scioli. —Así como van las cosas -agrega Marcial- gana Macri, y si me apuran te digo que gana sin necesidad de la segunda vuelta. —Ustedes están delirando. —No tanto, no tanto, Scioli sin los votos de la clase media no llega y a esos votos los está perdiendo todos los días. Los empezó a perder cuando se fue con su mujercita a pasear a Italia con la mitad de la provincia inundada. Los siguió perdiendo cuando Solá denunció que le robaron cerca de 200.000 votos. Después la muerte del militante radical en Jujuy, y por si eso fuera poco, acto seguido la compañera Cristina agarró la cadena nacional y se cansó de ningunearlo y repetir que el candidato es el proyecto, es decir Ella, y no el pobre Scioli. —Yo lo que recuerdo -observa Abel- es que faltan dos meses para las elecciones, pero por este camino y con tantos errores y metidas de pata, apuesto doble contra sencillo que pierde. —Esas son las ganas que tienen ustedes. —Ganas o no, acá lo que me parece es que los K se mueren de ganas de que pierda el compañero Daniel. Lo que yo creo es que el señor Scioli ya es hora de que sepa que su principal enemigo está dentro del peronismo. —Objetivamente hablando -dice Marcial-, a la Señora le conviene que gane Macri. —Fantasías tuyas. —La fantasía es creer que puede ganar Scioli. La Señora quiere que gane Macri, porque en primer lugar, después lo puede correr por izquierda y en segundo lugar, porque ella sabe mejor que nadie que para un peronista no hay nada peor que otro peronista, por lo que Scioli presidente para Ella sería una calamidad, porque su destino no sería diferente al de Duhalde, al que los K usaron para llegar a la Casa Rosada y después le cortaron el rostro de manera violenta. —No comparto -concluye José.