Por Néstor Vittori
Por Néstor Vittori
Sin perjuicio de valorar la recolección y acumulación de datos de distintas encuestas y registros en torno de la actividad económica, situación demográfica y educacional en la ciudad de Santa Fe, en una entrevista publicada en El Litoral, el Dr. Felipe Cervera identifica a determinados factores -la “inundación” y la producción de soja- como causantes del bajo desempeño de la ciudad en materia de industrialización. Empiezo por la soja, que tiene un componente sólo de derrame para nuestra ciudad, porque no representa un flujo de ingresos directos en razón de que Santa Fe -el departamento La Capital- tiene en su jurisdicción pocos productores sojeros, que sí existen en otros lugares de la provincia, y que naturalmente transfieren parte de sus beneficios a sus proveedores, o los convierten en inversiones en sus respectivas comunidades. El progreso manifiesto de las comunidades urbanas en las zonas agrícolas sintetiza una peculiaridad de nuestra geografía económica que, a partir de la colonización, creó una simbiosis urbano-rural reflejada en los numerosos pueblos y ciudades que se extienden en nuestro territorio. Más aún, son la causa del fenomenal desarrollo de la industria de la maquinaria agrícola que se agrupa fuertemente en el sector oeste de nuestra provincia, y que representa el 47 por ciento de este rubro industrial en el país, mención que por cierto no agota la lista de desarrollos agroindustriales, en los que la leche, los frigoríficos y los molinos harineros, por caso, lideran sus respectivas producciones a nivel nacional. Cuando me refiero al efecto derrame que recibe la ciudad de Santa Fe, aludo a las inversiones en desarrollo inmobiliario, que en muchos casos están motivadas por la necesidad de brindar alojamiento a los hijos de productores y comerciantes que vienen a estudiar a nuestras universidades, y cuyos excedentes económicos les permiten sustituir las pensiones por departamentos confortables. Aquí cabe señalar que la construcción es la industria que más mano de obra utiliza, y a la cual la apropiación de la renta agraria representada por las retenciones a las exportaciones le ha asestado un golpe doloroso en términos de ocupación y expansión de las inversiones. Con relación a una segmentación negativa de áreas de marginalidad que convergen básicamente en la zona oeste de la ciudad, me parece que las trágicas consecuencias del ingreso del río Salado a la ciudad con su secuela de muerte, pérdida de bienes e impacto sicológico, no debe ocluir la visión de otros efectos. En primer lugar, el volumen de obra pública desarrollado luego del desmadre, obras que han significado la ampliación de la infraestructura urbana, la generación de trabajo para mano de obra de menor calificación, el acortamiento de los tiempos de la travesía urbana con su mejor aprovechamiento por parte de los actores, que así mejoran la productividad de sus desempeños; la ampliación de los reservorios, la puesta a punto de las estaciones de bombeo y el aumento de su capacidad de extracción de líquidos; la recepción de ayuda internacional con destino a obra pública para el sector oeste, la inversión pública en escuelas, centros de primeros auxilios, comisarías, etc; la creación de parques industriales de bajo impacto con la consiguiente radicación de empresas sin chimeneas, el desarrollo de un parque logístico en terrenos del ex Frigorífico Municipal, entre tantas otras acciones de los gobiernos provincial y municipal, acciones que han movilizado recursos y creado trabajo. El reclamo de desarrollo industrial es válido y bienvenido, pero es un proceso que, además de los aportes del Estado, requiere de la existencia de emprendedores, factores insustituibles a la hora de impulsarlo. Habría que preguntarse entonces por qué Santa Fe no tiene la abundancia de emprendedores que se advierte en otros ámbitos de la provincia. Es probable que a veces nuestras mentes nos jueguen malas pasadas a raíz de ideas preconcebidas que nos fijan en un recurrente punto de observación y evaluación. Nadie está a salvo, pero quienes emitimos opinión debemos tratar de evitar que nuestros preconceptos estrechen percepción de los hechos.
El reclamo de desarrollo industrial es válido y bienvenido, pero es un proceso que, además de los aportes del Estado, requiere de la existencia de emprendedores, factores insustituibles a la hora de impulsarlo.