por Juan Pablo Bustos Thames
por Juan Pablo Bustos Thames
El balotaje, también conocido como segunda vuelta electoral, es un mecanismo electoral de aplicación relativamente reciente en nuestro país. Los argentinos estamos, tal vez, en las vísperas de la aplicación de este sistema por primera vez en una elección presidencial. Ahora bien, ¿de dónde salió el balotaje? ¿Cuándo se estableció por primera vez en nuestro país y cuáles fueron los antecedentes de este sistema, utilizado en elecciones no presidenciales? La República Argentina tenía una larga tradición de elección de sus primeros mandatarios en forma indirecta. En efecto, nuestros primeros órganos legislativos fueron los encargados de elegir qué ciudadanos se desempeñarían al frente del Poder Ejecutivo del Estado Nacional. Así, a la Soberana Asamblea General Constituyente del Año XIII (1813-1815); y al Soberano Congreso General Constituyente de Tucumán (1816-1820) les cupo designar a los Directores Supremos de las Provincias Unidas del Río de la Plata (predecesores de los actuales presidentes). Los Directores Supremos se elegían por simple pluralidad de sufragios de los diputados presentes en ambos órganos. La Asamblea del Año XIII designó a Antonio Gervasio de Posadas (el primer mandatario argentino) y a Carlos María de Alvear. A su vez, el Congreso de Tucumán eligió a: Juan Martín de Pueyrredón y a José Casimiro Rondeau. En los dos casos, las elecciones fueron por abrumadora mayoría. Con posterioridad, el 6 de febrero de 1826, en el marco del estallido de la guerra con el Imperio del Brasil, el Congreso General de la República Argentina se vio obligado a sancionar una Ley de Presidencia, con el fin de concentrar el poder en miras al grave conflicto internacional que se acababa de desatar. El ciudadano que, al día siguiente, reunió el consenso de una amplia mayoría del Congreso para dirigir los destinos de la flamante República en guerra fue don Bernardino Rivadavia, quien llegó a ser nuestro primer presidente, elegido por 35 contra 3 voluntades. Esta costumbre también se trasladó a las provincias, donde los gobernadores eran electos por las respectivas Legislaturas provinciales hasta mediados del siglo XIX. La Constitución de 1853 vino a introducir una novedad, la implantación del Colegio Electoral para las elecciones presidenciales, un mecanismo importado de la Constitución de Estados Unidos. El pueblo seguía sin elegir directamente sus presidentes y debía optar por “electores”, quienes a su vez conformaban el Colegio Electoral que elegiría al primer mandatario. En esa época no se confiaba en el voto popular para elegir directamente al presidente. Este mecanismo significó quitarle poder a los órganos legislativos. En el único caso en el cual las asambleas legislativas procedían a elegir era cuando los candidatos no obtenían las mayorías calificadas constitucionalmente requeridas en el Colegio Electoral. Siguiendo esa tendencia, muchas provincias modificaron sus constituciones, e introdujeron la elección indirecta de sus gobernadores. Así, todos nuestros presidentes que se sucedieron a partir de entonces, desde Justo José de Urquiza, en 1854, hasta Juan Domingo Perón, en 1946, fueron electos en sendos Colegios Electorales. Hacia 1949 tuvo lugar una reforma constitucional impulsada por el primer gobierno peronista, que introdujo algunas novedades: la elección popular directa del presidente, por simple pluralidad de sufragios, con reelección indefinida. De un plumazo se eliminó el Colegio Electoral. Las elecciones presidenciales de 1952 estrenaron el nuevo mecanismo; y dieron como resultado un contundente triunfo de Juan Domingo Perón que, de este modo, inauguraba su segunda presidencia. La Revolución Libertadora de 1955 dejó sin efecto la reforma constitucional de 1949 y revivió a la vieja Constitución de 1853. El Colegio Electoral previsto en la originaria constitución de 1853 cobraba nuevo vigor. Las subsiguientes elecciones presidenciales de 1958 y 1963, cuyos ganadores fueron Arturo Frondizi y a Arturo Humberto Illia, respectivamente, se materializaron de forma indirecta, Colegio Electoral mediante. Ahora bien, en el camino, ¿qué había ocurrido en el mundo? Hacia 1852 el flamante emperador de los franceses, Napoleón III, estableció un novedoso mecanismo electoral denominado “ballotage”. Consistía en exigir a quienes aspiraban a ejercer un cargo electivo, que accedieran con la mayoría absoluta de los votos válidos emitidos. De no darse tal circunstancia, debía realizarse una nueva elección complementaria, al poco tiempo, limitada a los dos candidatos más votados en la primera vuelta. El balotaje francés tuvo tan buena repercusión, que se difundió rápidamente, primero por Europa, y posteriormente por el resto del mundo. Hoy la mayoría de los países lo utiliza para definir elecciones directas, cuando ninguno de los postulantes obtiene la mayoría absoluta de los sufragios en la primera vuelta electoral. En 1972 el presidente de facto, Gral. Alejandro Agustín Lanusse, mediante decreto - ley Nº 19.802 enmendó la Constitución de 1853; y modificó algunos aspectos electorales previstos en la misma. Restableció la elección directa para presidente y vicepresidente, que había impuesto efímeramente la derogada Constitución “peronista” de 1949. Introdujo la elección de un tercer senador nacional para la minoría en cada provincia. Finalmente, para la elección de presidente, gobernadores y senadores nacionales estableció un régimen de doble vuelta electoral. Así arribaba el balotaje francés a nuestras costas. Sin embargo, esta versión criolla tenía algunas particularidades: exigía el 51 % de votos válidos para ganar la elección presidencial, senatorial o una gobernación. En caso contrario, se llamaba a una segunda vuelta electoral, en la que podían participar todas las listas que hubieran obtenido más del 15 % en la primera ronda. Este régimen electoral se estrenó en las elecciones del 11 de marzo de 1973; donde participaron estas fórmulas presidenciales, entre otras: el Frente Justicialista de Liberación -Frejuli- (Héctor J. Cámpora - Vicente Solano Lima); la Unión Cívica Radical -UCR- (Ricardo Balbín - Eduardo Gamond) y la Alianza Popular Federalista -APF- (Francisco Manrique - Rafael Martínez Raymonda). En ellas el Frejuli obtuvo el 49,56 % de los votos; la UCR el 21,29 %; y APF el 14,90 %. Formalmente, hubiera correspondido concurrir a una segunda vuelta electoral entre el Frejuli y la UCR (APF quedaba afuera al no haber alcanzado el 15 % de los sufragios). Sin embargo, Ricardo Balbín desistió de ir al balotaje, ante la abrumadora mayoría de sufragios obtenida por Héctor Cámpora; lo cual convirtió a éste, automáticamente, en el nuevo presidente electo. Sin embargo, el balotaje se utilizó en esa oportunidad para definir mayorías y minorías en diversas elecciones para el Senado nacional en 14 provincias y 12 gobernaciones. Ante la crisis política de la segunda mitad de 1973, desencadenada a raíz de las sucesivas renuncias de Cámpora y quienes debían constitucionalmente sucederlo, se volvió a llamar a elecciones presidenciales; para subsanar la acefalía de gobierno. El balotaje estaba en condiciones de ser puesto a prueba. En estos comicios, que tuvieron lugar el 23 de septiembre de 1973, se volvieron a presentar las mismas listas; pero con algunos cambios en su composición: el Frente Justicialista de Liberación -Frejuli- (Juan Domingo Perón - María Estela Martínez de Perón); la Unión Cívica Radical -UCR- (Ricardo Balbín - Fernando de la Rúa) y la Alianza Popular Federalista -APF- (Francisco Manrique - Rafael Martínez Raymonda). Los resultados fueron: Frejuli: 61,85 %; UCR: 24,42 %; y APF 12,19 %. En este turno electoral, la fórmula ganadora había superado ampliamente la mayoría absoluta de los sufragios; y no hizo falta acudir a una segunda vuelta. El balotaje criollo seguía sin estrenarse en las elecciones presidenciales. Con el retorno a la vida democrática, a partir de 1983, volvió a tener plena vigencia el sistema electoral consagrado en la vieja Constitución de 1853. Era el renacer, por última vez, del legendario Colegio Electoral argentino. Así, las elecciones que consagraron a Raúl Ricardo Alfonsín (1983) y a Carlos Saúl Menem (1989) se realizaron con el sistema indirecto, sin balotaje. En 1994, Pacto de Olivos mediante, tuvo lugar la última Reforma Constitucional. En ella se sepultó definitivamente al Colegio Electoral y al sistema indirecto de elección de presidente, vice y senadores nacionales. Se implantó, en forma definitiva, el mecanismo electoral directo para todos los cargos ejecutivos y legislativos; y se le otorgó rango constitucional al sistema de balotaje. Sin embargo, lejos de exigir la mayoría absoluta de los votos, en primera vuelta, para evitar la segunda, el mecanismo constitucional albiceleste introduce una serie de innovaciones que lo convierten en una rareza en todo el mundo. Los Arts. 97 y 98 de la Constitución Nacional prevén la realización de un balotaje cuando ninguno de los candidatos se alza con el 45 % de los votos en primera vuelta; o si ninguno supera el 40 %; con una diferencia de más del 10 % al que le siguen en número de sufragios. Todo un rebuscado mecanismo que procura evitar aplicar el sencillo sistema inventado por Napoleón III. Siguiendo el precedente señalado por la Constitución Nacional reformada, varios distritos fueron eliminando el sistema electoral indirecto y algunos adoptaron el mecanismo de doble vuelta puro o balotaje francés, tal cual lo había previsto el emperador galo, sin las excentricidades que se consagraron en la Carta Magna nacional. La Constitución de 1994 rigió las elecciones que tuvieron lugar desde entonces: 1995, 1999, 2003, 2007 y 2011. De todos esos comicios, en el único donde hubo un claro escenario de balotaje fue en el celebrado el 27 de abril de 2003; donde la Alianza Frente por la Lealtad (Carlos Menem - Juan Carlos Romero) obtuvo el 24,45 % y la Alianza Frente para la Victoria (Néstor Kirchner - Daniel Scioli) logró el 22,24 %. Hubiera correspondido celebrar una segunda vuelta el 18 de mayo de 2003. Sin embargo, en forma sorpresiva, el más votado en el primer turno, Carlos Menem, desistió de presentarse a la segunda vuelta, lo que hizo que Néstor Kirchner fuera proclamado presidente automáticamente. En todas las demás elecciones, los mandatarios que resultaron electos: Carlos Saúl Menem (1995), Fernando de la Rúa (1999) y Cristina Fernández de Kirchner (2007 y 2011) obtuvieron más del 45 % de los votos en primera vuelta. Las particulares circunstancias que rodean a estas nuevas elecciones hacen que, tal vez, por primera vez en la historia argentina, nos encontremos ante la eventualidad de estrenar el instituto del balotaje para estas elecciones presidenciales.
El balotaje francés tuvo tan buena repercusión, que se difundió rápidamente, primero por Europa, y posteriormente por el resto del mundo.