Mariela Goy
Docentes y funcionarios locales sugieren realizar un trabajo previo con los alumnos de contextualización del hecho histórico. También recomiendan que los actos preparados por los estudiantes estén guiados por profesores.
Mariela Goy
Twitter: @marielagoy
La simulación de un golpe de Estado en un colegio secundario de La Plata generó polémica con relación a si se usó correcta o erróneamente ese dispositivo pedagógico para recordar un hecho tan sensible como la Noche de los Lápices. La intención del centro de estudiantes del Normal 1 fue generar “impacto” entre sus compañeros para despertar conciencia sobre el pasado reciente, pero lo que consiguió fue que algunos chicos se asustaran y llamaran a sus padres.
¿Es válido el dispositivo del “juego de simulación” para abordar un tema tan delicado? ¿Qué falló en el acto escolar de La Plata? Ésas fueron las consultas que El Litoral realizó a profesores de Historia, docentes locales y representantes del Ministerio de Educación.
“En el campo de las Ciencias Sociales, de las que forman parte las Ciencias de la Educación, el juego de simulación es totalmente válido como dispositivo pedagógico para trabajar roles, construir conceptos y poner conclusiones en común. Nosotros lo hacemos en la provincia cuando simulamos un acto electoral con próceres, por ejemplo”, comienza explicando Oscar Di Paolo, secretario provincial de Innovación Educativa del Ministerio de Educación.
“Lo que no es válido -advierte- es engañar a los chicos, haciéndoles creer que existe determinada realidad, haciéndolos vivir una situación que no es real, que fue lo que generó mucha angustia. Hay que tener en cuenta que la escuela no puede alejarse de la verdad”, dice Di Paolo, apelando al sentido común.
Durante el acto del 16 de septiembre, que fue una idea del centro de estudiantes, la vicedirectora del Normal 1 avisó por micrófono a los alumnos que hubo un golpe de Estado en el país, que había cambiado el ministro de Educación por un comodoro y que al día siguiente iban a tener que venir con uniforme y las chicas con pollera. La escena fue grabada con un celular y duró escasos minutos, pero alcanzó para generar confusión y angustia en la escuela.
“Me sorprendió para mal lo que ocurrió en La Plata. Hacer una representación teatral o una ‘puesta en situación’ de esa manera violenta y con una noticia atemorizante como un golpe de Estado, no tiene sentido. Al chico le genera miedo, y el miedo neutraliza. Tal vez la intención haya sido buena pero didácticamente no fue lo mejor”, opina Liliana Montenegro, profesora de Historia de colegios secundarios y coordinadora del programa “La escuela hace memoria”, del Ministerio de Educación santafesino.
Desafío
La “historia reciente” sigue siendo todo un desafío para las escuelas no sólo porque en sus aulas hay familiares de desaparecidos o de veteranos de Malvinas o porque la vía judicial sigue abierta, sino también porque estos hechos están alejados del tradicional tinte epopéyico con que los actos escolares celebran sucesos como la gesta sanmartiniana.
Para conmemorar estas fechas, en muchas escuelas llevan invitados para que ofrezcan su testimonio de la experiencia vivida o realizan actos donde se hacen lecturas y se proyectan documentales del golpe de Estado de 1976, por ejemplo.
Montenegro sostiene que la historia reciente “deviene en un campo historiográfico complejo que está atravesado por posiciones ideológicas, políticas y disputas de poder, por una memoria colectiva y muchas memorias individuales, todo dentro de marcos sociales que les dan sentido”. Añade que en el aula se aconseja abordar los hechos históricos desde una mirada local, con anclaje en las historiales familiares orales, y siempre contextualizando el proceso social, político y económico que derivó en ese acontecimiento.
“Esta representación teatral que se hizo en La Plata se llama ‘puesta en situación’ y requiere de un trabajo previo para munirlo al chico sobre qué es un golpe de Estado, que averigüe qué pasó en su ciudad, en su barrio o en su familia. Porque también hay pueblos donde te dicen que ahí no pasó nada. Es curioso que cuando la vicedirectora anuncia el golpe, algunos alumnos se reían y no entendían bien qué pasaba. Si yo, como adulto, escucho sirenas, que se interrumpe la transmisión de los medios masivos y comienza a transmitir el Poder Ejecutivo nacional para decir que hay toque de queda, sabría qué está pasando. En cambio, los adolescentes tienen otro registro y habría que explicarles”, advierte.
En Santa Fe también
se recreó la dictadura
Los estudiantes de la escuela secundaria Almirante Brown realizaron un acto parecido al de La Plata en 2013, pero esa vez no terminó en escándalo. En “la casita”, un lugar que está separado del resto de la escuela, realizaron una representación teatral en la que irrumpieron los alumnos-actores vestidos de militares que, a los gritos y con violencia, pedían documentos y apresaban a jóvenes mezclados entre la audiencia. El acto tenía como objetivo impactar y lo logró ya que “algunas alumnas salieron con lágrimas en los ojos”, según contaron los propios estudiantes.
¿En qué se diferenció con la simulación de La Plata? “El acto que hicieron nuestros alumnos hace un par de años con motivo del 24 de marzo, fue fuerte pero se había avisado con anterioridad en las aulas. Así que sus compañeros sabían que allí iba a tener lugar una recreación de lo que había ocurrido durante la dictadura. Tampoco recibimos ninguna queja por parte de los padres”, aduce Roxana Maulle, directora del Brown.
“En nuestra escuela, acostumbramos a que estos actos lo armen los jóvenes, con una guía de un docente que supervise y realice una contextualización del hecho histórico. En la mayoría de las escuelas, se trabaja muy bien pero quizá esta simulación de La Plata tenía que haberse hecho con otro dispositivo. Si hubo tanta resonancia, quizá fue porque en esa institución no estaban acostumbrados a abordar esos temas con esa metolodogía, no había plafón”, estima Maulle.
El funcionario del Ministerio de Educación coincide en que a los estudiantes no se los puede dejar solos en la organización de un acto y que siempre debe estar presente la “guía” de un profesor. “La escuela debe saber orientar la propuesta, que tiene que tener un marco pedagógico porque uno no puede causar daño enseñando. El dispositivo pedagógico para construir ciudadanía debe resguardar la ética y los derechos humanos”, cierra Di Paolo.
Una mirada
a favor
La profesora de Historia del Brown, Carolina Brandolini, fue quien estuvo a cargo de la recreación de la dictadura que hicieron los alumnos del Almirante Brown en 2013. Ella tiene una visión diferente con relación al caso de La Plata y no le parece que el simulacro haya sido erróneo. “Me parece válido lo que se hizo, sobre todo, porque la idea vino de los chicos. La explicación que da uno de los miembros del centro de estudiantes es que querían generar impacto y movilizar al estudiantado para hablar del tema y generar debate. El rol de los docentes es asegurar que una vez que termina una representación, haya un aprovechamiento de eso en un sentido pedagógico”, opina.