De la Redacción de El Litoral
El miedo a los exámenes, principalmente a los orales, suele ser muy común entre los estudiantes universitarios. No obstante, no se debe convertir en una emoción paralizante que ocasione el “bloqueo” del alumno ante el tribunal o que lo lleve a huir de la situación de evaluación.
De la Redacción de El Litoral
La licenciada en Psicología, Laura Casabianca, secretaria académica de la Facultad de Psicología de la Universidad Católica de Santa Fe, confirmó que usualmente hay un mayor temor a los exámenes orales que a los escritos, debido a que el alumno se enfrenta cara a cara con el profesor, tiene que responder rápido y no puede “guitarrear”, como suelen decir los alumnos. “En el examen oral enseguida se nota si el universitario no estudió lo suficiente”, aseguró Casabianca.
En una encuesta web que realizó El Litoral, sobre 426 respuestas de estudiantes que se sumaron en forma espontánea, el 61 % dijo que le costaba más el examen oral que el escrito. Mientras que un 19 % dijo que le costaba más el escrito y un porcentaje similar, que le costaban los dos por igual.
La psicóloga Casabianca elaboró una tesis sobre el miedo y la ansiedad ante los exámenes y, a partir de ese estudio, sostiene que los pensamientos -conscientes o inconscientes- del estudiante a la hora de rendir tienen una gran incidencia en su desenvolvimiento.
“El miedo -explicó- es una emoción básica esperable ante una situación estresante o amenazante como puede ser una situación de evaluación, donde el estudiante puede ser reprobado. Ése es un miedo sobre algo real y por lo tanto es esperable que surja esta emoción”.
La ansiedad, en tanto, puede surgir ante una amenaza real como a una irreal. Pensamientos del tipo: “El profe me mira mal, seguro me reprueba”, “si no saco esta materia, no me voy a recibir más” o “voy a ser un estudiante eterno”, no son necesariamente reales pero inciden en el estudiante a la hora de rendir. “Si esa ansiedad es permanente y exacerbada, o empieza a ser extrema y paralizante, podemos hablar de un trastorno de ansiedad, bajo el título de fobia específica a los exámenes”, aclaró Casabianca.
Alteraciones físicas
El nerviosismo al que se expone un joven universitario, casi invariablemente, cuando debe enfrentarse a un examen oral va acompañado de alteraciones orgánicas comunes como trastornos del sueño y el apetito, cólicos, revoltijo de estómago, nerviosismo general, sequedad de boca, etc. Sin embargo, en el caso de las personas que tienen fobia a los exámenes, este miedo es sobredimensionado y los lleva a eludir la situación.
“Cuando se llegó a este punto, es muy difícil manejarlo solo y, en la mayoría de los casos, se hace necesaria la consulta a un profesional para no llegar a que el alumno se frene o abandone la carrera”, recomendó la psicóloga, quien aseguró que el miedo a los exámenes es muy común al inicio de los estudios y también al final, cuando los universitarios se ven presionados a recibirse.
“A veces esa presión tiene asidero, como un alumno de otro lugar al que los padres lo están manteniendo económicamente. Pero conozco casos en los que la exigencia que trasladan los padres (‘tenés que ser brillante porque tu hermano mayor lo fue’) o de la sociedad que pide destacarse para acceder a un trabajo, termina convirtiéndose en una autoexigencia del estudiante. Otras veces, el alumno se autoimpone la presión de terminar cuando antes la carrera”, adujo Casabianca, quien recomendó “disfrutar y aprovechar”, el camino de los estudios superiores.
CUESTIÓN DE AUTOESTIMA
El licenciado en Psicología, Marcelo Rodríguez Ceberio, psicólogo clínico e investigador (el primero por la Universidad Kennedy de Buenos Aires y el segundo por la Universidad de Barcelona), y docente de la Universidad Católica de Santa Fe, contó el caso que atendió hace poco de una chica que hacía tres años que cursaba el primer año de una carrera y no se presentaba a rendir. Por lo tanto, lo único que hacía era recursar una y otra vez, con la aspiración de rendir un examen en alguna oportunidad y así poder concretar su sueño, que era avanzar en la carrera que había elegido.
“Estaba muy angustiada y luego de una profunda exploración, me di cuenta de que en cada oportunidad que va cursar una materia, tiene miedo de preguntar, se siente tonta si no entiende, piensa que los compañeros la van a tratar como si ‘fuese idiota’, y duda acerca de sus capacidades para ser estudiante universitaria. El único resultado que obtiene es que llora y llora ante sus pensamientos lo que provoca que se vaya del curso y así incrementa sus faltas y queda libre. Un perfecto boicot para eludir el examen”, adujo el especialista.
El psicólogo trabajó con esta joven su autoestima, la presencia de “pensamientos basura”, de esas “voces interiores autodescalificantes” que impiden su progreso y socavan la posibilidad de crecer en su proyecto. “Ella siempre se había preocupado por no llorar, pero no se ocupó de lo que le generaba el llanto, que era su terrible desvalorización personal”, dijo Rodríguez Ceberio.
En la medida que empezó a valorarse con pequeñas tareas en donde ella se colocaba en primer lugar, se reinscribió en la Universidad. El psicólogo le pidió a la joven que hablara con los profesores y que les dijese que le lloraba la vista por un problema oftalmológico, y que se sentaría cerca de la puerta del salón de clases, por las dudas. “Este permiso le dio mucha tranquilidad. Pudo relajarse y poco a poco comenzó a presentarse en los exámenes parciales, si bien no con notas sobresalientes pero los aprobó. Y así dio inicio a una serie de mejorías que, al encontrar buenos resultados, se encadenaron a hechos que le demostraron que es posible, y que ella puede”, destacó.
Desde la psicología, el profesional argumentó que en el sustrato del miedo siempre hay una cuota de desvalorización, de baja autoestima, de sentirse en inferioridad de condiciones. Por eso, Rodríguez Ceberio sugirió a los estudiantes que, en primer lugar, confíen en ellos mismos, se valoren y mejoren su autoconfianza.
TIPS PARA ENFRENTAR ESTE MIEDO (*)
- Hacer un “plan de estudio” para llegar a tiempo para el examen. Revisar el material de estudio, hacer esquemas, repasar los temas frecuentemente. Este plan es esencial para evitar el apuro del último minuto y no llegar con la mente agotada y estrés al examen.
- Evitar una actitud negativa, del tipo “me va a ir mal” o “estudié pero no me quedó nada” ya que son premisas que sobrestiman la posibilidad de fallar y subestiman el éxito. Es lo que se llama “profecía autocumplida”, al pensarlo y decirlo uno se predispone a lo piensa.
- Descanso previo. Antes de rendir, lo importante es dormir al menos 7 u 8 horas. No quedarse toda la noche estudiando porque es muy difícil aprender algo, ya que el descanso es la manera en que los procesos cognitivos que se ponen en juego, se asienten.
- Respiración. Cuando uno está nervioso, empieza a respirar con el pecho, en vez de hacerlo con el diafragma. Entonces hiperventila, y hay más dióxido de carbono que oxígeno en el cuerpo; y si las neuronas no se oxigenan, se hace difícil pensar. Entonces hay que hacer una “respiración completa”, con el diafragma, lo que permite que el oxígeno llegue a neuronas. Hacer ejercicios de respiración ayuda a calmar la tensión y el enojo. Se aconseja hacerlos la noche anterior y antes del examen. En los sitios web de salud (uno es el de Jacobson) se encuentran buenos ejercicios para aprender a respirar.
- Mantener un programa saludable de actividad física, horas de sueño y alimentación. Si se puede practicar técnicas de meditación, yoga o pilates, mucho mejor.
- Distraerse y sociabilizar. No ponerse a estudiar 14 horas por día, si no hacerse un plan de cuatro horas a la mañana y cuatro a la tarde, por ejemplo, con descansos breves cada 45 minutos o una hora y media, que es lo que establece la OMS que dura la concentración. Reservar el resto del día para hacer otras actividades hogareñas, distraerse y sociabilizar. El estudio no tiene que anular la vida social del estudiante.
- Tecnología. Dejar a un lado el celular y no tener abiertas las redes sociales, porque llevan a la distracción y van en contra de la concentración que necesita el estudio.
- Fobias. Cuando la ansiedad es severa o se presentan situaciones difíciles de manejar -como un ataque de pánico- pedir un asesoramiento profesional antes de que se agrave y se llegue a un trastorno más complejo. El psicólogo no es para los locos, es para ayudar a las personas con sus problemas.
(*) Psicóloga Laura Casabianca
Talleres para reducir el estrés
En la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales, el centro de estudiantes realiza dos veces por año talleres para reducir y manejar el estrés pre-examen, con psicólogos. “El estrés en el examen oral suele ser más alto que el escrito, pero también es cierto que es una herramienta muy importante para el futuro abogado. También se realizan en la facultad, talleres de oratoria de tres encuentros por cada cuatrimestre”, comentó Guillermo Ferrero, presidente del centro de estudiantes de Derecho.